En una semana, como siempre, convulsa a nivel institucional, es grato que el tema deportivo vuelva a encauzarse. Han trascurrido doce jornadas, casi un tercio de Liga, y es momento de empezar a sacar conclusiones de lo que transmite el equipo. Se ha vuelto a dejar la portería a cero, algo que no ocurría desde la primera jornada. Pero sigue habiendo cuestiones a resolver en defensa: la soledad de los laterales y el peligro que nos crean en las jugadas de estrategia.

Para lo primero, los interiores deben ayudar más. Para lo segundo, la solución es más complicada. O Montero no tiene la suficiente confianza en sus defensores o son los defensores los que no las tienen todas consigo. Aun así la mejora es evidente, salvo partidos puntuales, el equipo cada vez comete menos errores. En la zona ancha existe un vacío evidente de control del esférico. La vuelta de un hombre como Ibón Gutierrez se presenta alentadora. Debe ser el corazón que bombeé el juego del equipo. El cerebro de todas las operaciones.

La única posición que no se discute es la delantera, o mejor dicho, la efectividad del Alavés. Es el único equipo de Segunda B capaz de marcar en todos los partidos. Y con dos killer que no tiene el resto. La JitoGénesis empieza a recoger sus frutos. Y los números son esclarecedores. Jito ha jugado 9 encuentros (no cuento los 10 minutos que estuvo contra el Mirandés) y ha marcado 4 goles, casi uno cada dos partidos. Pero la media de Geni es mucho mejor: el asturiano ha jugado cuatro partidos (más los 3 minutos contra el Sanse donde se lesionó) y ha marcado cuatro goles. Uno por partido. Después de que el año pasado sufriera mucho, siendo blanco de las iras de Mendizorroza, en la recta final del campeonato se ganó el perdón y esta temporada se está apoderando del corazón de de la afición. Y cuando han fallado ellos, por lesión u otras cuestiones, hay gente que acude puntual a la cita con el gol. Un equipo que ansía el ascenso necesita tener hambre de gol, y el Alavés este año lo tiene.