La Álava que se vive en verano
El territorio ofrece distintas alternativas también durante el estío para que tanto turistas como autóctonos puedan seguir disfrutando del ocio y de la cultura de una manera única y con numerosas propuestas al alcance
Álava en verano reúne una amplia oferta de espacios naturales, localidades con patrimonio histórico y eventos que se celebran durante este mes de agosto. Desde rutas por parques y valles hasta actividades culturales y festividades, el territorio combina propuestas para públicos diversos en distintos puntos de la localidad.
Los parques naturales de Gorbea, Izki y Valderejo concentran buena parte de la oferta al aire libre de Álava en verano. Sus rutas permiten recorrer bosques, cañones y zonas de montaña, con itinerarios adaptados a diferentes niveles. Otros enclaves como el Valle Salado de Añana, la Vía Verde del Vasco-Navarro o el cañón de Delika ofrecen alternativas para quienes buscan combinar naturaleza y patrimonio en una misma visita.
El Parque Natural del Gorbea, el más extenso del País Vasco con más de 20.000 hectáreas, ofrece una diversidad de paisajes que van desde bosques de hayas, como el famoso Hayedo de Otzarreta, hasta praderas y la cima del monte Gorbea, el punto más alto de Álava. Las rutas de senderismo varían en dificultad, adaptándose a diferentes tipos de visitantes.
En el sureste se encuentra el Parque Natural de Izki, donde predominan los bosques de robles y encinas combinados con zonas de pasto y formaciones kársticas. Este espacio natural cuenta con senderos señalizados que permiten recorrer cuevas eremíticas y realizar actividades a pie, en bicicleta o incluso a caballo. Izki alberga la reserva de Quercus pirenaica mayor de Europa y en su seno se ha desarrollado una peculiar cultura rural digna de conservar y conocer.
Por otro lado, el Parque Natural de Valderejo destaca por sus cañones calizos y un ecosistema protegido. Sus rutas, como el Desfiladero del Purón, ofrecen la oportunidad de disfrutar de la fauna local y un paisaje menos concurrido, ideal para quienes buscan tranquilidad. “Un Parque Natural es un espacio que cuenta con una especial protección por su valor ecológico y belleza. La gran diversidad de especies de flora y fauna, y los elementos ligados a la presencia de a la actividad humana a través del tiempo, son los protagonistas de estos lugares, que aglutinan un patrimonio ecológico y cultural sobresaliente”. Según explican desde la propia página web, Valderejo, pequeño valle situado en el extremo más occidental de Álava, fue declarado Parque Natural en 1992. “Es el más pequeño de los parques alaveses, con sólo 3496 hectáreas. Un Parque Natural es un espacio que cuenta con una especial protección por su valor ecológico y belleza. La gran diversidad de especies de flora y fauna, y los elementos ligados a la presencia de a la actividad humana a través del tiempo, son los protagonistas de estos lugares, que aglutinan un patrimonio ecológico y cultural sobresaliente”.
Otra clásica y tradicional ruta es la del Valle Salado de Añana, cuya tradición minera de sal se mantiene viva después de más de 7.000 años. La zona ha sido restaurada y permite a los visitantes realizar visitas guiadas para conocer el proceso tradicional de extracción, además de disfrutar de un spa salino al aire libre. De hecho, es uno de los conjuntos culturales, arquitectónicos, medioambientales, paisajísticos y arqueológicos más importantes del mundo.
“La insólita arquitectura de la sal que se ha generado en Añana es resultado del intercambio de valores culturales y humanos que se han ido desarrollando a lo largo de sus más de siete milenios de historia.
Esta arquitectura popular no muestra los rígidos estilos arquitectónicos del saber erudito, sino que, debido a su carácter utilitario, en el valle han convivido de forma armoniosa las innovaciones tecnológicas con los testimonios materiales de las diferentes épocas. Siguiendo los patrones marcados por la experiencia y la tradición, los salineros han creado una arquitectura insólita, anónima, popular y tradicional”.
Finalmente, La Vía Verde del Vasco-Navarro, que sigue el trazado de una antigua línea ferroviaria, ha sido adaptada para senderistas y ciclistas. Este recorrido atraviesa áreas rurales y boscosas, ofreciendo una experiencia accesible y tranquila para conocer el entorno natural. “Recorrer la Vía Verde del Vasco-Navarro permite tomar conciencia de la importancia y significación que tuvo esta infraestructura, desde su inauguración allá por 1889, ayudando a la vertebración y el desarrollo social y económico de las comarcas que atravesaba. Hoy en día, y gracias a la reconversión de la plataforma como Vía Verde, y con unos usos lúdicos y turísticos, el Vasco Navarro continua permitiendo el descubrimiento de paisajes, lugares y personas, y favoreciendo el desarrollo económico del territorio, desde una perspectiva local y sostenible”.
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