La base de la dieta mediterránea emerge como aliada frente a uno de los retos crecientes de la salud pública internacional. Un estudio colaborativo en el que ha participado el Instituto de Investigación Sanitaria Bioaraba ha comprobado que el empleo del aceite de oliva virgen extra (AOVE) en pacientes con episodios depresivos puede contribuir a la reducción de sus síntomas.

La revolucionaria investigación, que ha contado con la financiación del FIS (Fondo de Investigación en Salud), ha sido desarrollada por distintos grupos del Centro de Investigación Biomédica en Red (CIBER) y coordinada por Almudena Sánchez-Villegas, que desempeña su labor profesional en la Universidad Pública de Navarra.

Nueva esperanza

Una nueva esperanza en la prevención de este trastorno mental tan común en todo el planeta, que es una de las principales causas de deterioro de la calidad de vida y puede aparecer además en edades muy tempranas, incluso en menores de tres años.

El estudio, basado en un ensayo clínico aleatorizado de dos años de duración, ha evaluado el efecto de la dieta mediterránea enriquecida con AOVE sobre la recurrencia de la depresión. El personal investigador trabajó con 52 hombres y 144 mujeres de entre 18 y 86 años que habían sufrido al menos un episodio de depresión en los últimos cinco años y que se encontraban en una fase de remisión clínica total o parcial durante los seis meses previos.

Dos grupos

Las personas participantes fueron asignadas aleatoriamente a uno de los dos grupos –dieta mediterránea o control– teniendo en cuenta varios factores de estratificación, como el sexo, la edad o el centro de reclutamiento, y se evitaron sesgos de elección.

Los resultados del estudio, tal y como subraya Bioaraba, revelan “de manera concluyente” que la adopción de este patrón alimenticio “puede conducir a una notable reducción en la manifestación de síntomas depresivos”, lo cual brinda también nuevas perspectivas sobre la influencia de la alimentación en el conjunto de la salud mental.

Ana González-Pinto, jefa de Psiquiatría de la OSI Araba, investigadora, jefa de grupo y directora científica del área de Salud Mental en CIBERSAM, ha colaborado desde Álava en el estudio, que ha sido publicado recientemente en la revista Nutritional Neuroscience.

Según asegura la reputada especialista, “las intervenciones nutricionales de la dieta mediterránea, que son seguras y económicas, parecen ser una gran herramienta para la prevención de la depresión secundaria si sus propiedades preventivas se confirman en futuros ensayos clínicos en el trastorno depresivo mayor”.

“Las intervenciones nutricionales de la dieta mediterránea, que son seguras y económicas, parecen ser una gran herramienta para la prevención de la depresión secundaria"

Ana González Pinto - Investigadora de Bioaraba

Salud emocional y nutrición

El hallazgo, de hecho, no solo resalta la importancia de la nutrición en la salud emocional, sino que también sugiere la viabilidad de estrategias basadas en la dieta para complementar enfoques más tradicionales en el tratamiento de la depresión.

Pionero

Ningún estudio había evaluado hasta la fecha el efecto de una intervención personalizada con dieta mediterránea añadida a la atención habitual a pacientes recuperados de una depresión. Sin embargo, este patrón alimentario está considerado como uno de los modelos dietéticos “más saludables del mundo”, un factor de estilo de vida modificable que podría influir en la aparición, en el desarrollo y en el pronóstico de la depresión. De hecho, varios estudios observacionales han descrito una relación entre una alta adherencia a la dieta mediterránea y un menor riesgo de este trastorno psiquiátrico.

Los resultados de esta última investigación arrojan esperanza en un Estado español donde, según las cifras oficiales, alrededor de seis millones de personas viven con depresión. La patología afecta a un 8.9% de los hombres y a un 16.5% de las mujeres y, al contrario que otras enfermedades, su incidencia está aumentando durante las últimas décadas. La reciente pandemia supuso, de hecho, un punto de inflexión claro en su impacto poblacional.