Más o menos así se puede resumir la historia de Irati Arrastia Blanco. Y es que desde siempre tuvo clara su vocación y había soñado con trabajar con niños/as de diferentes edades y acompañarlos en su aprendizaje.
Niños que sobre todo necesitan un refuerzo y una atención más concreta, no tanto desde una parte educativa (que por otro lado no se deja de lado), sino desde el punto de vista de las emociones, el cariño, el acompañamiento y la cercanía. En Pausoka Akademia y con Irati lo tienen más que asegurado.
Un sueño que sobrevive a cualquier obstáculo
Dar vida a Pausoka Akademia era el sueño que desde que era una niña tenía Irati, y eso que alguna que otra orientadora de su centro escolar en su época como estudiante se lo intentó arrebatar con la pobre excusa de que no valdría para ello.
Sin embargo, por suerte, su tesón, su capacidad y sus ganas (y eso que al principio fue todo un jarro de agua fría para ella) hicieron el resto para demostrar que sí que era capaz de hacerlo. Mirando hacia atrás, lo que ha logrado hoy en día da buena muestra de que sí que podía, de que sí valía para ello.
Y así fue como pudo cumplir ese deseo y graduarse años más tarde en Pedagogía después de comprobar, hasta con la experiencia propia de sus años en el colegio, que la metodología tradicional en el aula necesitaba de un complemento más centrado en la educación emocional.
Le faltaba una pata a ese sistema educativo de toda la vida e Irati supo encontrarla para ayudar a todos aquellos niños a los que, como ella, en algún momento les habían dicho que no valían para estudiar o para cumplir su sueño. Nada más lejos, los sueños están para cumplirlos… y como dice Irati, “todos tenemos derecho a hacerlos realidad por muchos obstáculos que tengamos”.
La importancia de la educación emocional
Así es como poco a poco se fue forjando un proyecto, con el asesoramiento y la ayuda de la Fundación Gaztenpresa de LABORAL KUTXA, con una metodología dirigida a los diferentes ritmos de aprendizaje y refuerzo positivo de sus alumnos; sin olvidarse de sus familias e incluso de los docentes que los primeros tienen en sus colegios y centros escolares.
“Realizando las prácticas del grado en el aula de apoyo con la PT de un colegio, comprendí que la base principal para poder sacar los estudios adelante es el bienestar de los alumnos. Y con el deseo de alcanzar dicho bienestar, decidí ampliar mi formación con distintos cursos centrados en atención psicoeducativa en niños y niñas con TDAH, alteraciones del comportamiento y su incidencia en pedagogía terapéutica, técnicas de estudio alternativas, atención temprana, educación emocional, alumnado con necesidades especiales…”.
Una basta formación y experiencia que complementaba a la perfección su juventud y que eran la mejor carta de presentación para abrir su propia academia y encontrarse con niños que para ella son una maravilla.
“Trabajar con estos niños requiere de mucha paciencia, de constancia, de ir revisando los objetivos que te marcas ya que cada uno tiene un ritmo y no siempre se cumple; pero a la vez es muy gratificante por el cariño que te dan, por cómo te agradecen todo y por los progresos que van haciendo y que para mi es todo un orgullo”, explica una emocionada Irati que recuerda que todo lo hace con el único fin de conseguir que el aprendizaje de estos niños sea significativo y motivador. “Nunca nos olvidemos que los/las niños/as, hasta los que tienen necesidades especiales, son los protagonistas de su aprendizaje”.