Desmontar la armadura emocional de los jóvenes es el reto que tiene marcado el nuevo Programa de Acogimiento Familiar con el que colabora la Diputación Foral de Álava. “Más de 49.000 niños, niñas y adolescentes se encuentran en situación de desprotección en el Estado. De ellos, más de 17.000 están en centros de acogida, siendo una de las tasas más altas de la Unión Europea”, señalan desde el programa.

El acogimiento familiar voluntario, el más conocido ampliamente, es aquel que permite que niños y niñas vivan en familia. En cambio, el Acogimiento Familiar Especializado incide en buscar otras posibles soluciones familiares a aquellos jóvenes que no pueden acceder a la acogida voluntaria. “Se trata de niños y niñas con necesidades especiales”, según explican los organizadores.

Por ello, el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 ha financiado a través de Fondos Next Generation el programa Redes AFE: Acogimiento Familiar Especializado de Especial Preparación, una experiencia piloto dirigida a niños, niñas y adolescentes “tutelados o en guarda por la administración que requieran necesidades circunstancias especiales”. Asimismo, la iniciativa se va a desarrollar en el territorio alavés hasta diciembre de 2024.

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El objetivo principal es que esta población, generalmente con edades comprendidas entre los 7 y los 18 años, pueda llegar a vivir en un entorno familiar que contribuya a reparar daños emocionales derivados de vivencias traumáticas tempranas. “Trabajando en las dificultades de su historia previa”, señalan desde Redes AFE. Los problemas más comunes que suelen presentar son de conducta, adaptación y salud mental, ya sea con discapacidad asociada o no.

Por ello, el programa está dirigido a profesionales con un mínimo de dos años de experiencia en los ámbitos socio-comunitario, socio-educativo y sanitario. En cuanto a la metodología, la intervención se llevará a cabo día a día a través de un plan de intervención estructurado, utilizando estrategias, herramientas e indicadores que serán evaluados periódicamente.

Nadie debería crecer con una armadura es el lema que aguarda la campaña Armaduras Emocionales, que parte de las complicada realidad de estos jóvenes. Una situación en la que, para protegerse de los traumas y sufrimientos, utilizan una armadura en su día a día, “intentando no pensar ni sentir”. “Estas armaduras, que en su día les protegieron, ahora les hunden y les limitan”, apunta Josu Gago, director técnico del programa.

Por lo tanto, el reto de las familias alavesas se encuentra ahora en desmontar esa armadura que los niños utilizan como escudo “para que puedan vivir una infancia plena”, matizan.