Ciencia y mujeres es un binomio que, a menudo, cuesta visibilizar. Y no porque no haya mujeres científicas, que las hay y muy buenas, sino porque la sociedad parece empecinarse en poner piedras en el camino. A pesar de las diversas campañas de visibilización, aún queda un largo trecho por recorrer.
DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA conversó con Montse Casas Cabanas sobre esto y cómo una joven sin referentes femeninos iniciales ha alcanzado el lugar donde se encuentra hoy.
Montse nos atiende por teléfono en un intervalo de su apretada agenda que se distribuye entre su posición como coordinadora científica en el área de almacenamiento electroquímico en CIC energiGUNE en Vitoria-Gasteiz, la universidad donde imparte clases a doctorandos, además de asistir a congresos y presentaciones científicas.
¿Cómo despertó su interés por la ciencia?
No me costó mucho decidirme porque soy una persona muy curiosa. Todo me llamaba y me gustaba. Pero no, no fue nada vocacional desde muy pequeña. Fui probando, descubriendo cosas cada vez más interesantes. Y la investigación la descubrí ya en la universidad, durante una beca. Allí se me abrió un mundo totalmente distinto. Me gusta resolver problemas que pueden tener cierto impacto en la sociedad y la posibilidad de colaborar con otras personas en otros países.
¿Contaba con referentes cercanos o en tu entorno?
No. La verdad es que no. No había mujeres científicas ni tenía a nadie que pudiera ocupar ese rol. Pero sí tenía a mi madre y a mi abuela. Las dos tuvieron que dejar sus estudios muy jóvenes. Mi abuela ni siquiera pudo acabar la educación primaria por culpa de la Guerra Civil. De hecho, aprendió a leer con 60 años. No pudieron ayudarme, pero siempre supieron que estudiar era muy importante y que, tanto si conseguía un diploma como si no, los estudios siempre abren puertas y te preparan para lo que sea.
Entonces, ¿cuándo encuentra a su primer referente?
Pues haciendo la tesis doctoral. La hice con una investigadora, Rosa Palacín, que también era relativamente joven en ese momento. Tener su ejemplo y ver cómo conciliaba la maternidad con su carrera fue muy enriquecedor. Es algo que me ha influenciado enormemente. Ves que es posible dedicarse a la investigación sin tener que renunciar a otros aspectos de la vida. No es fácil, pero ver cómo otras mujeres pueden hacerlo, inspira. Ves que es posible.
Las carreras científicas son largas y exigen mucho esfuerzo. ¿Alguna vez se ha planteado decir “hasta aquí”?
Es una trayectoria larga y, muchas veces, muy poco agradecida. Eso es cierto. Cuando yo acabé no había tantas oportunidades de estabilizarse, que es lo más difícil. Me lo pensé mucho antes de empezar la tesis porque no sabía muy bien si podría dedicarme a esto después. Y con la tesis, tuve que reorientarla. Ese esfuerzo conlleva sacrificios personales y sin garantías. De hecho, me saqué la plaza de profesora titular de universidad en Francia, no tenía pensado volver en bastante tiempo. Pero vas buscando el camino.
¿Qué cambió?
Me salió la oportunidad de venir a CIC energiGUNE. Mi vida cambió un poco. Bueno, mi vida y la de mi familia porque justo había tenido mi primer hijo.
¿Qué es lo más complicado?
La conciliación. Si ya es difícil para cualquier familia, cuando eres investigadora implica tener que desplazarte de tu lugar de origen, irte a vivir a un sitio donde no tienes apoyo familiar, a veces fuera de España. No somos muy buenos reteniendo el talento en este país.
¿Lo ha conseguido?
Mi marido se dedica también a esto así que entiende muy bien los sacrificios. Él se encarga de la logística familiar. Sobre todo, en las épocas en las que me ha tocado viajar bastante. Se lo quiero reconocer porque no tenemos familia aquí. Nos cubrimos entre los dos. Y mis hijos sí saben que somos científicos los dos, aunque creo que todavía no entienden exactamente cómo es nuestro trabajo. Pero sí ven que su madre es científica. Ayuda a romper estereotipos.
¿Cómo es un día de oficina?
Pues suelo venir al laboratorio en Vitoria, aunque ahora ya no hago tanto trabajo de laboratorio al tener más responsabilidades. Me reúno con mi equipo para hacer seguimiento de los avances en las investigaciones. Hay reuniones de estrategia para decidir si nos elegimos uno u otro proyecto, si iniciamos colaboraciones, y coordino al pequeño equipo de investigación. Luego toca pues las publicaciones y la asistencia a congresos internacionales.
“Ahora se visibiliza mucho más a la mujer en STEM y eso es fantástico. Pero necesitamos visibilizar y sensibilizar más a hombres y mujeres"
¿Qué le atrajo de la propuesta del CIC energiGUNE?
Que fuese un centro que pone todo su foco en el almacenamiento de la energía. Aquí trabajamos en temas muy parecidos y el nivel de colaboración es considerable. Nos permite avanzar más rápido. Y, además, es un centro paritario. No fue un proceso forzado, pero es algo que, a día de hoy, se cuida. Me siento superorgullosa.
La especialización en baterías no es un área muy visibilizada para las mujeres. ¿Cuál ha sido el camino?
Me interesaba mucho la química inorgánica, y de ahí, me pase a la química de materiales sólidos. Con la tesis, descubrí el área de las baterías, del almacenamiento químico. Trabajo en baterías con aplicaciones en superconductores, biomédicas, en luminiscencia. Es un campo multidisciplinar que reúne las áreas de química de materiales, física, ingeniería, etc.
El 56% del alumnado universitario son mujeres, pero sólo el 36% se matriculan en carreras científicas. ¿Sigue habiendo un sesgo?
Sí, es devastador. Yo no he notado una discriminación. He tenido compañeros maravillosos que me han apoyado mucho. Pero sí es verdad que todos esos estereotipos y la falta de referentes –que han mejorado un poco– siguen ahí y hacen mucho daño. Y luego cuando te planteas la maternidad, sí que se nota más. Sí hay un problema de género, pero como en cualquier carrera.
Para terminar, ¿qué cree que haría falta para que más mujeres y niñas se decanten por la ciencia? ¿Cómo le gustaría que fuera?
Hay que visibilizar mucho más a las mujeres y sensibilizar a los hombres y mujeres sobre los estereotipos. Eso es fundamental. Si conseguimos solucionar eso, tendría un impacto enorme. Todo lo que ayude en conciliación, con la baja por maternidad y paternidad, por ejemplo. O a la hora de obtener becas, que muchas veces no cubren el salario de un investigador y que te penalizan si has cogido una baja por maternidad. No puntúas. Si conseguimos avanzar en alguna de estas áreas, más chicas y mujeres jóvenes verán que es posible dedicarse a la ciencia.
¿Pero ha habido cambios?
Hemos avanzado mucho. Ahora en las escuelas se trabaja este tema, se intentan romper los estereotipos, y dar más apoyo para que las mujeres participen en carreras STEM. Sí veo un cambio generacional en ellos y ellas, y me parece fantástico. Pero todavía queda camino.
Montse Casas Cabanas, de cerca
Doctorada en Ciencia de Materiales en el Institut de Ciència de Materials de Barcelona. Estuvo en el Laboratoire de Réactivité et Chimie des Solides (Francia) como investigadora postdoctoral. En 2011 se incorporó al CIC energiGUNE como Coordinadora Científica en almacenamiento de energía electroquímica. Lidera investigaciones en diseño de materiales funcionales para baterías y participa en un grupo de trabajo sobre materiales avanzados para desarrollar celdas de batería más eficientes y sostenibles. Fue Premio Joven Investigador en 2021 de la Real Sociedad Española de Química por su contribución en química de materiales. Tiene numerosas publicaciones científicas y una patente.