Recién solventado el conflicto del transporte escolar que ha marcado el comienzo del nuevo curso para en torno a 7.500 alumnos y alumnas de toda Euskadi –al menos en lo que a usuarios se refiere, con las empresas de autobuses retomando el servicio habitual este mismo lunes– a la Delegación Territorial de Educación y, por consiguiente, a su consejero, Jokin Bildarratz, le ha surgido una nueva protesta que atender, esta vez, referente a la calidad de la comida que se sirve en los comedores de la escuela pública.

Ésta ha llegado desde el AMPA de Lamuza Eskola de Laudio que ha hecho público un escrito por el que exige “una solución urgente a la situación que vivimos con la nueva empresa de catering y la calidad de la comida que están sirviendo a nuestras hijas e hijos”.

En la citada reclamación, realizada en nombre de todas las familias de la escuela, en especial de aquellas a las que la situación actual les afecta directamente, con el apoyo del equipo directivo y la responsable del propio comedor, expresan su “total disconformidad” con el servicio que están recibiendo y que les corresponde por no disponer de cocina propia en el centro, que cuenta este curso con 123 alumnos entre Educación Infantil y Primaria, aunque su comedor solo tiene espacio para 96 comensales, por lo que el servicio se distribuye en dos turnos.

“El servicio de jantoki no ha hecho más que empezar, ya que sólo ha pasado una semana desde que se pusiera en marcha el mismo, y las quejas son numerosísimas en cuanto a la calidad de la comida”, aseguran desde el AMPA que, desde el primer día, están oyendo a sus hijos e hijas, comensales habituales del comedor, que “la comida está mala y no se puede comer”.

Un hecho que “viene corroborado por las responsables del servicio del centro”, subrayan, quienes instan a las personas que componen la Delegación Territorial de Educación, en particular, o el Gobierno Vasco, en general, a que sean ellas mismas quienes coman esas comida de catering, en el caso de que consideren que estas quejas son cuestiones subjetivas, que no se pueden entrar a valorar.

Desde Logroño

“Somos vecinas y vecinos de Laudio y la comida se cocina en Logroño, desde donde se traslada cada día. La comida que comen nuestras hijas e hijos se elabora a 120 kilómetros de distancia, algo que nos resulta completamente incomprensible”, subrayan quienes no entienden ni aceptan que prime la motivación económica.