La población de Laudio volverá a disponer en otoño de 2024 de los espacios del Palacio de Lamuza, sito en el emblemático parque del mismo nombre, y que tantos quebraderos de cabeza le ha traído al Ayuntamiento desde que tuvo que empezar a buscar alternativas de emplazamiento para todas las actividades culturales, educativas y formativas, así como para las asociaciones que trabajaban en su interior, cuando comenzó la reforma de las cubiertas y fachadas del edificio, culminada en 2020.

Al menos ese es el plazo que maneja el ente foral alavés, que ayer adjudicó en el habitual Consejo de Gobierno de los martes la restauración, acondicionamiento y accesibilidad al interior de este histórico inmueble a la Unión Temporal de Empresas Blasgon-Valuarte, por un importe de 2.739.406 euros, IVA incluido, y un plazo de ejecución de 18 meses, con previsión de inicio de obra esta primavera.

En concreto, el proyecto de restauración contempla distintas intervenciones para mejorar la funcionalidad y accesibilidad de este edificio de casi 4.000 metros cuadrados, teniendo en cuenta su uso como centro docente y cultural.

En este sentido, el primer fin de esta intervención será mejorar la distribución del edificio con nuevos recorridos que conecten las alas del palacio. Otro de los objetivos fundamentales es hacer del Palacio Lamuza un edificio totalmente accesible mediante un nuevo ascensor, la supresión de desniveles, la modificación de la cota de solados, el uso de pequeñas rampas y la construcción de nuevos aseos accesibles para personas con movilidad reducida.

Inmueble histórico

El proyecto plantea, asimismo, un gran eje-pasillo para comunicar los dos extremos del palacio; además de la restauración de elementos de valor y decorativos, tales como escaleras de madera y barandillas de hierro forjado, revestimientos cerámicos, chimeneas o puertas, entre otros. No en vano, el Palacio Lamuza fue la residencia de los sucesivos marqueses de Urquijo y surgió como una ampliación de diferentes cuerpos entre los años 1879 y 1930, a partir de una casa matriz barroca del siglo XVIII. De igual forma, el edificio forma parte de un conjunto recreativo residencial de la alta oligarquía dentro de un espacio ajardinado de unas 13 hectáreas que contaba con casino, sala de teatro, frontón de pelota vasca, laguna artificial y jardines de diferentes estilos.

La mejora de solados, paredes y techos de las distintas salas; la actualización de instalaciones eléctricas, fontanería, seguridad y calefacción; y la renovación de la iluminación con aparatos de bajo consumo van a ser otros ejes de la intervención. Asimismo, estas obras van a revitalizar el conocido como Salón de los Cristales, espacio singular que va a mantener su carácter unitario como sala para recepciones o exposiciones.

En cuanto a los usos, el proyecto mantiene los usos generales ligados a la docencia, la formación y la cultura. Hasta el inicio de las obras de reforma, este inmueble venía acogiendo clases de euskera (euskaltegi), el KZ-gune (sala de ordenadores), talleres de pintura artística, cerámica y talla de madera, clases de costura y danza, y ludoteca infantil, sin olvidar que era sede de diferentes asociaciones y del Gaztetxe, cuyos gestores siempre han temido el no poder regresar al edifico, una vez concluya la reforma.