Néstor guarda el equipo de buceo en la furgoneta estacionada en el parking de Ullibarri. Se ha acercado al pantano para probarlo y funciona. Bajo el agua ha visto cangrejos, mucho mejillón cebra y hasta los muros y calles del viejo pueblo que tapan las aguas del embalse. “Está guapo, es un lujo ver los muros y restos del pueblo; además, ahí abajo no te encuentras con nadie, sólo algún cangrejo y mejillón cebra, que cada vez hay más”, indica este vitoriano aficionado al submarinismo, hobby que practica tanto en aguas del pantano como a mar abierta, en Elantxobe.

“El pantano es un lujo porque está aquí al lado, no tienes que hacer una hora de coche como para ir a la costa; además, el agua está buena, más caliente que otros veranos”, apunta Néstor, quien ha llegado a bucear en Ullibarri en invierno a tres grados bajo cero. “Nada, cinco minutos, entrar y salir fuera con un dolor de manos...”, cuenta ante la asombrada mirada de su amigo Abel, que le acompaña y ayuda a guardar el equipo porque de bucear, nada de nada: “pánico al agua le tengo; ni nadar sé; así que si le pasa algo, lo único que puedo hacer es pedir ayuda”, sonríe mientras Néstor acaba de quitarse el neopreno.

Por séptimo año consecutivo ondea la bandera azul en la zona de baño del pantano. La temporada ha sido buena, quizá con menos gente, según los socorristas de Landa, que ayer recogieron sus zodiac. Desde que se izó la bandera el 18 de junio, miles de personas se han acercado a Landa, Ullibarri, Garaio y Legutio para darse un chapuzón, pasear con el perro, comer con la familia, cubrir rutas en bici y a pie e incluso adentrarse en el interior del embalse en velero, tabla, piragua o para practicar submarinismo.

el pantano pliega velas

David e Izaro inflan sus tablas de paddle surf junto al coche acompañados de Javier y Ainhoa; todos practican deporte de forma asidua en el pantano y, después, aprovechan para comer, tomar el sol y pasar el día entre amigos. A David le sirve, además, de entrenamiento. Seleccionado para la dura prueba del Iron man de Hawái que se celebrará en octubre, sabe que todo el esfuerzo será poco, ya que competirá con los mejores del mundo. “Es una prueba muy dura”, confiesa este triatleta que ya ha competido en el iron man de Vitoria. “El pantano está muy bien para entrenar, sobre todo esta parte de Ullibarri, además de ser una zona preciosa y tranquila, en plena naturaleza, está muy bien para andar en bici”, apunta David. “Hoy, por ejemplo, he venido en bici desde Vitoria, ahora nos vamos a hacer un poco de piragua en parejas, luego a comer tranquilos y por la tarde dedicaré tiempo a nadar”, detalla. Todo con la mente puesta en los 3,8 kilómetros a nado, 180 en bici y 42 corriendo que le esperan en la final de Hawái.

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Javier y Ainhoa también aprovechan el pantano para practicar deporte, “aunque a mí no me hayan seleccionado para ir a Hawái”, bromea él. Consideran que tener un espacio como el embalse es un privilegio. “Diferente a la playa, que también tiene su encanto el mar; el del pantano es su entorno, el paisaje, la tranquilidad y las muchas posibilidades que ofrece, ya que puedes practicar senderismo, bici, caminar, deportes náuticos...; está cerca de Vitoria y es un terreno llano”, opina Javier, quien también aprovecha sus visitas veraniegas al embalse para ir a Landa, la isla de Zuaza y Garaio.

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Cuatro puestos de asistencia, salvamento y rescate, atendidos por ocho personas los días laborables y por once los fines de semana han permanecido alerta para ayudar a bañistas, paseantes y ciclistas a solventar cualquier incidencia. Hoy se quitan sus bañadores rojos hasta la próxima temporada de baño.

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Xabier es uno de los socorristas responsables de Landa. Comenta que el verano ha sido tranquilo, sin demasiadas incidencias; grave, ninguna y casos que atender, la mayoría ha sido por picaduras de avispas, que “este verano ha habido más”, constata; en cambio, “no hemos tenido cortes por mejillón cebra como nos ha ocurrido otros veranos en la zona de la rampa”. El resto de actuaciones, para rescatar a gente del agua, sobre todo por calambres y subida de gemelos al quedarse deshidratados, además de un rescate en zodiac a una persona que se adentró más de lo aconsejado con su tabla y luego no podía regresar a la orilla. “De los niños es de los que más pendientes tenemos que estar porque dicen que están jugando en la orilla y en un segundo dan un paso más allá, se caen y ya les ha cubierto el agua”, comenta Xabier.

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Julio es el mes de más afluencia de bañistas en el pantano; en agosto baja porque la gente se va fuera de vacaciones y en septiembre, aunque más tranquilo, si el sol y el buen tiempo acompañan, también son muchos los ciudadanos que se decantan por pasar el domingo a orillas del embalse de Ullibarri; basta contar los coches –bien y mal aparcados– estacionados a lo largo de todo el perímetro.

Más complicado que los deportistas y bañistas lo han tenido este verano los entusiastas de las barbacoas y paelladas en Garaio debido a la prohibición de prender fuego con temperaturas altas extremas debido al alto riesgo de incendios. Han sido muchas las jornadas sofocantes en Álava desde la primera ola de calor de junio. De hecho, el parque de Garaio sufrió en julio las consecuencias de uno de los fuegos más graves registrados en el territorio, con bañistas desalojados por la Ertzaintza y hectáreas y hectáreas de terreno arrasadas, sobre todo de monte bajo. A Xabier le tocó echar una mano como al resto de socorristas a la hora de desalojar las instalaciones de bañistas. Reconoce que fue “un buen susto”, incluso que en un momento dado pensaron que iba a ser peor, aunque finalmente “se desalojó bastante bien; algo de confusión porque era mucha gente para una sola salida, pero se hizo bien”, opina mientras vigila a los bañistas de Landa, junto a Jon, Aimar y Aarón, todos con un color envidiable después de muchas horas de sol y “calor” –subrayan– “ha hecho mucha calor”.

Disfrute aparte, no hay que olvidar que el embalse tiene como principal finalidad el abastecimiento de agua a la población y este año, el pantano está a un nivel algo más bajo, aunque menos de lo que muchos esperaban. “En esta zona de Ullibarri se nota menos, pero por Legutio está más bajo”, argumenta Néstor; para los socorristas, el nivel es similar al de otros meses de septiembre en Landa; eso sí, la temperatura del agua es más alta, en torno a los veinte grados.

Fuera del agua, Fernando y Leticia caminan por el paseo habilitado a orillas del embalse de Ullibarri; aún no se han desprendido de las camisetas porque primero quieren desayunar y aún no ha abierto el bar. Confiesan que no son usuarios habituales del pantano, que por cierto pensaban ver con menos agua, pero ayer decidieron pasar el día tomando el sol. “Está bonito y la gente viene muy preparada con hamacas y demás”, apunta Leticia, recién llegada de sus vacaciones en Alicante. Fernando, al vivir en Bóveda, el calor del verano se lo ha quitado refrescándose en las piscinas, que Vitoria le pilla más lejos, dice.

Merenderos, áreas de picnic, aseos, duchas, zona de juegos infantiles, puesto de helados... son servicios que hacen más confortable la estancia para los bañistas de interior que eligen el pantano, muchos de ellos por no quedar atrapados en las habituales retenciones de las carreteras que desembocan en las playas vizcaínas y guipuzcoanas.

Es el caso de José, Liliana, Nieves, Pepe y la perrita Arena; unos vienen de Beasain y otros de Asteasu, cerca de Tolosa; todos comparten embutido para el pintxo de media mañana y ensaladilla rusa y tortilla de patata para la comida que traen de casa. “Todo comida fría”, puntualiza Nieves, asidua al pantano, siempre en fin de semana. “Solemos venir bastante y siempre a Landa, con la comida y a pasar todo el día; nos gusta todo, el entorno, la tranquilidad; lo único que no me gusta es que no haya ni una zona habilitada para que se bañen los perros”, se queja Nieves, obligada a traerse una piscina de casa para que su perrita Arena pueda refrescarse. Antes de su sobremesa en las hamacas han dado un largo paseo por el entorno y José y Pepe han cogido moras “para las chicas”, dice este último.