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Un calvario burocrático termina con el derribo de patrimonio en Okondo

Tras un largo proceso judicial, los propietarios del caserío Arisketa de Okondo derrumbarán, antes del día 27 de junio y por orden foral, el edificio anexo que engloba una bolera, un horno y una bodega históricas en Malkuartu

Un calvario burocrático termina con el derribo de patrimonio en Okondo

La familia Isusi-Berganza de Llodio se encuentra enfadada y triste a partes iguales. No en vano, antes del 27 de junio procederán a afrontar el derribo de un inmueble muy querido, heredado de sus ancestros y ubicado en el número 19 del camino de Malkuartu en el municipio de Okondo, porque una orden foral así se lo requiere. El motivo se encuentra en haberlo reparado sin la correspondiente licencia y encontrarse dentro de la línea de edificación de la carretera vecinal A-4616, que ha tenido un descenso en la intensidad de tráfico, año a año, hasta los 199 vehículos por día del 2020.

En concreto, se trata del edificio aledaño a su caserío, de nombre Arisketa y que data de 1735, el cual alberga en sus aproximadamente 150 metros cuadrados una bolera, un horno de dimensiones considerables, una bodega y un pajar, de cuya existencia solo quedarán vestigios escritos y fotográficos.

“Antaño fue un lugar de encuentro, al que acudía la gente a jugar a los bolos o comprar pan y beber txakoli y esa era nuestra única intención: recuperarlo de la ruina, por puro sentimentalismo, porque nuestra familia siempre ha estado vinculada a la hostelería y al juego de bolos, tan arraigado en la cultura ayalesa, pero hemos vivido un auténtico calvario burocrático, en el que ya llevo perdidos ocho kilos, por lo que cumpliremos la orden, porque la multa de no hacerlo puede estar entre 50.000 y 100.000 euros, y nos olvidaremos del asunto. Ya es cuestión de salud”, admite derrotado Arturo Berganza, el cabeza de familia, aunque la propietaria del caserío –“en el que teníamos intención de crear un alojamiento rural o similar, que ya descartamos”, apunta– es su mujer Mercedes Isusi.

De hecho, reconocen no haber hecho las cosas bien, porque cuando solicitaron licencia para retejar el caserío en 2017 “pensamos que englobaba todas las edificaciones, pero en Álava, a diferencia de Bizkaia, no es así, y por eso perdimos el juicio en el que se amparan para obligarnos a la demolición; aunque lo que no ha habido es voluntad institucional alguna en alcanzar un acuerdo que aúne respetar este bien patrimonial de indudable importancia y garantizar la seguridad vial”, subrayan, quienes han llamado a todas las puertas, desde el Ararteko, pasando por el Ayuntamiento y la Diputación Foral de Álava, para intentar frenar un derribo que ya no tiene marcha atrás.

No en vano, cartas tenían. El propio Servicio Foral de Patrimonio lo ha calificado de “bien inmueble de interés histórico, que está propuesto para su protección a nivel local e incluido en el estudio y diagnóstico del estado de conservación de los caseríos de la zona cantábrica alavesa”; al tiempo que ha señalado la “corrección técnica” de las obras, en las que se han utilizado “técnicas y materiales tradicionales y primado la reutilización de los materiales originales para salvaguardar la autenticidad del edificio, así como respetado la volumetría e imagen”; pero no ha servido de nada. “Tampoco entendemos porque el Ayuntamiento, teniendo un informe de bien de interés de Patrimonio, no ha declarado de urgencia a la bolera de Arisketa como bien cultural protegido, en alguna de las categorías establecidas en la Ley de patrimonio cultural vasco”, añade Berganza.

Algo que ya intentó mediante una moción plenaria el grupo municipal Okondo Aurrera, que no obtuvo el respaldo necesario para salir adelante, pese a que el Catálogo de Patrimonio Histórico y Normativa de Protección recogido en el Plan General de Ordenación Urbana de Okondo, aprobado inicialmente por el Pleno, ya recogía en su ficha número 59 este bolatoki.

Plataforma de baserris

“Nos han mareado mucho para nada. Tan solo esperamos que esto no le pase ya a más gente, aunque mucho nos tememos que el Departamento de Carreteras se va a cargar medio valle, si sigue aplicando a rajatabla la misma normativa para una carretera de primer nivel, que para esta que pasan 125 coches al día, la mayoría camiones forestales. Y encima se da la circunstancia que es de propiedad foral, porque en su día nuestros mayores le cedieron el terreno, creyendo que iba a ser un bien para toda la comunidad tener una carretera en condiciones”, señala Berganza, argumentando que “todos los caseríos de la zona, tienen algo próximo a esta vía que la Administración, tarde o temprano va a ampliar.

Intentarán pedir permiso para arreglar tejados o lo que sea, y se los denegarán. La estrategia desde hace muchos años es esa: que todo vaya amenazando ruina para no tener que indemnizar”. De aquí que tengan la intención de crear una plataforma de propietarios de baserris, en un intento de defenderse ante una burocracia “potente que, al final, te revienta a juicios para nada y terminas arrojando la toalla. Nos expropian y no podemos hacer nada. Nos sentimos como David contra Goliath. Hace poco, también en Malkuartu han quitado una jarra de la conocida como Fuente de las brujas, y sustituido por un tubo de plástico, y no se entera nadie”, sentencia impotente Berganza.

La bolera de Arisketa, asimismo, se encuentra recogida tanto en el inventario de elementos menores de la Diputación Foral de Álava, como en el documento Patrimonio Arquitectónico en la Cuadrilla de Ayala, Elementos Menores (Victorino Palacios Mendoza y José Rodríguez Fernández, 2009), en cuya presentación el entonces presidente del ente comarcal ayalés indicaba que “el valor patrimonial de estos pequeños elementos arquitectónicos, que constituyen parte de nuestra identidad, frente al proceso globalizador de la sociedad, nos cuestiona una preocupación, apoyada por la sensibilización de los habitantes de esta comarca, para que entre todos tratemos de aportar una respuesta, para dotar a este Patrimonio, de un potencial cultural y socioeconómico que lo integre en una estructura de preservación de estos testigos mudos de los usos y costumbre de nuestros ancestros. Por esta razón trasladamos a nuestros convecinos una invitación en la búsqueda de su salvaguardia y puesta en valor”. Sin embargo, para el bolatoki de Arisketa de Okondo ya es tarde.