- Motivo fundamental para explicar este salto a la electromovilidad es también el avance tecnológico que se espera en la industria de las baterías que, al fin y al cabo, son las que dan sentido al vehículo eléctrico; en concreto, en las baterías de estado sólido, capaces de dar respuesta a las necesidades de la industria del automóvil gracias a, sobre todo, cuatro elementos indispensables, que suponen una revolución respecto a las generaciones anteriores: mayor autonomía, carga rápida, alta seguridad y menor coste.

Precisamente, el centro de investigación CIC energiGUNE juega un papel fundamental en este campo gracias a su línea de investigación alrededor de esta tecnología, que le sitúa como una de las entidades líderes en el desarrollo de esta revolucionaria solución.

Apunta el centro investigador en su blog que, liderados por Michel Armand, considerado el padre de las baterías de estado sólido, el centro trabaja con marcas como Volkswagen, BMW o Toyota y participa activamente en los grandes proyectos centrados en el estado sólido que se están desplegando actualmente en Europa, como los proyectos Sublime o Safelimove. “Todo ello buscando contribuir a fijar las bases de estas soluciones a partir del conocimiento y la experiencia del centro en sus algo más de diez años de vida”, indica CIC energiGUNE.

Esta propuesta tecnológica -dice- es la que fundamenta las perspectivas que se han generado en torno a las baterías de estado sólido. “De ahí que, de su desarrollo e industrialización dependa el devenir ya no sólo de la industria del automóvil eléctrico, sino también de otras aplicaciones que dependen de soluciones punteras de almacenamiento de energía, como las renovables o la electrónica de consumo”, subraya.

En su blog, el centro investigador, además de resaltarlas, desgrana las cuatro principales ventajas de las baterías de estado sólido. En primer lugar, su alta densidad energética, que les permite ofrecer una mayor autonomía de kilómetros, “equiparando la capacidad de un vehículo eléctrico a la que ofrece un depósito de un vehículo convencional”.

En segundo lugar, su capacidad de carga rápida, que les permite igualar sus tiempos de recarga a los del repostaje de los coches tradicionales. En tercer lugar, la seguridad, al ser una nueva tecnología que “no presenta fallos ni riesgos que pongan en peligro a los usuarios, como sí podía ocurrir potencialmente con generaciones anteriores”. Y, en cuarto lugar, el menor coste, que permitirá el acceso a este tipo de vehículos “a todo tipo de consumidores y rentas”, reforzando así su despliegue definitivo. Además, estas baterías son más ligeras, sostenibles y duran más.

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De las baterías de estado sólido: carga rápida, mayor vida útil, seguridad mejorada, más económicas, mayor autonomía, más ligeras y sostenibles.