pesar de las medidas que se quieren desarrollar o los compromisos institucionales para combatir el déficit de la fijación de población en los pueblos, especialmente en los más pequeños, la realidad es que hay muchos servicios básicos que o han desaparecido o se han complicado, como es el caso de las gestiones bancarias. Ante las quejas, las instituciones financieras dan la solución de operar por internet, con el teléfono o con el ordenador. Pero no todas las personas lo tienen fácil y, entre ellas, los que tienen más edad. En Rioja Alavesa se decidió levantar la voz y ante la reducción de los servicios en varios pueblos se ha iniciado una recogida de firmas para que Kutxabank no deje de atender presencialmente a los clientes y no los tengan en la calle, esperando, cuando hay sitio dentro de las oficinas.

Ana Blanca Fernández considera que en estos momentos "hay un déficit de servicios. Teníamos Kutxabank y al principio venían un par de veces por semana, luego una vez cada siete días y ahora solo una vez al mes. Por eso me parece que el servicio es deficitario para todos los ciudadanos, pero especialmente para la gente que tienen más problemas con internet". Añade que ahora "todos los que podemos hemos emigrado de la presencial al servicio por internet", apostilla.

Para Caridad Ortiz de Viñaspre "antes teníamos unos servicios y ahora no. Para la gente joven, aunque es un problema, no lo es tanto como para las personas que somos mayores. Y es que el señor ese que se ha hecho famoso por la frase de Somos mayores, pero no tontos tiene razón". Reclama que en los pueblos tiene que haber unos servicios mínimos. Y es que "hacer las gestiones por internet lo llevo mal, porque si tengo que realizar alguna operación que sea un poco complicada tengo que depender de los hijos, porque yo no estoy preparada", reconoce apenada.

Bastante más mayor, tras haber superado los 80, Andrés Fernández Majuelo confiesa que "yo ni me he atrevido a hacer ninguna gestión por teléfono o por internet. Tengo el teléfono desde hace años para que me llamen y llamar. Y punto, porque no estoy para trotes".

Bastante más joven, Rosa Martínez de Antoñana critica que la atención bancaria "que tenemos en Navaridas, como en muchos pueblos de alrededor, no nos da el servicio que necesitamos en los pueblos, porque a la hora de recoger dinero o hacer algún movimiento nos tenemos que seguir trasladando, cuando en muchos pueblos hay alguna oficina".

La lista de problemas que pueden dar los cajeros también es un agravante para la situación. Rosa Martínez cuenta que "se traga las tarjetas". Aporta que esta misma semana hubo cuatro personas que han ido a sacar dinero "y el cajero no les ha dado la cantidad que ellos habían pedido. La máquina se traga un tanto de dinero y luego hay que ir a Laguardia para repetir la operación, aunque llames por teléfono y pongas una queja", recrimina.

Andrés vuelve a tomar la palabra para comentar que la banca es uno de los problemas del déficit de servicios, pero no el único que hay en el medio rural, en los pueblos, donde las gestiones son iguales que en mayores localidades. Es el caso de la Casa del Vino de Laguardia o la oficina de la Seguridad Social, que ahora está cerrada en Laguardia por falta de personal. "Ahora tenemos que ir a Haro, a Vitoria o a otro pueblo que está a 60 kilómetros". Por último, Ana Blanco añade que "el problema es que somos muy pocos habitantes y las soluciones que se dan, gestionar por internet, resulta muy difícil". A esa afirmación asiente Andrés, que tiene 85 años y no logra hacer las cosas por teléfono o a través de la pantalla del ordenador.

En Ayala la situación no es mejor que en la Rioja Alavesa. El municipio de Artziniega tenía antes de la fusión de BBK y Caja Vital dos oficinas bancarias que se redujeron a una (Kutxabank) y que, ya antes de la llegada de la pandemia, limitó su horario de atención a dos días a la semana, "los martes y viernes, de 08.00 a 14.00 horas, y porque protestamos, que si no la quitan y nos dejan con un cajero, que se avería cada dos por tres; aunque en agosto, por vacaciones, cierran y te tienes que desplazar. Algo que, sobre todo, para gente mayor sin coche, con autobuses a Bilbao o a Amurrio con los horarios que tienen, supone un gran problema", explica Ricardo Lafragua, vecino de Artziniega de 76 años de edad.

Ricardo, como muchos de su generación está "enfadado", aunque quiere diferenciar el lado humano del de las máquinas. "El trato que nos dan los empleados de la oficina es siempre amable y correcto, pero el listado de normas, como esa de poner de tal a tal hora para hacer tal trámite o vuelva usted mañana, no es culpa de ellos sino de los directivos y accionistas, y son de una falta total de empatía hacia la clientela", subraya Ricardo, quien opina que "ganar dinero a costa de quien sea no es un negocio ético, sino pura usura".

En este sentido, para Lafragua las colas que se han creado en la pandemia "no han hecho más que visibilizar un problema que tenemos los pueblos hace ya mucho tiempo". Y es que si en Artziniega tienen un solo empleado en su única oficina y con los límites de días y horas señalados, cuando ha bajado a Amurrio se ha encontrado con que el panorama no era mucho mejor. "Allí tienen 3 o 4 empleados, pero en los meses duros de la pandemia solo tenían a una persona atendiendo al público, y de ahí que se montasen esas colas interminables, que ibas a las 8.30 y no salías hasta las 11.00, y encima a hacer gestiones que como no pagues hoy te vence el plazo. Motivo por el cual tuve que subir corriendo a Vitoria, porque si no me quedaba sin un viaje. ¿Qué les costaba reforzar personal? Sigo sin entenderlo", asegura indignado.

Otro tema que saca a la palestra este jubilado de Artziniega es la dificultad que tiene el colectivo veterano para adaptarse a las nuevas tecnologías. "La intención de la banca, en general, es que todo se haga por móvil y ordenador, y eso los mayores no sabemos hacerlo. Yo me he quedado sin tarjeta ya dos veces y eso que ando bastante bien, gente más mayor, imagina. Una locura. Y el empleado no tiene la culpa y carga con todas las broncas, que por mucho temple que tengas, al final saltas", esgrime Ricardo, que se ha visto obligado a recurrir a la juventud de su entorno, en más de una ocasión "para que me resuelvan la papeleta", reconoce, porque "te pones a intentarlo con el ordenador, siguiendo todas las instrucciones con paciencia, y al final lo dejas por imposible. Nos lo han puesto muy difícil y somos muchos", subraya.

Por ello, aunque desde el Ayuntamiento "los concejales lo ven y han estado en las movilizaciones a título personal, lo que queremos es que se impliquen como institución, y no te digo nada a nivel de gobierno. Creo que tendrían que controlar a la banca de alguna manera. Es muy difícil pero algo habrá que hacer. Luego que si crean fundaciones para tal y para cual, que está muy bien, pero primero atiende bien a tu clientela", apostilla, no sin antes recordar que a nivel de jubilados de Álava "están metiendo mociones en los ayuntamientos por todo esto". Es decir, las quejas del colectivo "por el trato vejatorio, el cobro de comisiones por todo tipo de servicios, las limitaciones horarias y, sobre todo, por las barreras tecnológicas que nos ha traído la digitalización de los servicios bancarios a las personas mayores", enumera.

Iniciativas en las Juntas para una atención digna

Una de las primeras iniciativas para dotar de servicios bancarios dignos a los pueblos alaveses fue de la juntera Ana Salazar, del PP que, en noviembre de 2019. presentó "una moción para impulsar la instalación de cajeros automáticos, servicios bancarios y atención personalizada en las oficinas bancarias en nuestra zona rural. Como todos sabemos la pérdida de los servicios bancarios va a más, se está perdiendo la atención en ventanilla y se cierran oficinas en todo nuestro territorio, tanto en Vitoria como en nuestros pueblos de Álava".

Para tratar de reconducir esa situación, en dicha moción "se aprobó que la Diputación de Álava estudie e impulse las iniciativas necesarias tanto con empresas como con entidades bancarias para solucionar dicho problema", por lo que se ha vuelto a reclamar esa ayuda.

Ahora, con el nuevo anuncio de recortes de atención presencial, se han intensificado las reclamaciones. Por un lado, representantes de Pentsionistak Araba comparecieron ante la comisión de Bienestar Social de las Juntas Generales de Álava, el pasado día 27 de enero, para reclamar soluciones e impedir el espectáculo de las colas ante las oficinas, lloviera o pegara el sol.

La última iniciativa ha sido de EH Bildu, que ha presentado una moción para que las Juntas Generales soliciten a todas las entidades bancarias presentes en el territorio histórico la apertura de una ventanilla en cada oficina que garantice a toda la ciudadanía, y de forma preferencial a las personas mayores de 65 años, el servicio presencial durante toda la jornada laboral y, en tanto existan restricciones de aforo en los locales, se habilite en cada sucursal en que resulte factible una sala de espera con la máxima cabida posible, al objeto de evitar la formación de colas de clientes a la intemperie.

Además se pide a todas las entidades bancarias de Álava que expidan a las personas mayores de 65 años que lo soliciten las tarjetas de débito gratuitas, sin comisión alguna, sin sujeción a ninguna contrapartida de límites de utilización, ni requisitos de saldo determinado, importes mínimos de utilización, tenencia de otros productos bancarios o similares.

"No es culpa de los empleados, sino de los directivos y accionistas y su falta de empatía hacia la clientela"

Jubilado de Artziniega

"Nos dicen que están de acuerdo con nuestra moción pero como no es suya se inventan una alternativa"

Laudioko Pentsionistak

"Tengo el teléfono desde hace varios años para que me llamen y para llamar. Y punto, porque no estoy para trotes"

Vecino de Rioja Alavesa

"Venían de Kutxabank un par de veces por semana, luego una vez cada siete días y ahora solo una vez al mes"

Vecina de Rioja Alavesa

"Si tengo que realizar alguna operación que sea un poco complicada dependo de los hijos"

Vecina de Rioja Alavesa