El accidente ocurrido hace unos días en la carretera que une Oion con la A-124, en el que una joven tuvo que ser reanimada hasta tres veces por un ertzaina, salvándola la vida, pone en evidencia al policía vasco que no se rindió, al igual que los compañeros que estaban con él. Y, al mismo tiempo, la importancia de tener una formación continua que permita acciones tan grandes como las que han protagonizado algunos ertzainas y, entre ellos, Juan Bosco Cuesta Ramos, adscrito a la comisaría de Laguardia.
Este hace un hueco en su día de descanso para relatar en el patio de la comisaría de Laguardia, como si su acción no tuviera ninguna importancia, el formidable trabajo en equipo que realizaron los policías que llegaron antes que nadie al lugar del accidente.
“Estábamos realizando junto a otros compañeros un servicio de protección ciudadana habitual cuando oímos por la emisora del coche que se había producido un accidente con heridos”. La reacción fue rápida. “Acudió en principio una patrulla con unas compañeras y casi al mismo tiempo llegamos nosotros. A partir de ahí fuimos prestando la atención apropiada al accidente. Comprobamos que había un vehículo que se había salido de la calzada y tenía un impacto y vimos que había una víctima, una mujer que estaba fuera del coche, tumbada y con convulsiones y con una incipiente hipotermia”.
A partir de ahí cada uno hizo lo que les tocó para atenderla de la mejor manera posible. “La verdad es que la labor fue por parte de todos. El encargado de la comunicación hizo una labor brutal; otro compañero se encargó de buscar otras posibles víctimas, porque vimos que había una silla de bebés y teníamos miedo por si había otra víctima; una compañera me ayudó a controlar las convulsiones; otra a vigilar las constantes y a mí me tocó reanimarla. Entró por tres veces en parada y con suerte salió las tres veces adelante”. De esta forma, la ambulancia pudo trasladarla, ya estabilizada, hasta el hospital San Pedro, de Logroño, donde fue atendida inmediatamente.
Reconoce que, desde aquel momento, el jueves de la pasada semana, “no la he vuelto a ver, no coincidimos. Debió acudir a comisaría en el turno en el que yo no estaba, ya que recogió algunos bienes personales que se habían quedado en el coche -teléfono, llaves y alguna cosa más-, pero no la vi. Me enteré al día siguiente que se había recuperado muy bien y yo estoy muy contento con eso”.
También una menor
Y ahí se acaba. A otra cosa, aunque a Juan ya le han tocado situaciones similares en otras ocasiones. “Me ha tocado lo mismo en algún otro accidente. En una ocasión una menor, también con parada y la sacamos adelante. En otra localidad, en Peñacerrada, también tuvimos suerte en otro accidente y sacamos adelante a la víctima”.
Lo llamativo del caso es que esa labor la realiza porque siente una importante inclinación para formarse continuamente en temas de seguridad y emergencias.
Desgrana que le encanta la formación continua. “Llevo treinta años en la empresa y la verdad es que he continuado con la formación desde que empecé. Lo primero fue en Arkaute; después los primeros auxilios en submarinismo; un curso universitario que hice, también de seguridad; pero me centré muchísimo en el tema a partir del 2011 con los atentados. Fue cuando hice unos cursos con el Ministerio del Interior donde me certifiqué en posibles amenazas nucleares, radiológicas, biológicas y químicas”.
No lo dejó, porque “en 2015 hice un grado universitario de gestión de seguridad y emergencias en el que aprendías a controlar un poquito, como emergencista, momentos peligrosos a nivel de enfermos o de personas que en ese momento atraviesan una crisis psicológica o incluso física. Luego, como me gustaba, en 2018 hice un curso de cuidados tácticos en combate, control de hemorragias masivas y demás, que lo certificaban asociaciones internacionales. Fue interesante y me gustó y desde entonces procuro mantenerme muy al día”.
En estas fechas, en las que se ha estado conmemorando los 40 años desde la creación de la policía vasca, se ha estado transmitiendo el mensaje del rostro humano que tiene la Ertzaintza. Que no solo actúan ante delitos, sino que abarcan muchas acciones de carácter humano, la mayoría de la cuales no llegan a la opinión pública, precisamente por ser cotidianas.
Así lo ve Juan cuando cuenta que “la cara humana de la Ertzaintza somos todos. Cada uno que se monta todos los días en el coche y desgraciadamente nos toca ver muchas cosas. La gente, normalmente, nos asocia a otro tipo de labores, pero puedo decir que en estos años han sido muchos los compañeros que han entrado en situaciones no siempre muy favorables: a levantar ancianos caídos o a sitios en los que nadie entraba porque había covid.” Añade que ”todos los compañeros salen todos los días y muchísimos dan ejemplo. Esta noticia del accidente de Oion ha tenido resonancia, pero son muchos los compañeros que todos los días hacen muchísimo por mostrar el mejor rostro de la Ertzaintza”.
Formación permanente
Y entre esos gestos está el de la formación permanente, el contar con preparación actualizada para poder atender a los ciudadanos en cualquier momento mientras llegan otros servicios. Por eso Juan anticipa que “en estos momentos está previsto que haya un curso de instrucción, para formarse como paramédicos en tácticas y en situaciones hostiles y ya me he apuntado para llevarlo a cabo”.
Y es que en situaciones de emergencia, el primero que llega es quien actúa. “Normalmente solemos llegar antes porque nuestros vehículos son más rápidos y las ambulancias salen desde zonas. Nosotros, por nuestra forma de patrullar, siempre hay un vehículo en cada una de las áreas. Por eso, lo más normal, por todo lo que patrullamos, es que conozcamos mucho la zona y con nuestro vehículo, más rápido, llegamos antes”.