- Estaba previsto que, coincidiendo con las fiestas de San Vicente y San Anastasio, el pasado fin de semana, se presentara el libro Oyón-Oion-Ullone: el pueblo que surgió junto a la fuente milenaria, pero debido a las medidas de seguridad para evitar contagios, se aconsejó suspender ese acto, al igual que se hizo con las fiestas. Y la verdad es que fue una pena. Porque ese libro, que se iba a titular Tradiciones y apuntes históricos de Oyón-Oion 923-1950 es fruto de muchos años de trabajo del cronista de esa localidad de Rioja Alavesa, Manuel González, que ha buceado en todos los lugares inimaginables, como “un ratón de biblioteca”, para documentar la historia de su pueblo.
El libro tiene casi 200 páginas. Pero en realidad, el manuscrito ha llegado a 762, lo que da idea de la gran cantidad de datos que el autor ha logrado rescatar de museos, archivos y conversaciones con historiadores y estudiosos. Y especialmente en el Archivo Municipal de Oyón con apoyo de su archivera Alicia Marín y en el Archivo Parroquial por el párroco Nunilo Ceballos, así como el Instituto de Estudios Riojanos.
Cuenta Manuel González que hace cuatro años le mostró el manuscrito a Miguel Larreina, que no solo es uno de los grandes expertos en materia vitivinícola, sino también en historia, y ambos se pudieron a trabajar para “dar una vuelta” al estudio. Éste se redujo y además se incluyó un amplio prólogo de Larreina en el que analiza la antigüedad de Oion, la importancia que tuvieron los berones, la tribu celta que se instaló en la zona gracias a los recursos naturales que encontraron, como agua en abundancia, y la trayectoria que siguió el Valle de Ullone, en medio de la Sonsierra y de Varia, que es Viana y no la Varea logroñesa.
Con los dos textos quedaba reflejada buena parte de la historia de Oion, pero tanto Manuel como Miguel veían necesario reflejar la historia más reciente. Y es cuando hablan con Fernando Martínez Bujanda. Primero buscando una ayuda para recabar financiación y apoyo técnico y más tarde reconociendo que lo que querían era que escribiera la tercera parte del libro con sus recuerdos. Fue duro convencerle, pero al final, con el compromiso de que los beneficios irían a una entidad social, en este caso a Cáritas, lograron que participara.
De esta manera, el libro cuenta con tres partes. El prólogo, de Miguel Larreina, que cuenta los orígenes del Oion, se detiene especialmente en valorar la “fuente vieja”, la fuente Ullone, un descubrimiento etimológico de Larreina, ya que ese nombre procede del término celta ull-one, fuente que fue clave en el abastecimiento de agua en la comarca aquejada de importantes sequías y el peso de las bodegas de su término.
El prólogo también repasa otros muchos aspectos, como fueron las relaciones de los oioneses con los vecinos de Logroño o la transformación experimentada al pasar de los 150 habitantes a ser un lugar de llegada de gentes de numerosos lugares del norte del país. Un cúmulo de historias contadas con tal pasión que llevan al lector a engancharse con el libro.
Tras el prólogo va el estudio de Manuel González, un amplio capítulo que conserva la denominación que le había dado desde el principio. En su trabajo desgrana su situación geográfica, arqueológica, el nombre de Oyón, Oyón en el Camino de Santiago y del lugar de refugio y descanso del obispo de Pamplona en Oyón en sus viajes a Nájera curia entonces de los reyes; también se habla de retazos de la historia medieval, de los primeros censos de población del año 1350, censos de población de 1427, censos de población del año 1524, o los censos de población de 1556. Las chozas de Oyón no podían faltar cómo tampoco las ordenanzas municipales de la villa de 1588; salen a la palestra la iglesia y ermita de San Martín, las víctimas de la peste en Oyón de 1615, ermita de San Justo y Pastor en 1615, construcción de los retablos de la iglesia en 1624 o cuando Oyón obtiene el título de villa en 1643. Por supuesto se cuenta el origen de sus fiestas, la historia del Katxi, la crisis vitícola, la llegada de la luz o cómo se vivían las fiestas durante la guerra civil, entre otros muchos episodios perfectamente documentados.
Por su parte, Fernando Martínez Bujanda se ha encargado del epílogo en el que explica que cuenta “desde un punto agrícola y etnográfico la evolución que ha tenido el pueblo desde los años 1948 hasta nuestros días, en paralelo a mi vida desde mi nacimiento hasta ahora. Mis anécdotas, recuerdos, lo que yo he vivido y sobre todo mí deseo de cómo quiero que siga siendo este pueblo que me vio nacer. Simplemente es esto lo que he querido trasladar en el epílogo escrito, si lo he conseguido, por mi parte, me doy por satisfecho”.
Como tan bien se da, se dan, por satisfechos al haber acordado “un importe muy popular, ya que el interés principal es que no haya excusa de tener el libro por problemas económicos”. Y explican que han contado “con la subvención de las distintas administraciones (Ayuntamiento de Oion, Diputación Foral de Álava, Gobierno Vasco, Fundación Vital y Ziordia Solidario)”.