Tras dos largas trayectorias profesionales dedicadas a cuidar de la salud de la población, una como médica y la otra como enfermera, Asun Roldán y Arantza Laspiur colgaron sus respectivas batas sanitarias antes de que llegara la pandemia. La primera, el 15 de noviembre de 2018, nueve meses antes de cumplir los 65 años. Y, según confiesa, en buena medida por la "pereza" que le daba dejar en la cama a su marido, también médico aunque ya jubilado, mientras ella tenía que ir a trabajar. Laspiaur, por su parte, lo había hecho dos años antes, cuando al alcanzar la edad de jubilación se echó a un lado convencida de que "había que dar el relevo generacional".
Ninguna de las dos se imaginó en ese momento de decir adiós, ni remotamente, que su salida era en realidad un hasta pronto. En concreto, hasta este mes de enero, cuando ambas se han reincorporado a la OSI Araba voluntariamente para echar una mano a sus compañeros todavía en activo, mermados por un arreón del coronavirus sin precedentes. Roldán, tramitando bajas en el centro de salud de Sansomendi. Laspiaur, formando parte del equipo de vacunación contra el covid. Ambas se han animado a compartir su inolvidable experiencia, un "regalo" para esta última, con DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA.
De vuelta a Txagorritxu
Los caprichos del destino han hecho que Laspiaur haya regresado, a sus 70 años y ya retirada, al mismo centro donde puso punto final a su carrera como enfermera, el HUA-Txagorritxu. Allí estuvo destinada durante 16 años en una planta de cirugía "cañera", tras un periplo anterior que la llevó a trabajar en Fuerteventura, Ávila, Galdakao o Miranda de Ebro, "casi siempre" en quirófanos programados, y también de urgencia. "Hasta que llegó la hora de terminar, porque la palabra jubilación no me gusta. Aunque soy una persona activa y que está bien, había que dejar paso a la gente joven. Pero este mundo sanitario es un poco especial. Cuando dejas de estar en activo, sientes que dejas de formar parte de un colectivo por esa relación tan cercana que tienes con los compañeros, los pacientes y los familiares", reconoce esta gasteiztarra.
No es de extrañar que, cuando el Colegio de Enfermería se puso en contacto con ella para informarle de que Osakidetza estaba buscando personal jubilado para reforzar el dispositivo de vacunación, Laspiaur diese un paso adelante. Su deseo de volver a ayudar, de hecho, no era nuevo.
"Cuando vino la pandemia lo pasé fatal. El confinamiento fue un tema, pero sobre todo porque no podía echar una mano. Tengo una hermana trabajando en la UCI y vivo cerca de Txagorritxu, así que en esos primeros momentos escuchaba todo el rato el sonido de las ambulancias. Fue duro", rememora. De ahí que su reciente vuelta al hospital haya sido una grata experiencia. "Poner una vacuna es sencillísimo, pero la primera vez que volví a Txagorritxu sentí una cosa... una mezcla de emoción y nervios", reconoce.
Laspiaur, que realiza turnos de mañana o de tarde de siete horas de duración, se incorporó al equipo de vacunación el 4 de enero, el mismo día en que Asun Roldán inició en Sansomendi esta suerte de prórroga de su carrera como médica. Nacida en Lodosa hace 67 años, repartió su trayectoria profesional fundamentalmente en el servicio de Urgencias del Hospital de Arrasate y, ya en Vitoria y hasta su jubilación, en el centro de salud del Casco Viejo. Su regreso a la actividad ha sido de nuevo a la atención primaria, para cumplir una labor burocrática sencilla, la tramitación de bajas, pero que requiere de mucho tiempo. Tiempo que en estos días es oro para sus cansados y desbordados compañeros facultativos.
Roldán reconoce que se jubiló convencida y "en un buen momento", hasta que hace alrededor de mes y medio fue consciente, de primera mano, de las dificultades que estaban atravesando sus excolegas. "El 13 de diciembre pedí cita para el médico de cabecera y me dieron telefónica para mediados de enero. Y pensé... cómo estarán estos", recuerda. Así que decidió presentarse voluntaria tras recibir un e-mail del Colegio de Médicos de Álava con una doble condición: que el trabajo no exigiera un contacto presencial con los pacientes y no se extendiera durante más de cuatro horas al día.
Un centro "Familiar"
Roldán ha tenido el privilegio de trabajar con una compañeras "encantadoras" y en un entorno "muy familiar", aunque reconoce que los primeros días le costó un poco "coger el tranquillo". "Pero es un trabajo rutinario y lo he llevado bien", apunta. Diariamente, la facultativa ha confirmado y registrado después en la historia clínica de Osakidetza 41 bajas de pacientes que, previamente, habían rellenado el formulario vía web.
Roldán concluyó su contrato este pasado viernes y ahora se dispone a disfrutar de unos días de descanso en Sevilla, mientras que Laspiaur pondrá mañana punto final a esta etapa tras una última jornada de vacunación en el punto de San Martín, una vez cerrado el de Txagorritxu. ¿Dispuesta a seguir? "No lo he preguntado, pero yo lo que no quiero es quitarle el trabajo a nadie. Eso es obvio. Es estupendo que nos hayan dado esta oportunidad, pero si hay gente en paro, que la contraten", apunta la enfermera, que "nunca en la vida" se hubiera imaginado este regreso a la actividad sanitaria. Al igual que Roldán, para quien esta última experiencia vital ha sido todo un "reto". "Ni por el forro se me hubiera ocurrido, pero aquí estamos", apunta divertida.