Arabako Txakolina terminaba hace escasas semanas la vendimia del año 2021 con una fuerte caída de producción, que cifra el descenso de kilogramos de uva en un 37,5%, tal y como ya se preveía. En concreto, se han dado entrada a bodega en torno a 450.000 kilos, frente a los cerca de 720.000 de la cosecha récord de 2020.
Con todo, hay que resaltar que la uva que ha obtenido pase a elaboración ha mantenido unos estándares de calidad “muy exigente” y que, en consecuencia, “en las precatas que vamos a realizar en enero o febrero, esperamos unos muy buenos resultados que, luego pasará a calificarse de manera oficial en el Laboratorio de Análisis Sensorial de la UPV-EHU a finales de marzo. Todo un ritual que nos irá dando la evolución de los caldos y pistas sobre cómo va a ser la añada de 2022”, explica el gerente de la Denominación de Origen, Josean Merino.
Éste también quiere aclarar una cuestión; “siempre nos dicen que nos vanagloriamos de la alta nota que obtienen, cada año de media, nuestro vinos, pero ¡secretos, los justos!, porque no existen. Supongo que como todas las bodegas del mundo, aquí se mira mucho la calidad de la uva y es algo que celebro, aunque duela enormemente tener que decirle a un productor que rechazas su uva y se la echas para atrás, que pasa y mucho. Solo entra lo bueno, es así”, subraya.
En estos momentos, los viticultores de Arabako Txakolina calientan ya motores para comenzar con las labores de poda, “una labor fundamental, a abordar entre enero y marzo, para preparar el viñedo para la próxima vendimia”, aclara Merino. Es decir, ahora mismo los campos están descansando, pero no así el trabajo en el interior de las bodegas, pendientes de la fermentación de la uva y el proceso de elaboración de sus respectivos caldos.
Ellas son Beldui y Garate en Llodio; Astobiza en Okondo; Torre de Murga, en Ayala, y Arzabro, Artomaña, Goianea y Tellaetxe, diseminadas por diferentes puntos de Amurrio y sus juntas administrativas, y todas ellas confían en que 2022 sea el año del regreso a la vieja y conocida normalidad. Esa en la que no se tengan que hacer presentaciones de la añada entre cuatro paredes y con aforo reducido, como ha ocurrido este 2021 (en junio y en el Refor de Amurrio, cuando se nombró embajador del caldo al futbolista icono del alavesismo Manu García). Y ésa en la que la fiesta del txakoli alavés pueda volver a celebrarse de forma masiva y abierta a todo el que quiera sumarse, en el parque Juan de Urrutia de Amurrio, el próximo mes de mayo.
De hecho, la familia de Arabako Txakolina tiene pendiente para ese día hacer un homenaje público a dos seres muy queridos que se les han ido demasiado pronto: al que fuera presidente de Slow Food, Alberto López de Ipiña, así como a la alma mater de la txakolinería Arzabro de Delika, María Ángeles Villate, cuyo Ametsa (sueño) seguirá creciendo de mano de dos jóvenes de su familia, que la han tomado el relevo “con mucho cariño y profesionalidad”, sentencia Merino.