- ¿Tenían algún tipo de bagaje ideológico las personas que salieron a las calles de Vitoria en aquellos días de 1976? ¿Su fondo político provenía de sus lugares de origen, de sus historias familiares, o se formaron aquí? Un poco de todo. Josu Santamarina, dice no tenerlo “muy claro”, pero sí recuerda que el libro de Carlos Carnicero La ciudad donde nunca pasa nada. Vitoria, 3 de marzo de 1976, “sí apunta a algo de eso”.
Por un lado, “hay una parte que viene de ser los hijos e hijas de la derrota de la Guerra Civil, porque parte del campesinado español sufrió una represión muy clasista, por ejemplo en Castilla, y mucha inmigración de Gasteiz viene de ahí, de La Rioja, de Navarra... No es casualidad que sean muchos lugares en los que la gente en los años cincuenta tiene que emigrar porque no puede salir adelante con un poco de dignidad”, señala el historiador.
Esa gente que proviene del mundo rural descubre en Vitoria la Doctrina Social de la Iglesia. “Como era la principal institución educativa e intelectual del país, y la única permitida, se podían manejar con más libertad que en otros casos. En los seminarios había más libertad que en otros lugares; el franquismo tenía ese punto casi medieval”, explica Santamarina. Además, la Iglesia vasca euskaltzale y nacionalista “también sufrió parte de esa derrota”, y de hecho en el régimen había no pocas suspicacias con respecto a lo que se hacía y decía en el influyente Seminario de Vitoria.
Un tercer elemento ideologizador es “la experiencia puramente de fábrica. Se crea un paisaje de fabricas y barrios obreros con esos dos ámbitos de lucha, la asamblea de fábrica y la asamblea vecinal. Son aparatos muy eficientes porque no son parte de sindicatos y partidos grandes y escapan algo de la presión, no hay carnets ni siglas, sino relaciones personales”.
Santamarina considera por tanto que “sí había cierta ideologización, basada igual más en las experiencias emocionales, en relatos familiares, en las relaciones con la parroquia, una ideologización muy de base, que luego se elaboraba más”. Surgen entonces los debates sobre integrarse en la estructura de los partidos o seguir con el asamblearismo. Tras el fracaso de la revolución del 68 la izquierda se atomizó y surgieron todo tipo de movimientos en el mundo, que tuvieron también su reflejo en Vitoria. Un ejemplo de esas influencias lo representa Jesús Fernández Naves, uno de los rostros del 3 de Marzo, fallecido el pasado mes de enero, “que venía de la experiencia sindical argentina, donde había influencia de los movimientos de la autonomía obrera italiana, una nueva forma de organización de la clase obrera en los setenta”, afirma el miembro de Memoria Gara.