- A la residencia San Antón de Armuru (Amurrio), con capacidad para 38 usuarios más cuatro para atención diurna y una plaza de urgencia psicosocial, se le ocurrió poner en marcha en lo más duro de la primera ola de la pandemia un equipo telefónico para ayudar psicológicamente tanto a trabajadores, como a familias y usuarios. Así se creó una herramienta "útil", en este tipo de intervención, que ayudó a aliviar angustias, miedos y estrés cuando las visitas a estos centros para mayores estaban restringidas. "Todos los recursos que teníamos entonces eran pocos, así que activamos esta herramienta, dentro de lo que podíamos, para sacar algo de provecho, como cuando las personas estaban aisladas por covid o porque habían sido trasladadas al centro de referencia, que en nuestro caso era la residencia Zadorra", explica la directora de la residencia San Antón de Armuru, Nines Sainz-Pardo.
La idea de crear este equipo telefónico surgió al empezar a ver a familias y a personas usuarias que estaban en una situación de duelo o de incertidumbre y necesitaban que la psicóloga hiciera intervenciones de manera telefónica. "Y no podíamos hacerlas presenciales porque estábamos en plena pandemia. La trabajadora social y yo, tras las conversaciones mantenidas con las familias, empezamos a detectar cuáles eran las personas que estaban en situaciones de esa necesidad", recuerda.
Así, tanto ella misma como la trabajadora social empezaron a escoger a las personas que podían requerir este tipo de atención psicológica. A continuación, enviaban a su psicóloga, Garazi Beltrán de Guevara, una pequeña ficha de estos casos, "con una breve explicación de lo que habían detectado, acompañada del número de teléfono de la persona con la que tenía que intervenir".
Tras ello, la psicólogo verificaba la información que le habían enviado con esas personas que requerían ese tipo de ayuda, para comprobar que era la correcta, y después, se procedía ya a la intervención psicológica como tal. "A veces eran casos de duelo, otros eran de agotamiento emocional, otros por culpa del estrés, y dependiendo del caso, me tocaba efectuar algún tipo de intervención más concreta", aclara esta experta.
Llamaba tanto a familiares, como a usuarios e incluso a trabajadores, "que sufrían problemas de agotamiento emocional, físico, estrés...", derivados de la angustia de tener que enfrentarse a esa situación desconocida. "El no poder llegar era la frase que más me repetían", detalla.
En el caso de los usuarios, y gracias a la ayuda que para ello prestaba la trabajadora social, lo hacía a veces mediante videoconferencias, mientras que con las familias, era sobre todo por teléfono.
Y la frecuencia, se establecía en base a la necesidad, "en algunos casos se alargaba más en el tiempo", precisa Beltrán de Guevara.
Estas llamadas o videoconferencias, que empezaron en marzo, acabaron en junio y fueron clave para mejorar el estado de ánimo de usuarios, familias y trabajadores de la residencia. "Te vas dando cuenta por el tono de voz, por los cambios en su discurso, con frases que dejan de ser tan lapidantes a frases más esperanzadoras. Ellos mismos también te lo agradecen... E incluso cuando llega el momento en el que empiezan a llorar, y se desahogan, sabes que empiezan a quedarse más tranquilos. Son indicativos, que para nosotros, los psicólogos, nos hacen entender que vamos por el camino correcto", especifica. No en vano, esta residencia de Amurrio tampoco fue inmune al covid. "Hubo gente que falleció y para sus familiares fueron duelos añadidos por no haber podido despedirse, ni hacer un acompañamiento oportuno. Fue muy duro", recuerda su directora.
Ello trajo consigo que se tuvieran que limitar las visitas. "Fue muy complicado querer atender las demandas de las familias que querían más flexibilidad en las visitas, cuando no podíamos hacerlo, y ver que los usuarios estaban tristes por no poder verles", lamenta.
Con ello también cambió la labor que hasta entonces hacían trabajadores sociales, como cuenta uno de ellos, Estíbaliz Garmendia. "La labor de la trabajadora social también ha cambiado drásticamente durante la pandemia porque antes las residencias estaban abiertas a las familias. Éstas entraban y salían y todo eso se ha visto afectado por las medidas de prevención", precisa. Y ahora, como destaca, el trabajo es de muchísima coordinación: "La carga de trabajo fundamental es la gestión de las visitas, básicamente, con lo cual las funciones de la trabajadora social a veces se ven relegadas a un segundo plano porque el día a día marca eso: atender en la puerta a la familia que llega, después de despedirla...".
Y, al final, por el covid, todo cambió, como dice Mikel Moreno, uno de sus enfermeros. "La vida en estas residencias transcurre en zonas comunes: hay salones de televisión, bibliotecas, comedores, etc., y luego, dentro de sus posibilidades, salen acompañados a dar paseos, a tomar café, a hacer compras...". Una normalidad que se truncó tras la pandemia. "El salón y el comedor se convirtieron en hospitales de campaña. Se colocaron boxes, con camillas... Al principio fue bastante caótico, todo lo aprendíamos a cuentagotas. Era una situación difícil", afirma.
Y como profesional fue "muy complicado" también, sobre todo en esos primeros momentos, "En un principio no veíamos una solución", añade y ellos vimos tuvieron que hacer esfuerzos. "En muchos casos ampliamos horarios, cambiamos jornadas de descanso, también hubo profesionales que se infectaron y cogieron baja...", detalla.
Pese a ello, la pandemia en San Antón de Armuru también dejó algún que otro buen recuerdo, "como cuando vimos que estaban ya todos negativos, pero cada vez que se hacían PCR nuevas era como pasar un examen final", añade, por su parte, su directora.
Otro gran momento fue ver la solidaridad del Valle de Ayala, cuando hizo una donación masiva de material EPI, en el momento en el que escaseaba. "Las empresas venían a darnos material. El Valle de Ayala se portó estupendísimamente con nosotros. Hubo también vecinos, como personas mayores, que nos dieron mascarillas de tela", especifica.
"La vida en las residencias transcurre en zonas comunes y esta normalidad se truncó"
Enfermero en San Antón de Armuru
"Todos los recursos que teníamos entonces eran pocos, así que activamos esta herramienta"
Dtora. residencia San Antón de Armuru
"Uno de los peores momentos fue cuando trasladamos a un usuario al hospital y dio positivo"
Director de la residencia Albertia