ace décadas que los denominados comercios de toda la vida comenzaron a colgar el cartel de cerrado por falta de relevo generacional. La sangría no ha cesado desde entonces, primero con el cambio de hábitos de compra coincidiendo con la pandemia de las grandes superficies y, ahora, con la pandemia del covid-19. La caída del comercio en Vitoria se cifra en el 4% en doce años. Los establecimientos minoristas se han reducido de 2.899 a 2.776. Y la sangría continúa...
Son muchos los tenderos que se han perdido en el camino y pocos los que mantienen el cartel de abierto, como Carnicerías Elvira. Una marca que los gasteiztarras conocen desde su origen como Carnicería Elvira en 1958 en Fernández de Leceta. Cuando la dueña se jubiló y dejó el negocio, Ángel, con 21 años, y Amelia, con 20, se lanzaron en 1988 a la aventura de iniciar su propio negocio. Decidieron mantener el nombre porque ya entonces tenía fuerza y, pronto, expandieron el negocio con nuevas tiendas en Siervas de Jesús y Coronación hasta que en 1994 dieron el salto a la comida preparada al hacerse con un local con cocina en Hortaleza. Más adelante llegó el obrador de Oritiasolo desde el que despachan a sus otras tiendas porque "seguimos siendo carniceros", se enorgullece Álava.
Al frente del negocio, lo que más ha echado de menos en esta era covid es fiabilidad y seguridad en las medidas que gobiernos e instituciones adoptan para frenar un virus que no se detiene. "Medidas más fiables y seguras que no hubieran repercutido tanto a nivel económico", considera como comerciante. "La sensación de inseguridad a nivel profesional ha sido y sigue siendo brutal; no saber lo que va a pasar y cómo nos puede afectar; sí, he echado en falta más seguridad y fiabilidad en las medidas tomadas contra el coronavirus", se repite a sí mismo. Y no parece ser el único, ya que una encuesta de la asociación de comerciantes Gasteiz On concluye que, incluso en marzo y abril, con los primero coletazos de la pandemia, los comerciantes de la ciudad eran más optimistas, que el miedo es mayor ahora, sobre todo en el sector del textil, que ya sufrió muchísimo durante los meses de confinamiento y sigue haciéndolo debido a la estrepitosa caída del consumo familiar.
"Y eso que, al final, las tiendas del sector de la alimentación hemos tenido suerte, entre comillas, si se puede llamar suerte", apunta Álava. De hecho, hogar y alimentación son los sectores que mejor están funcionando en esta crisis sanitaria. En su caso porque desde el inicio de la pandemia, el Gobierno consideró la alimentación un servicio básico, de primera necesidad, lo que le permitió seguir atendiendo a los clientes de siempre y a otros nuevos detrás del mostrador cuando sólo se podía salir de casa para ir al médico o abastecerse de comida. Así que, mientras la pandemia sanitaria aprieta, incluso ahoga, este empresario del comercio sacó partido de la fuga de clientes de las casas de comidas y se lanzó a la conquista de Zabalgana con su histórico negocio de carnicería y comida preparada, y en noviembre, Ángel y su esposa Amelia abrieron su octavo establecimiento, a contracorriente, sin que el coronavirus lograra dar al traste con sus planes. De hecho, durante la pandemia, en Elvira han trabajado por encima de lo normal. Sin hostelería ni comedores escolares, el boom de la comida preparada se ha ido afianzando y disparando el gasto en alimentación.
No obstante, este comerciante sabe que su caso es una excepción y que la realidad del comercio en Gasteiz es bien distinta. Según una estudio de Gasteiz On elaborado en octubre, la mitad de los comercios se ha endeudado y la otra mitad ha conseguido ir tirado gracias a los ahorrillos. El 84% ha solicitado expedientes temporales de regulación de empleo para sus plantillas (ERTE). La facturación ha bajado en el 80% de los establecimientos tras tres meses sin mover la caja registradora y hay comercios que cifran sus pérdidas en el 60%. A estas alturas, los comerciantes únicamente se agarran a la esperanza de los bonos de compra puestos en el mercado por las instituciones para fomentar el consumo, ya que basta dar una vuelta por las áreas comerciales de la ciudad para comprobar lo vacías que deslucen las tiendas en Vitoria.
A nivel más personal, Ángel ha echado y echa de menos la libertad de moverse sin restricciones. "No sabíamos que éramos felices" -reflexiona- y "hasta que no nos han quitado todo lo demás, no nos hemos dado cuenta de que no estábamos tan mal... No poder estar con los amigos, con la gente quieres... Es muy duro para todos", indica.
"He echado de menos medidas más fiables y seguras contra la covid que no dañaran tanto la economía"
Carnicerías Elvira