La similitud de los fósiles encontrados en la Cueva de Altamira con algunos dientes de tiburón descubiertos en rocas cretácicas de los Montes de Vitoria, en Gasteiz, y estudiados por Carmelo Corral en su tesis doctoral, ha permitido ahora identificarlos taxonómicamente (Cretolamna borealis y Anomotodon hermani), precisar su edad geológica (concretamente unos 75 millones de años, piso Campaniense) y proponer un posible origen geográfico cercano.
Gracias a esa identificación se ha contribuido notablemente a incrementar su valor histórico y científico. Se ha propuesto, así, que los prehistóricos magdalenienses pudieron haber recogido los fósiles en alguno de los afloramientos naturales del Cretácico Superior de la costa de Cantabria y haberlos llevado a la cueva, escasamente situada a 8-10 kilómetros de la actual línea costa.
También se ha estudiado otro diente aislado de tiburón fósil procedente de la cueva de Aitzbitarte (Errenteria, Gipuzkoa), cuya edad es más moderna que los anteriores ejemplos. Los dientes de tiburón de Altamira y Aitzbitarte forman parte de una investigación más extensa sobre fósiles de animales vertebrados e invertebrados en la Prehistoria.