Solo tres de los 251 municipios que hay en Euskadi han podido sortear hasta ahora la pandemia de coronavirus sin un solo infectado. Se trata de Lagrán y Kripan, en Álava, y de Beizama, en Gipuzkoa, que han esquivado la covid a base de cumplir las medidas sanitarias y evitar toda movilidad innecesaria, según revelan sus responsables municipales.
En los tres casos son pueblos rurales, con una población que no supera los 180 habitantes, en su mayoría de edad avanzada y alejados de grandes núcleos urbanos.
Kripan, uno de los pueblos más altos de la Rioja Alavesa, está situado en una ladera de la Sierra de Cantabria, a 45 kilómetros de Vitoria y 17 de Logroño.
Su alcalde, Joseba Fernández, revela que una de las claves que ha podido alejar al virus del pueblo es que ninguno de sus casi 180 vecinos se ha ido este año de vacaciones. Además, los visitantes que han acudido este verano a Kripan "son de Vitoria, siempre los mismos y se han quedado todo el verano".
El único bar del pueblo también "ha hecho las cosas bien", dice el alcalde. Se han guardado las distancias en la terraza, la gente ha llevado mascarilla y se han respetado las medidas "a rajatabla".
"En mi cuadrilla, si nos hemos juntado 14 o 15 personas, nos hemos sentado en varias mesas", relata Fernández, que explica que en Kripan hay dos bodegas familiares y una cooperativa de vino pero no reciben visitas.
La mayoría de los vecinos en activo se dedica a la agricultura y, aunque vayan al médico o a comprar a Logroño, Oyón, Laguardia y Lanciego, respetan todas las restricciones.
Ese cumplimiento, la escasa movilidad y "un poco de suerte" son también los tres ingredientes que menciona el alcalde de Lagrán, Jose Mari Martínez, para evitar los contagios.
Ubicado en las faldas de la Sierra de Cantabria y a escasos 20 kilómetros de Kripan, Lagrán tiene 170 habitantes y más de la mitad están jubilados. Quienes trabajan, lo hacen en Bernedo y Vitoria.
"Tenemos bastante cuidado, evitamos las aglomeraciones y en el bar del pueblo, donde hay más peligro, estamos separados", explica el primer edil, que confiesa no obstante su temor a que estas Navidades la gente se meta dentro del bar por el mal tiempo y haya algún contagio.
En el centro geográfico de Gipuzkoa se encuentra Beizama, el único municipio de este territorio sin ningún caso desde el inicio de la pandemia, logro que sus habitantes atribuyen más "a la suerte" que a cualquier otra consideración.
Con una superficie que ronda los 17 kilómetros cuadrados y tan solo 143 habitantes, es una de las localidades guipuzcoanas más despobladas y su emplazamiento accidentado, entre bosques y montañas, la convierten en un paraíso natural a casi 500 metros de altitud y aislado de toda aglomeración humana.
La baja densidad poblacional "ayuda" sin duda a la hora de eludir los contagios, ha dicho a EFE el secretario e interventor municipal, Oihan Ostolaza, quien no obstante cree que están teniendo "mucha suerte" porque gran parte de sus vecinos se desplazan habitualmente fuera del pueblo.
En torno a una cuarta parte de la población es mayor de 65 años y se desplaza muy poco, pero los menores de 18, del orden del 15 %, se trasladan a diario a colegios e institutos de Azpeitia, salvo los más pequeños, que van a la escuela infantil de la vecina Albiztur.
Pero el grueso de los habitantes de Beizama, explica Ostolaza, va a trabajar o a comprar a otros municipios, sobre todo a Azpeitia y Azkoitia, donde la pandemia ha tenido bastante incidencia.
La única "medida extraordinaria" adoptada por el Ayuntamiento ha sido cerrar desde el principio el parque infantil, comenta el secretario, que agrega que cumplen todas "las restricciones" porque "la gente está muy concienciada y ve lo que pasa alrededor".
El único bar-restaurante del pueblo, ahora cerrado, ha estado funcionando durante los periodos autorizados pero "no ha habido ningún problema" pues, durante la semana, solo trabajaba con gente del pueblo y los fines de semana principalmente con visitantes "de alrededor".