- El Valle Salado de Añana continúa dando sorpresas con cada prospección arqueológica que se realiza en la zona. No en vano, en ese espacio del territorio alavés han trabajado sucesivas culturas desde hace miles de años explotando las afloraciones salinas, dejando testimonio de la historia desde el Neolítico hasta nuestros días.
Este año, novena campaña del programa anual de excavaciones arqueológicas en el interior de las salinas que finalizó la semana pasada, uno de los descubrimientos más llamativos ha sido la localización de un canal de madera para la salmuera de más de 1.200 años de antigüedad. Se trata de un descubrimiento que aporta información muy valiosa sobre los métodos y técnicas productivas de los antiguos salineros y salineras de Añana.
Las últimas campañas estuvieron centradas en descubrir los orígenes de la producción de sal en la zona llamada Puente Palo, junto a los manantiales. En ese espacio, aún por terminar, se documentaron miles de fragmentos de cerámica y carbones de la producción de sal y su conservación en el Neolítico, hace unos 7.000 años, lo que convierte al Valle Salado en la fábrica de sal viva más antigua del mundo. Los trabajos de este año se han desarrollado junto a otro de los manantiales de salmuera, La Ontana, que es la zona con la diacronía más amplia de todo el valle. Sobre rellenos de arrastre del Neolítico se estableció un área de producción en el Calcolítico, en torno al segundo milenio antes de Cristo, en la que se producía la sal por evaporación forzada mediante el uso del fuego.
Ese lugar, La Ontana, muestra suelos bien compactados sobre los que se disponen hogares para cocer la muera. Hacia el río se encuentran las zonas de vertido, separadas de las de trabajo por un entramado vegetal sustentado por postes. Los vertidos contienen gran cantidad de fragmentos cerámicos, entre los que destacan los campaniformes, no sólo por su forma de campana sino por su profusa decoración impresa de estilo Ciempozuelos, curiosamente otra salina del centro peninsular.
Sobre estos rellenos de época prehistórica se sitúan directamente estructuras de producción de sal fechadas en el IX después de Cristo, coincidiendo con la primera mención en la documentación escrita sobre las salinas de Añana. En concreto, en el año 822 se funda el monasterio de San Román de Tobillas, situado a sólo 20 kilómetros de distancia, y entre las muchas posesiones que se mencionan se encuentran 23 eras de sal, un pozo y raciones en las fuentes de salmuera.
Pero lo más destacado de esta campaña es, sin duda, constatar una vez más el poder de conservación de la sal, que ha permitido que el personal arqueólogo y las personas visitantes hayan podido ver en directo eras de arcilla construidas sobre troncos de madera de pino, pozos y, lo más sorprendente, un canal con tapas de madera conservadas en perfecto estado que recogía el sobrante de salmuera de las eras y la conducía a un pozo, en el que se recuperó el primer trabuquete -grúa de elevación de salmuera- del Valle Salado de Añana.
Una vez terminados los trabajos de campo, los investigadores seguirán analizando los datos obtenidos en el laboratorio con el fin de seguir descubriendo los secretos del Valle Salado de Añana y a la espera de reanudar los trabajos arqueológicos el próximo año, según informaron ayer la Fundación Valle Salado y la Diputación Foral de Álava.
Antecedentes. Las últimas campañas estuvieron centradas en descubrir los orígenes de la producción de sal en la zona llamada Puente Palo, junto a los manantiales. En ese espacio, aún por terminar, se documentaron miles de fragmentos de cerámica y carbones de la producción de sal y su conservación en el Neolítico, hace unos 7.000 años, lo que convierte al Valle Salado en la fábrica de sal viva más antigua del mundo. Los trabajos de este año se han desarrollado junto a otro de los manantiales de salmuera, La Ontana, que es la zona con la diacronía más amplia de todo el valle.