espertar las inquietudes tecnológicas de las niñas, monitorizar que los tornillos de un molino eólico sigan tan ajustados como el primer día, incrementar la productividad de una empresa haciendo un análisis exhaustivo de sus datos o diseñar todo tipo de componentes personalizados para el sector médico, aeroespacial o industrial son cuatro de los 79 proyectos que acaban de ser beneficiados con las ayudas al emprendimiento de la Diputación Foral de Álava. Un total de 879.021 euros, cofinanciados al 50% por los fondos europeos de desarrollo regional (Feder), pretende impulsar y seguir apoyando a estos negocios y asociaciones alaveses de reciente creación, de ahí que el consejo de gobierno foral diera su visto bueno para aprobar la convocatoria de 2020, el pasado 30 de junio. Todo un colchón financiero que la institución foral otorga teniendo en cuenta que “la creación de empresas constituye una de las bases fundamentales para la creación de empleo y la generación de riqueza”. Y más ahora, en tiempos de pandemia. Por eso, cuatro de sus perceptores explican a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA de qué manera estas subvenciones forales les van a echar una mano ya sea desde el nacimiento de la idea, hasta su puesta en marcha, lanzamiento o consolidación.

Si hay algo que caracteriza a esta asociación, nacida en 2018, que desarrolla actividades, proyectos formativos y motivacionales para acercar a las niñas el mundo de la programación y de los productos tecnológicos y científicos como explica Itziar Aloria, es el “que hace hincapié en la perspectiva de género”, desde distintos ámbitos, como educación, cultura, tecnología, entre otros. Uno de sus proyectos es el de Neskak in code (www.chicasincode.org, ya que, como recuerda Aloria, según el estudio Women in tech: “en 2015 las mujeres suponían un 57% en el total de todas las ocupaciones profesionales y sólo un 25% de los puestos relacionados con la informática y computación”. Para romper esta brecha de género, “se intenta abrir la puerta de la tecnología a las niñas, dotándole de las herramientas suficientes, para que ellas puedan superar ese rol de género y puedan visibilizar que también tienen su papel dentro de este sector. La tecnología que usamos hoy en día y usaremos en el futuro va a definir el tipo de sociedad que tendremos. Por ese motivo es primordial que esté pensada y desarrollada, también por mujeres”, subraya. Así, gracias a este proyecto ellas tienen un primer contacto con el desarrollo de productos tecnológicos, mediante actividades como robótica, un laboratorio de drones, que utiliza una plataforma tecnológico-educativa, o la programación de sus propios videojuegos. “La tecnología ha venido para quedarse”, añade. Sin ir más lejos, la pandemia, como recuerda, acaba de demostrar lo importante que es, como el uso que se han dado a las videollamadas para poder estar en contacto con familia y amigos y para poder continuar con las relaciones laborales, además de lo fundamental que ha sido para seguir con la formación online. Precisamente, gracias a estas ayudas del emprendimiento de la Diputación, podrán mantener su actividad, la de seguir formando a las niñas, “pero dando un segundo paso más, porque además de no parar nuestra actividad nos va a permitir desarrollar un prototipo online, para ofrecer esa formación por internet. Es muy importante que las instituciones aprueben proyectos de perspectiva de género. Es clave para generar retorno social y económico”.

Olaia Gómez y Borja Balparda están al frente de esta joven empresa, nacida hace dos años y con sede en BIC Araba, que moderniza y digitaliza las empresas dando valor al dato (Big Data). Una buena gestión de los mismos puede hacer que la empresa que les contrate sea un 5% mas productiva y un 6% mas rentable “Lo que nos hace especiales es que todos los proyectos los hacemos personalizados. Son de inteligencia artificial llave en mano y gracias a la red de colaboradores que tenemos nos permite ofrecer servicios auxiliares y complementarios”, explica Balparda.

En resumen, son expertos en datos para lo que ofrecen servicios de comercio digital u optimización de costes en sectores tan diversos como logística, energía, industria 4,0 y agricultura 4.0, entre otros. “Todo lo que hacemos se traduce en una mejora económica, para que se venda más o se gestione mejor el stock”, resalta. Un ejemplo claro es el del comercio electrónico, “optimizamos la campañas publicitarias, cogiendo datos de Google Analytics para saber el impacto que éstas tienen en redes sociales”.

En cuanto a las ayudas forales que acaban de recibir, afirma que les “suponen una ayuda completamente decisiva, ahora que estamos iniciando nuestra actividad. Al final, en el País Vasco hay mucho talento y hace falta que se siga apoyando porque dar el paso de montar nuestro propio negocio es dar un salto al vacío y hay que intentar que éste sea con el menor riesgo posible”. También tienen claro para qué van a destinar la subvención: “para la construcción de un sistema de elearning (aprendizaje por internet), una idea que ya teníamos pensado hacer y que la pandemia nos la ha reforzado”.

Alejandro Anda y Jaime Fernández son socios en Inalia, una empresa recientemente creada, el pasado mes de abril, con sede en BIC Araba, basada en el sistema IoT (el llamado internet de las cosas) que permite hacer una monitorización de las uniones atornilladas para hacer una medición continua y de forma generalizada de todas ellas. Lo que tiene “múltiples aplicaciones” como señalan estos simpáticos jóvenes. “Cuando hablamos de grandes instalaciones, como molinos eólicos, que tienen hasta 5.000 tornillos, mil y pico de ellos pueden ser críticos porque están uniendo las palas o piezas que están en constante movimiento, sometidas a muchas fuerzas. Aunque se diseñan para que duren 20 años, se pueden aflojar y que se rompa una parte de la estructura”. Lo que, como agregan, costaría “un dineral” y que “un montón de viviendas” se queden, por ejemplo, sin la electricidad que les proporciona ese molino averiado. “Otro ejemplo de aplicación es en la obra civil para las grandes estructuras metálicas en las que tienes que asegurarte de que sus tornillos tampoco sufran”, ilustran.

La monitorización que hacen de esas uniones atornilladas suponen grandes ventajas. La primera, como especifican, es que no se tiene que mandar a un lugar en concreto un par de personas a que revisen si están bien o no ajustados. “Aparte de que ese mantenimiento supondría tener que parar dos horas un molino eólico y riesgo laboral, al tener que subirse la persona encargada de mantenimiento a esa altura, por no hablar del ahorro de costes”, precisan. Gracias a su sistema, y a lo mucho que está avanzando la tecnología “te ahorras eses sistema preventivo porque cambia el enfoque para que el mantenimiento sea proactivo. Lo monitorizamos continuamente en una plataforma online, que además analiza esas señales de alerta crítica y podemos programar planes de mantenimiento, pero de tornillos determinados, no de todos, sino de los que estén peor, planificándolo, además, con tiempo y en esas condiciones especiales”. En definitiva, el objetivo de Inalia es reducir costes de mantenimiento y riesgo estructural. “Cualquier sector que tenga uniones atornilladas o de difícil acceso, tiene cabida en nuestra empresa”, aclaran.

Y aunque hay más empresas que se dedican a ello, “lo que nos diferencia es la tecnología, que es no intrusiva, no tocamos el tornillo, hacemos una monitorización continua de todo el ciclo del tornillo, con acceso a los datos en tiempo real”. Por eso son los que agradecen ayudas como las forales al emprendimiento. “En un estado temprano de una empresa es clave para poder seguir con el proyecto. Nosotros las vamos a dedicar a continuar con el desarrollo porque implica muchos ensayos de laboratorio para poder certificar y validar el producto”. Su horizonte profesional ideal es el de “poder industrializarse y que seamos una referencia en el sector eólico de aquí a 1-3 años”, desean.

Mizar Additive Manufacturing es una service bureau y el sector aeroespacial con cinco tecnologías distintas de fabricación aditiva y ocho máquinas repartidas entre materiales plástico y metal. “Somos la única empresa privada certificada bajo los tres estándares de calidad ISO 9100, ISO13485 e ISO9001, así como la única empresa que ha certificado la primera pieza avionable bajo los estándares de ITP Aero a nivel estatal y licencia sanitaria para fabricación de productos sanitarios”, explica Beatriz Andújar, responsable de calidad.

Desde que empezó la pandemia, Mizar se puso en disposición de Gobierno Vasco y Osakidetza para colaborar y aportar nuestros recursos, tecnología y know-how en todo aquello que pudiera ser de interés y necesidad. “Hemos tratado de escuchar a los profesionales sanitarios ofreciendo nuestros servicios de ingeniería y fabricación a los centros de innovación de Osakidetza (BioAraba y BioCruces). Cabe destacar el gran esfuerzo realizado por el equipo de Mizar, que desde el inicio del estado de alarma han trabajado sin descanso con el objetivo de aportar un granito de arena a los profesionales sanitarios que han estado al pie del cañón. Hemos tenido que reinventarnos a la vez que seguir creciendo a nivel de empresa para poder consolidarnos como empresa referente a nivel estatal en fabricación aditiva”, destaca.

De los distintos desarrollos llevados a cabo, Mizar lleva industrializados a día de hoy ocho nuevos productos para uso sanitario. Algunos ya han sido certificados por los organismos notificados correspondientes, y en otros estamos en vías de certificación, como es el caso del producto Arnastu, un respirador invasivo que está en vías de prueba en el animalario de Cruces.

2020, el año de pandemia, ha sido el de consolidación de Mizar como empresa referente en la industria aditiva, “y más dadas las circunstancias que nos rodean”, matiza Andújar. Su mayor campo de trabajo, además del sector médico, se centra en la industria aeronáutica y automoción, “que como todos sabemos, no están pasando su mejor momento. Donde muchos ven pesimismo, nuestros clientes están viendo la fabricación aditiva como una oportunidad de recuperar el tiempo perdido gracias a las ventajas de la tecnología (time to market, reducción de peso, libertada de diseño, sin costes recurrentes…)”.