Es curioso cómo en estos días de confinamiento la manera de pensar y de actuar ha ido cambiado con el paso de los días y si no, basta con recordar la rabia que daba antes las colas de los domingos para ir a por el pan, el periódico y los pasteles. La época en la que uno quería poner pies en polvorosa en cuanto veía unas pocas personas que aguardaban su turno fuera y que podían arruinarle su momento de disfrutar del aperitivo, frente a las filas de ahora, en las que no queda más remedio que armarse de paciencia que hacerlas y guardando respetuosamente los dos metros de distancia de seguridad, como muestra una de las imágenes sobre estas líneas. Si bien, al menos ahora las hileras se amenizan mucho más, gracias los establecimientos que cuelgan los dibujos de sus clientes y a las frases que animan a llevar a sus comercios todo tipo de ilustraciones, con las que poder dar las gracias a los sanitarios. Los pocos que tienen ahora la suerte, o la desgracia, de tener que seguir saliendo a la calle para trabajar ven cómo ahora los operarios desinfectan bicis y cuando caminan, ya no miran abajo. Han comenzado a tener la costumbre de estirar el cuello para ver qué hay de nuevo en los balcones. Y no es para menos porque el repertorio va desde corazones a frases inspiradoras como las de la residencia Ajuria: Un día más, una noche menos. Guardo un beso para cuando él se vaya y tú vengas o el lema de esta pandemia: Todo va a salir bien.
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