- “Lo más duro, con respecto a mi ama, es no poder abrazarla, besarla, darle mimos. Ataviadas con guantes y mascarilla, cuando entramos en su casa nos pone cara rara y se me hace muy duro. Nosotras siempre hemos sido muy besuconas, y eso ella lo hecha en falta debido al metro y medio de distancia que mantenemos. Pero cuando hay que atenderla, llevarla al baño, asearla, acostarla, ahí, aún con guantes, aprovechamos para tocarla suavemente y le decimos que esto pasará”, admite Virginia Seoane.

En este sentido, Isabel Martín coincide con Virginia con respecto a qué está siendo lo más duro estos días, la falta de contacto físico con los padres. “Como ocurrió en la celebración del día del padre, no poder darle un abrazo y un beso a mi padre fue muy duro. Y el hacerle entender a mi madre, que por su deterioro cognitivo su memoria va y viene, que no podamos despedirnos como siempre”, reconoce Isabel.

Con respecto a los hijos, la situación es diferente. “Con mis hijos, lo más duro está siendo el aumentar la paciencia en momentos en los que se ponen más nerviosos y ansiosos por el hecho de no poder salir a la calle, estar con los amigos, hacer sus actividades de ocio...”, relata Isabel.

Entre las medidas para frenar el coronavirus, el Gobierno Vasco decretó el cierre de los centros de día de Euskadi, una decisión motivada por la vulnerabilidad de los usuarios de este servicio. “Quiero aprovechar para dar las gracias por la labor que hacen en los centros de día las trabajadoras sociales, las auxiliares, los enfermeros y todos los trabajadores. Si ya agradecía la labor diaria que hacen con mi madre y con otros ancianos del centro de día, ahora me doy realmente cuenta de la importancia y el valor que tienen para este colectivo de la sociedad”, explica Isabel.