- Por la estación de servicio pasan a diario con destino a Vitoria, Logroño o para acceder a la autopista cientos de conductores. Fernando Santamaría, su propietario, es miembro de esa conocida familia de Laguardia que lleva en su ADN el trabajo, la iniciativa y el emprendimiento, por lo que muchos de ellos son hoy en día empresarios de éxito.

¿Cuál es la historia de esta gasolinera, la única junto a la de Oion?

-La gasolinera está abierta desde 1970 y en 1980 la cogí yo. Su crecimiento se produjo cuando hicimos una obra para construir un muro de contención de líquidos, porque los agricultores y los conductores de coches cambiaban el aceite en un foso que yo había puesto. El aceite fluía con el agua y descendía por la pequeña cuesta y al construir el muro para evitarlo me di cuenta de que queda espacio para levantar una lonja y fue cuando puse un taller mecánico de Renault, en colaboración con la Agencia Renault de Vitoria.

¿Funcionó aquella iniciativa?

-Empezó a funcionar muy bien y a los dos o tres años construí la exposición de arriba. Solo en el año 1988 llegué a vender 102 coches nuevos y 60/70 de segunda mano, con la particularidad de que yo era el de la grúa, el que tasaba el usado, el que lo compraba, el que vendía el nuevo y el que iba a Vitoria a por él. Aquí no había jefe de ventas ni nada parecido.

Pero un grave suceso lo truncó€

-El problema gordo se produjo el 13 de agosto de 1988, cuando a las siete menos cinco de la mañana ETA atentó contra los concesionarios de Renault de Laguardia, Haro y Logroño y lo pasamos muy mal. Entonces tuve que trasladar mi residencia a Logroño, donde viví desde septiembre de 1988 a diciembre de 2005. Pero seguí funcionando: hicimos más obras, ampliamos el taller, la casa en la que vivía la convertimos en restaurante y así hasta el año pasado, cuando transformamos lo que era exposición de coches, en la parte superior, con 250 metros, y se lo alquilé a Mémora para poner un tanatorio, porque no hay ninguno desde Logroño hasta Vitoria. El ponerlo en Laguardia es mucho más cómodo que tenerlo en Villabuena.

¿Ese tanatorio ha tenido muchas dificultades para abrirse?

-Ha tenido un trámite muy largo, de casi dos años, por cuestiones burocráticas con el Ayuntamiento de Laguardia. Se tuvo que cambiar la calificación de suelo, porque esta era zona industrial, y quien me ayudó para que saliera adelante fue el alcalde Pedro León. Si no hubiera sido por él, Rioja Alavesa no tendría tanatorio.

La gasolinera de Laguardia suplía una carencia, ¿dónde llenaban los depósitos hasta entonces?

-En Logroño. Todo el mundo iba a Logroño a todo. Ahora hemos mejorado el servicio y para la gente que va al campo tenemos pan del día, hojaldres, magdalenas, pastas, sardinillas y bonito, chorizo y panceta, y también vendemos vino de casi todas las bodegas de aquí. De todas es imposible.

También tienen una amplia variedad de delicattessen€

-Así es. Tenemos productos de calidad de Rioja Alavesa, pero también de Huelva, como el jamón con un lomo o una caña por 60 euros a jamones por 200 con sello de calidad. Además, tenemos gambas, patatas€ todo a buen precio.

¿Fue duro crecer en un nuevo negocio?

-Así es. Cuando comenzamos a trabajar en 1970 veníamos a dormir a la gasolinera, porque entonces se abrían todas las noches, y teníamos un colchón para podernos tumbar. En esa época solo vendíamos algún aceite serie III, HD€ para los vehículos y alguna lata de Coca Cola para los agricultores cuando iban al campo. Pero ahora tenemos de todo, tanto de alimentación, como material. Incluso los vecinos de la zona vienen aquí a comprar.

Todo esto habrá supuesto un buen apoyo a la creación de empleo€

-Nosotros comenzamos dos, y yo tres, y ahora en la gasolinera estamos ocho personas, contando a los que distribuyen con el camión, y otros ocho en otras tareas, con lo que somos dieciséis personas. ¡Y eso que empezamos dos y medio!

Dicen que en la gasolinera en la que paran camiones se come muy bien€

-Aquí se come genial. En el restaurante Las Postas, la persona que lo lleva es una gran profesional y por 12 euros te ofrece diez primeros platos, diez segundos, vino de Rioja y servilleta de tela, que eso no hay en ningún sitio.

Además del suministro de combustibles, aquí se ofrecen otros servicios, como el gasoil a domicilio.

-Nosotros atendemos desde Logroño a Laguardia llevando gasóleo, tanto para calefacción como para uso agrícola. Ahora hemos comprado otro camión nuevo en enero y el viejo, que ya tiene 28 años lo usamos para llevar a las obras que se realizan en el monte, donde están haciendo las obras del regadío y hay mucho barro. Pero cuando comenzamos, era yo quien repartía el gasoil con una furgoneta con ocho bidones de 200 litros. Los tenías que tirar al suelo, echarlos en la lonja del agricultor, volverlos a poner tiesos, recoger los viejos bidones y traerlos a la gasolinera, Y esto daba muchos problemas, porque la mayoría tenía suciedad y los filtros se estropeaban€ afortunadamente aquellos tiempos ya han pasado.

¿Cuál sería el recuerdo más agradable de estos cincuenta años?

-Uno de los mejores recuerdos que tengo, y son muchos, fue cuando en el año 2008 el Sindicato Empresarial Alavés (SEA) me nombró Empresario Alavés del Año. Y me gustó muchísimo aquello.

¿Y el peor momento?

-El peor fue cuando ETA nos puso la bomba el 13 de agosto de 1988. Aquello no fue contra personas, según decían, sino contra productos franceses, como era Renault. Tuve que emigrar a Logroño, pero no dejé de estar aquí. Yo quiero estar aquí, porque es mi pueblo y aquí me siento feliz.

Y además está la extensa familia Santamaría€

-Si, es verdad, y me da no se qué decirlo. En Laguardia estamos en Villa Lucía, el hotel Villa de Laguardia, el restaurante Marisa, el restaurante El Collado, el restaurante Las Postas y algunas bodegas€ No podemos parar, lo llevamos en la sangre. Tengo 72 años y no me pienso jubilar nunca

¿Eso quiere decir que hay otros proyectos a la vista?

-Hay muchos. El más importante es que enfrente de la gasolinera tengo una finca y sería muy bueno hacer un supermercado grande para toda la zona, con un parking y una casa rural grande u otro hotel. Allí hay 6.000 metros y sería muy bueno para ese proyecto. En la comarca no hay nada parecido y la gente se va a comprar a Logroño. Pero debería ser algo realmente grande, con 40/50 personas en el supermercado y 20/30 para el hotel.

De cara al futuro, ¿habrá transmisión familiar del negocio?

-Directa no, porque mis hijas optaron por desarrollar otras actividades profesionales. La mayor, Natalia, hizo filología inglesa en Deusto, hizo un master en Canadá, es doctora por Harvard y vive en Nueva York y es profesora de Hispánicas y Filología. Y la pequeña, Andrea, es odontóloga en Madrid y está en el top 10 de estos profesionales en Madrid.

La gasolinera no es solo negocio, sino también punto de encuentro.

-Aquí nos reunimos todos los días en el txoko, podemos estar cuatro o catorce, pero todos los días del año vengo de casa a la gasolinera, bajamos al txoko y aquí vienen los amigos a almorzar y charlar. Se aprende muchísimo hablando con la gente.

¿Estaba previsto que acudiera mucha gente a los actos de celebración del medio siglo de la gasolinera?

-Sí, la ceremonia la iba a dirigir mi gran amigo Pedro León y estaba organizada para 112 personas. Pero por responsabilidad democrática, porque muchos tienen 60 o más años, vamos a retrasar la celebración a junio. Me hubiera gustado tener un campo de fútbol para poder comer con todos mis amigos, pero no era posible. Lo celebraremos en Villa Lucía, porque no cabíamos en Las Postas, con un aperitivo previo y un extraordinario menú y con la proyección de un video del historial de la gasolinera, desde que eran tres surtidores viejos con una tejavana de uralita.

"El peor momento fue cuando ETA nos puso la bomba el 13 de agosto de 1988. Fue contra productos franceses, como era Renault"

"Enfrente de la gasolinera tengo una finca y sería muy bueno hacer un supermercado con parking y un alojamiento grande"