Vitoria - El sábado, en la vigilia de la festividad del Corpus Christi, en el convento de la Santa Cruz-Dominicas (Pintorería, 96) el obispo de Vitoria, Juan Carlos Elizalde, en nombre de la adoración nocturna de Vitoria, que reúne a mujeres y hombres en un encuentro de oración una vez al mes, entregará una placa a su adorador veterano más constante que ha alcanzado ya el millar de vigilias, José María Ortiz de Zárate. Ya en el año 2007 se le reconocieron las 850 vigilias en un acto en la parroquia de San Mateo. Toda una hazaña, si se tiene en cuenta que en la historia de la adoración nocturna de Vitoria solamente otro adorador, José María Palomar, logró la cifra de las mil noches en vela.
Ortiz de Zárate nació en la localidad alavesa de Aprikano hace 96 años, es el 14 de un total de 15 hermanos, está casado con Pilartxo, tienen dos hijos y tres nietos, y su vida laboral ha estado ligada durante 39 años a la antigua Caja de Ahorros Provincial de Álava.
Recuerda sus inicios en “Los luises”, de San Luis Gonzaga, cuando contaba con 25 años, por lo que alcanzar las 1.000 noches en vela rezando supone que este hombre ha mantenido una fidelidad de más de 71 años a esta práctica cristiana.
Durante este tiempo, este adorador veterano se ha hecho cargo de la tesorería de la adoración nocturna vitoriana, reflotando sus arcas, y organizando viajes y peregrinaciones que fueron generando pequeños ahorros.
Este alavés reconoce que, además de la constancia y fidelidad, este número sólo se alcanza si uno tiene salud y el cuerpo y la cabeza responde. A ello ha contribuido seguramente algunos hábitos de vida como el que lleva desde hace años, rezando laudes y vísperas todos los días y, mientras reza pedalea en la bicicleta estática.
Ha conocido hasta la fecha a ocho papas diferentes: Pío XI, Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco. Cuando se le pregunta por este último dice que “no ha querido vivir en palacio sino en Santa Marta, y eso lo dice todo”. No comparte aquellos usos del trato a las dignidades eclesiásticas de eminentísimos y excelentísimos, mucho mejor el trato cercano que demuestra el actual papa Francisco. - Vicente L. García