Zambrana - Zambrana podría convertirse en un enclave importante para la producción de frutales de cáscara dura si termina por prosperar un proyecto tutelado por Neiker, impulsado por la ADR de Añana y el Ayuntamiento de Zambrana y en el que una multinacional de origen catalán tiene gran interés para autoabastecerse de esos frutos: nueces, avellanas y almendras.

La localidad fue la primera del País Vasco en contar con una extensa red de regadío, gracias a la abundancia de agua, según recuerda Aitor Abecia, su alcalde. Además, es un agua barata para los agricultores, ya que a la abundancia se une que el suministro se realiza por gravedad, lo que evita las costosas facturas eléctricas.

Esa fue la razón de que hasta no hace mucho tiempo “hubiera muchos agricultores en la zona. En cada familia había al menos uno”. Pero los tiempos fueron cambiando. La industria y los servicios fueron más atrayentes para mantener a las familias, las comunicaciones facilitaron los desplazamientos más rápidos a los núcleos urbanos: Vitoria y Miranda por un lado, Haro y Burgos por el otro, “y al final quedaron cuatro agricultores que se enfrentan a los bajos precios del cereal, tan extendido en la zona; la remolacha, que está entrando en una grave crisis, o las patatas, que dan mucho trabajo”. Con ese panorama “no se ha producido relevo generacional en el campo” y las perspectivas de una agricultura rentable están en entredicho.

Hubo algún intento previo antes de la experiencia de probar los frutos de cascara dura. Así se realizaron experimentos con arándanos y grosellas, frutas con las que se puede crear un sólido mercado con los reposteros de Vitoria. Pero fue Neiker quien encontró la posible clave a desarrollar en la zona, Y es que tras un estudio sobre el terreno se detectó que la zona comprendida entre Zambrana y La Puebla de Arganzón es excelente para el desarrollo de frutales como la nuez, el avellano y la almendra. Y, al estudiar los mercados, se comprobó que nuestro país es deficitario en esos productos, la mayoría de los cuales llegan desde otros países. Lo único que se debería tener en cuenta son las variedades: las nueces para que se asemejaran a las más comercializadas en nuestro país; los avellanos para que se dieran en plantas de formato arbusto para facilitar la recolección, más difícil en el caso de las plantas de varas y que los almendros fueran de las calidades más altas.

A esos estudios no fue ajena una empresa multinacional catalana, cuyo nombre no se ha desvelado, que estaría interesada en la compra de toda la producción que se diera en Zambrana. La cuestión es que todos estos frutales necesitan un ciclo de alrededor de cinco años para comenzar a entrar en explotación y esa demora no atrae a quienes tienen los terrenos y la posibilidad de transformar eriales o cultivos en regresión en plantaciones viables económicamente.

Por eso, los promotores hablaron primero con la Diputación, que facilitó algunas ayudas para impulsar ese cultivo. Pero el verdadero impulso fue cuando Neiker y el resto de entidades e instituciones mencionadas anteriormente decidieron llevar a cabo la experiencia de plantar una hectárea con estos frutales.

La parcela ya está en plena fase de desarrollo. El riego, abundante en algunos casos como el nogal, se realiza por goteo, controlando la necesidad de agua en cada momento y su aporte inmediato desde un depósito cercano. En cuanto al resto de tareas que llevará la explotación de estos frutales, la empresa interesada ya ha puesto a disposición de los fruticultores que se impliquen los medios necesarios? Y algunas novedades no esperadas. Tras la recogida de los frutos estos necesitan secaderos que instalaría la empresa, con lo que ello tiene de creación de trabajo de carácter temporal. Para el descascarillado, los frutos se llevarían a una planta en Burgos, ya que la maquinaria es muy costosa. Y allí no solo saldrían nueces limpias y peladas o avellanas tostadas. Es que todo el material que llegue tendrá salida y valor en el mercado: la coca o cocón, la piel verde de las nueces, se derivaría para la elaboración de tintes (aunque en algunos lugares se preparan bebidas naturales con su maceración) y la cascarilla de todos los frutales se convertiría en material para biomasa.

A estos beneficios económicos se uniría otro beneficio que destaca Aitor Abecia: el paisajístico. “No es lo mismo llegar a la zona y encontrar terrenos recortados por el cereal que toparse con grandes extensiones de arbolado, de nogales, almendros y avellanos”. Esa transformación sería muy beneficiosa no solo por la vista, sino “por lo que conlleva de creación de sumideros verdes, de pulmones de oxígeno para esa zona del territorio”.

Por todas estas razones, Neiker, la Fundación Vital, el Ayuntamiento de Zambrana, la Asociación de Desarrollo Rural de Añana, la propia Diputación Foral de Álava están a la espera de los resultados. La Junta Administrativa de Zambrana ha cedido una parcela de una hectárea al Ayuntamiento y el resto de instituciones y empresa han aportado cada uno su material. Ahora toca esperar a ver los resultados, aunque mientras tanto se trabaja en la idea de poder crear una cooperativa en la que muchas de las personas que tienen su trabajo en la industria o los servicios, pero conservan los terrenos legados por sus familiares pueden encontrar una actividad en sus ratos libres que les proporcionen unos ingresos extras y hasta una mirada a las raíces agrícolas de los habitantes de la zona.