Vitoria - Hay tradiciones y tradiciones. Compartir las fiestas de La Blanca con la familia es una de ellas. Para los andaluces Juan Zamora y Mercedes López, un matrimonio veterano, no hay nada como llevar a sus nietos, Maialen y Aritz Zamora, a ver las vaquillas. “La Blanca me gustaba mucho de joven. He tenido la suerte de conocer buena gente en las fiestas y de pasar un buen ambiente aquí, quiero que mis nietos tengan la misma oportunidad”, menciona Zamora, quien aclara que lleva viviendo más de 50 años en Gasteiz.
“Me encanta todo de Vitoria, es una ciudad maravillosa”, señala el abuelo de ambos niños a la vez que asegura que es necesaria más iluminación en la Plaza de la Virgen Blanca, tanto por motivos de seguridad como por estética. “En las actuaciones que hubo el día de Celedón no se le veían las caras a nadie. No es que sea peligroso, es que es muy triste. Nos quitaron los jardines, pero al menos que pongan más luces. Es algo que mejoraría las fiestas. Por las noches es un auténtico problema”, sugiere su mujer, quien precisamente es hija de uno de los jardineros que se encargaban de mantener las zonas verdes y las flores que rodeaban el monumento de la Plaza de la Virgen Blanca.
El cuidado que se tiene en Gasteiz con el vidrio durante la celebración es algo digno de agradecer, para Zamora. “¡Chapó por el trabajo que se está haciendo! Mis nietos ahora pueden venir sin riesgo de corte alguno. De hecho, no ha habido ningún herido este año por cortes con vidrio o restos de botellas rotas. Así da gusto”, agradece.
Las vaquillas y la zona de juegos infantiles d El Prado son las paradas clave para sus nietos. Tanto Maialen como su hermano Aritz comparten un tatuaje semipermanente de índole festiva, además de unos cuantos mechones de pelo verde. “Vamos a juego, mira”, dice la niña con entusiasmo al enseñar el dibujo marcado en su antebrazo.
“Las fiestas son una maravilla, nos encanta venir cada año” subraya Zamora. Poco después, añade que, a pesar de lo bien que se lo pasan en familia en la capital alavesa, hay cosas que son mejores desde casa. “La Blanca es un disfrute constante. Eso sí, el txupinazo lo preferimos ver desde casa, con una copita, que hace demasiado calor aquí para eso”, agrega él entre risas.