Vitoria - Las fiestas de Vitoria son una de las mejores excusas para juntar a toda la cuadrilla e incluso para añadir nuevos miembros. Precisamente, esto último es lo que le pasó ayer a Cristina, una joven gasteiztarra de 14 años, que con todo el gentío que había presenciando la bajada de Celedón, uno de los eventos más multitudinarios del año, que suele reunir a 80.000 personas entre todos los que se juntan en la Plaza de la Virgen Blanca y aledañas, perdió el rastro de su grupo de referencia. “Me he perdido, pero menos mal que al final les he encontrado a estos otros”, explica esta chica señalando tanto a Malen y Eider, a quienes conoce “del campamento”, como a Andoni y a Manex, compañeros del instituto en el que estudian.
Todo un cúmulo de casualidades que seguía también con la coincidencia que para todos ellos era su segunda bajada de Celedón. “Este año hemos vuelto a repetir para ver desde la Virgen Blanca cómo empezaban las fiestas porque es el lugar en el que en ese momento hay más ambiente y también donde nos lo pasamos mejor”.
Lo único que este año, como matiza Cristina, el mercurio se ha disparado más de la cuenta lo que ha hecho, como detalla, que proliferaran las pistolas de agua entre los asistentes e incluso que los que no habían salido inicialmente de color morado de sus casas, acabaran pareciéndolo por todo el vino que más de uno había arrojado al público. Si bien, éste no era su caso. “Estamos mojados, pero porque hemos querido, gracias al agua que nos han lanzado desde el camión de Bomberos de Vitoria que nos ha venido muy bien para refrescarnos”, resalta.
Tras hacer un breve parón en la parada del tranvía del Parlamento para recomponerse y ver cómo lanzaban baldes de agua desde las ventanas aledañas, tenían claro que la fiesta no acababa tras el cohete anunciador de la misma. “Ahora nos vamos a casa a ducharnos y luego nos iremos de fiesta”, anuncian.