ayer, 28 de junio, el patio de la ikastola Lakuabizkarra se asemejó mucho más a la Plaza de la Virgen Blanca, a la calle Dato o a cualquiera del Casco Viejo en plenas fiestas de Gasteiz que al lugar de esparcimiento de un centro de Educación Primaria. Porque, un año más, los centros ocupaciones para personas con discapacidad intelectual de Álava celebraron su tradicional encuentro de fin de curso, una cita de hermandad en la que no faltó casi ningún elemento característico de las jornadas grandes de la capital alavesa. Neskas, blusas, Celedón y su versión femenina Celedonia, música, zanpantzarrak, una txosna, todo tipo de atracciones repartidas en una tómbola e incluso el Celedón de carne y hueso, Gorka Ortiz de Urbina, lograron adelantar La Blanca a los compases iniciales del verano. El tiempo, gris y fresco a media mañana, fue también muy propio de las fiestas patronales.

Fue el segundo año consecutivo en el que la fiesta anual, en la que se juntaron alrededor de 300 de los 400 usuarios de los centros ocupaciones y un centenar de profesionales más de la red, estuvo dedicada a La Blanca, después de que los dos anteriores lo estuviese a San Fermín y antes a la euskal jaia o al deporte. El año que viene tocará cambio, aunque todavía es pronto para saberlo. “Esto empezó como un encuentro deportivo y con los años se ha convertido en una gran fiesta”, exponía Agustín Lamelas, monitor del centro ocupacional de Lakua-Sansomendi y miembro de la comisión organizadora.

No en vano, este encuentro intercentros es la única oportunidad que durante todo el curso tienen los usuarios de algunos centros, especialmente los ubicados en Laudio -Lantze- y Oion -Kimu-, para encontrarse con los compañeros del resto de recursos del territorio. Para los de Gasteiz, aunque sí cuentan con numerosas actividades durante el año, esta fiesta no es tan “dirigida” como su día a día. “Se sueltan mucho más”, destacaba Lamelas.

Los centros, que dependen del Instituto Foral de Bienestar Social (IFBS), tienen como finalidad avanzar en la mejora de la calidad de vida de las personas usuarias desde que cumplen los 18 años mediante la realización de actividades de aprendizaje y capacitación, personal y social, así como otras de tipo laboral como medio para conseguir que alcancen los mayores niveles de autonomía personal, integración y participación en la comunidad.

Ayer, sin embargo, tocaba pasarlo bien por encima de todo, y cuando el txupinazo anunciador de las fiestas alcanzó el cielo de Lakuabizkarra la fiesta estalló. Uno a uno, los usuarios de cada centro ocupacional, ayer improvisadas cuadrillas de blusas y neskas, iniciaron un animado paseíllo pancartas en mano que los dirigió hacia el punto en el que los grandes protagonistas de la fiesta, Celedón y Celedonia, bajarían desde las alturas. Un segundo cohete dio inicio al descenso de la versión inanimada de los dos personajes, que por arte de magia quedaron pronto encarnados en Hodei Alonso y Yolanda de Miguel, dos usuarios de los centros. Cuando, micrófono en mano, dieron el pistoletazo oficial a las fiestas mientras el gora Celedón retumbaba de fondo, la música dio paso al baile y la txosna abrió para refrescar las gargantas.

Uno de los momentos más especiales de la jornada llegó cuando Ortiz de Urbina hizo entrega del Celedón de oro a Elena Fernández, que a sus 65 años es la usuaria de mayor edad de los centros ocupacionales. No faltaron los bailes, las fotos y los cánticos a Celedón a modo de perfecto ensayo para el 4 de agosto. La cita, a la que también asistió la diputada de Servicios Sociales, Marian Olabarrieta, concluyó con comida popular, baile y más música a cargo de Lobo&Carmine.