Vitoria - Después de varias horas de viaje en vuelo chárter desde los campamentos de refugiados de Tinduf (Argelia) hasta el aeropuerto de Loiu, ayer al mediodía, 48 niños y niñas saharauis llegaron al centro cívico Lakua donde, muy emocionadas y nerviosas ante la aventura que comienzan, les esperaban las 48 familias alavesas que los acogerán durante los dos próximos meses de verano, hasta finales de agosto.

Gracias al programa Oporrak Bakean que pretende dar un respiro a estos menores, algunos de los pequeños repiten la experiencia y ya conocían a sus familias que les estaban esperando en Lakua (la edad se ha fijado de los diez hasta los doce como máximo, por lo que pueden venir dos o tres veranos seguidos). Para otros niños, era la primera vez y la expectación y los nervios se mezclaban con el cansancio del viaje.

“El momento en el que las familias se van a casa con los pequeños es muy emocionante, algunos están un poco asustados y cansados. Lo que se recomienda es que el primer día los niños hablen por teléfono con sus padres para explicarles que han llegado bien, y luego que estén unos cinco o seis días sin volver a llamar a sus casas porque se ponen tristes”, explica Irune Lujambio, madre de acogida de dos niñas durante los últimos cinco años y vicepresidenta de Afanis, la asociación de familias de acogida de niños saharauis que trabaja en Vitoria desde 2005.

ropa y revisión médica Los 48 niños y niñas que han llegado a Vitoria lo han hecho con lo puesto, sin maleta. Ahora, lo más importante es que las familias los cuiden para que se lo pasen lo mejor posible. Se tienen que ocupar de la manutención y de la ropa para este verano, y de que pasen una revisión médica. “Es muy importante detectar posibles enfermedades que resultan imposible de diagnosticar en los campamentos de Tinduf donde viven por la falta de medios y recursos”, señala Irune Lujambio.

En el caso de necesitar gafas o de acudir al dentista, son servicios totalmente gratuitos que cubren Osakidetza y algunas ONG, sin coste para las familias alavesas de acogida. Todos los niños que llegan están sanos pero con muchas carencias alimenticias. Los menores sufren malnutrición por la falta de una dieta variada con productos básicos. Durante el año apenas comen carne y sobreviven a base de mucha comida en conserva, lo que les provoca por ejemplo diversos problemas de visión.

Viven en mitad del desierto en condiciones climatológicas muy severas (con inviernos muy fríos y veranos de 60 grados), con frecuentes tormentas de arena y escasez de alimentos y de agua potable. Ante esta situación, son casi 350 los niños saharauis que pasan las vacaciones de verano en Euskadi, una oportunidad que les ofrece, según explican los médicos, una recarga de energía para los próximos seis meses. Regresan con una salud mejorada y una energía renovada que les permite pasar de una forma más llevadera el resto del año en los campamentos de refugiados de Argelia.

Una vez instalados en sus nuevos hogares en Vitoria, son niños que disfrutan mucho de todo, de la piscina, del monte... Las familias tienen la oportunidad de participar en las actividades que organizan desde Afanis, como excursiones a Cabárceno, al Gorbea o a Sobrón. Además, para que los niños saharauis compartan momentos juntos todos los jueves suelen reunirse en el parque del Galeón del barrio de Lakua. Pero una vez realizados los exámenes médicos iniciales, todas las familias que lo deseen pueden salir de vacaciones, sin ningún problema, siempre dentro del Estado.

Y cualquier duda que tengan las familias pueden ponerse en contacto con la asociación y con una monitora saharaui que les ayuda con el tema del idioma.

familias muy unidas “Aunque no tienen nada en Tinduf, viven en familias muy unidas y son niños súper queridos y muy felices en los campos de refugiados” explica Irune Lujambio. Por eso, cuando se acaba el periodo de estancia en Álava, estos niños regresan muy contentos a sus casas. “Tiene que quedar claro que las familias de acogida son precisamente de acogida durante dos meses. Tienen que firmar un documento renunciando en todo momento a la adopción. Estos niños tienen a sus familias esperando en los campos de refugiados. Los niños no se pueden quedar en Euskadi, tienen que volver con sus padres”.