Cuando se hizo pública la noticia de que el peaje del tramo de la autopista AP-1, que enlaza Burgos con la localidad alavesa de Armiñón, desaparecería a partir del próximo 1 de diciembre, muchos no se lo podían creer. De hecho, algún profesional del volante aún manifiesta abiertamente sus dudas sobre que la medida se vaya a aplicar efectivamente. Como era de esperar, todos los usuarios ven con buenos ojos no tener que abonar los 12,25 euros ?los vehículos pesados pagan entre 13,20 y 25,30 euros? que aún cuesta recorrer por autopista los 84 kilómetros que separan la bifurcación de Armiñón de la localidad burgalesa de Castañares, donde se ubica el puesto de cobro del lado castellano-leonés. Eso sí, muchos están convencidos de que cuando la empresa concesionaria, que lleva 44 años explotando la infraestructura, desaparezca de la ecuación y tenga que ser la administración pública, posiblemente las diputaciones de Álava y Burgos, las que se ocupen de la conservación del firme, la calidad de la calzada se verá comprometida.Antonio es transportista y, aunque su ruta habitual cubre el trayecto entre Cantabria y Barcelona, igualmente salpicado de peajes, en ocasiones pone rumbo a Burgos y paga religiosamente la tarifa que la concesionaria tiene a bien cobrar a los usuarios. Centrado en sus labores profesionales, aún desconocía que muchos de los pagos que efectúa cuando desempeña su trabajo van a caer, uno a uno, a medida que las adjudicaciones culminen sus prórrogas. “Pues me parece muy bien. Ya era hora de que los fueran quitando, porque todo son obligaciones y no nos prestan ninguna ayuda”, valora. Eso sí, se declara “convencido” de que a partir de que la autopista llegue a manos públicas “el mantenimiento va a ser mucho peor”. “Sólo tienes que pasarte por la nacional 2 para saber de lo que hablo. Si es que vivimos en un país de pandereta”, apostilla.Interpreta Antonio que los usuarios, sobre todo los transportistas, ganarán en seguridad. Los que antes salían de la AP-1 en Ameyugo ?aprovechando que ese tramo es libre? y continuaban hasta Burgos por la carretera general, ahora dejarán de hacerlo. “Creo que habrá menos accidentes, aunque es posible que aumente la cantidad de vehículos y que esto afecte al tráfico”, sopesa.Sergio acaba de comenzar a trabajar esta ruta y acaba de dejar atrás el puesto de cobro de Armiñón. Al tener instalado el telepeaje que pasa directamente los cargos a la empresa para la que trabaja, no es consciente de que su tránsito acaba de representar un ingreso de 12,25 euros para la concesionaria de la vía. “Me parece bien que lo quiten. Yo no pago los peajes, los paga la empresa, pero mientras mejor le vaya a la empresa mejor me va a ir a mí”, asegura. Desde la localidad sevillana de Los Palacios, viaja con su transporte especial por toda España, Marruecos y Portugal. Con muchos kilómetros a la espalda de experiencia, valora como “caros” los peajes que se aplican en el tercio norte del Estado. “Esos precios no son normales. Hay uno en Barcelona que cuesta 30 euros”, amplía. Entiende que cuando el mantenimiento de la infraestructura cambie de manos “estará un poco más abandonado”, pero no considera que la eliminación de los cobros vaya a conllevar una mayor densidad de tráfico en el tramo.¿más accidentes? Víctor, Lobo, coincide con Sergio al entender que el ahorro que conllevará la progresiva desaparición de los peajes redundará en ventajas económicas para la empresa que le contrata como chófer y que ello, en última instancia, le reportará beneficios a él. De nacionalidad portuguesa, realiza transportes de vehículos por toda Europa. Ahora mismo está camino del Reino Unido llevando unas cuantas furgonetas y cree que cuando se liberen los peajes es posible que su trabajo se complique un poco. “Probablemente habrá más tráfico en las autopistas y ello significará más tráfico, por lo que lo más lógico es que haya más accidentes”, argumenta. En cuanto a la conservación de las autopistas dependientes de las administraciones, reconoce que “hay algunas que están muy mal” y se teme que el tramo Armiñón-Burgos se incluya, dentro de algunos años, dentro de ese mismo grupo.Muchos de estos transportistas se detienen en el área de servicio de Lopidana y entran en la cafetería para tomar un café y descansar un rato. Allí trabaja Lorenzo, quien, en buena lógica, entiende que los cambios que se avecinan serán “estupendos para el negocio”. Con un gasto ?significativo? menos, los usuarios de la vía no tendrán que estar tan pendientes del dinero y se detendrán más a menudo en los establecimientos que les sirven a pie de carretera.“Suelo ir bastante a Burgos y me alegro de no tener que pagar el peaje a partir de diciembre. Un peaje que, además, es muy caro, como el de Bilbao. Teniendo en cuenta que la autopista ya está más que amortizada, tenían que haber quitado el peaje hace muchos años”, explica. En lo que a seguridad y a mantenimiento se refiere, estima que “más o menos supongo que estará igual, no creo que vaya a haber muchos baches de repente o que se produzcan atascos”.Ramón, de Almería, estaciona su trailer cargado de verdura y se dirige a la cafetería. Su ruta le lleva por toda Europa, pero pasa por el peaje de Armiñón con mucha regularidad y paga el peaje. No se acaba de creer que los cobros vayan a desaparecer del panorama vial. “Vamos a ver, hace un montón de años no se cobraban las autopistas ni en Alemania, ni en Holanda ni en Bélgica. Sólo había peajes en Francia, Italia y España. Ahora que en Alemania ya cobran peaje, ¿los van a quitar aquí? Lo siento mucho, pero me lo creo”, razona entre risas.En el hipotético caso de que el anuncio del Gobierno se haga realidad y se erradiquen los peajes poco a poco, calcula que la circulación “será más segura”, sobre todo para “aquellos a los que la empresa les obligaba a coger la nacional y así ahorrarse los peajes”.De cualquier manera, habrá que esperar hasta que se estrene diciembre para comprobar si se cumplen los pronósticos de los profesionales del transporte por carretera y, ya de paso, ver qué sucede con el embudo de la bifurcación en la salida de Armiñón en dirección a Vitoria, cuya reforma forma parte de la lista de tareas pendientes de la Diputación Foral de Álava.
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