VITORIA - A pesar de la lluvia, la ilusión se mantuvo ayer en el centro comercial El Boulevard por la celebración del 80 aniversario de la creación de la ONCE. A lo largo de la mañana (11.00 a 13.00 horas), miembros del consejo territorial de la organización de ciegos, voluntarios y representantes de las empresas del centro comercial gasteiztarra se reunieron en el hall de entrada para ofrecer “acompañamiento ONCE” durante una experiencia de compras a ciegas, según el área de información de El Boulevard, a los ciudadanos que quisieron participar.

El programa de actividades de la Semana de la ONCE en Euskadi rota anualmente entre las tres provincias y, tras su presencia en Bilbao (2016) y en Donostia (2017), este año es el turno de Álava, hasta el día 16. Se trata de una semana especial en distintos espacios públicos y privados que implica diversos ámbitos sociales, culturales, institucionales y profesionales de la sociedad vasca. Durante esos días, la ONCE organiza acciones solidarias y de concienciación, además de actividades lúdicas, culturales, turísticas y de sensibilización dirigidas tanto a sus afiliados como a la ciudadanía vasca. Concretamente, El Boulevard se sumó a dicha iniciativa y acogió tanto un taller teórico-práctico destinado a empresas (9.00 a 11.00 horas) como una experiencia de andar a ciegas entre los establecimientos destinada a los visitantes, explicó Amaia Castillo, miembro de gerencia del centro comercial.

Con el objetivo de romper tabúes y de que las personas que ven sin problemas puedan ponerse en la piel de las que no pueden, representantes miembros del consejo territorial de la ONCE prepararon antifaces y gafas que simulan la ceguera total y la discapacidad visual severa, respectivamente. Junto a una exposición relacionada con el medio ambiente, un corro femenino compartió sus experiencias tras el taller formativo para empresas. Una de esas mujeres, Uxue Iglesias, afiliada de la ONCE que sufre desde su adolescencia una degeneración macular (visión periférica sin agudeza visual), remarcó que hay menos ciegos gracias a los avances tecnológicos, pero las personas con incapacidad visual severa son muchísimas más y pasan más desapercibidas. “Al final, la actitud en la vida es lo principal, veas o no veas”, aseguró. “No somos conscientes, pero es angustioso”. Así se expresó Paula Uncella, representante de una de las tiendas del centro comercial.

La primera parada fue un comercio de ropa. Diana Jiménez, dependienta de la tienda, fue la primera en ponerse el antifaz y en experimentar así la situación de una persona con ceguera total. Acompañada por Pilar Salazar, trabajadora del área de clientes del supermercado del centro comercial, titubeó en más de una ocasión al caminar. El sentido del tacto y escuchar las palabras de su guía fueron claves para no tropezar.

A su vez, llegaron al punto de partida voluntarios de avanzada edad, que vistieron de amarillo bajo el lema Por una sociedad inclusiva, en honor a la carrera de cascabeles. José Mateos, uno de los voluntarios de la ONCE, aseguró que la razón de los intentos fallidos de captación de visitantes para participar es que los adultos “tienen pánico a la oscuridad, incluso aunque sea temporal”.

Finalmente, Gloria Rosende, afiliada a la ONCE, que sufre de ceguera total desde su infancia, agradeció las iniciativas para concienciar a los ciudadanos. Sin embargo, echó en falta otras medidas que podrían facilitar la vida de las personas con ceguera, como las texturas en los suelos, que sirven como guía a los discapacitados. “Aún hay mucho camino por recorrer. El desconocimiento sigue siendo masivo, pero cada día se avanza un paso más en la dirección correcta”, apunta.