amurrio - Con un croquis de 1493 en el que se ve la zona del río Ebro, entre Labastida, Haro y Miranda, mandado elaborar con motivo de un litigio, en materia de cobro de pontazgo por el transporte de carbón en dirección a las ferrerías, es como dará inicio a las siete de esta tarde en la casa de cultura de Amurrio toda una master class de cartografía histórica, de la mano del profesor Javier Aspuru Orive. “Es una joya en sí mismo, porque es de una época en la que no había mapas, ya que el inicio de la cartografía moderna se generó en la edad de oro flamenca, durante los siglos XVI y XVII, siendo las ciudades de Amberes y Amsterdam los focos más importantes, y Abrahan Orthelius (autor del Theatrum Orbis Terrarum ), junto a Gerard Mercator, los cartógrafos más sobresalientes”, explica Aspuru.
Lleva más de un lustro investigando la cartografía histórica vasca, como una afición que le ha llevado a conocer los mejores archivos en la materia. “El original de éste, en concreto, se encuentra en el Real Archivo de la Cancillería de Valladolid que, junto con el de Simancas, son los que mayores fondos inéditos; muy poco investigados y divulgados, tienen de nuestro territorio, en materia de mapas y planos vinculados a zonas costeras, el segundo, y a mapas de deslindes y litigios, sobre todo del siglo XVIII, el primero”, aclara. De hecho, del de Valladolid también acercará en diapositiva la que considera “la joya” en lo referente al Valle de Ayala.
Se trata de un mapa, pintado a acuarela por el dorador y precursor de la policromía rococó en la ciudad vecina de Orduña, Juan Bautista de Jócano, que plasma la delimitación de las jurisdicciones entre los hoy municipios de Artziniega y Ayala, allá por 1750 y del cual, por una cesión vecinal, existe una copia en blanco y negro en el museo etnográfico de Artziniega.
En la conferencia tampoco faltará la lámina correspondiente a Álava del conocido como Atlas del Escorial, de 1550, que “es el que por primera vez recoge los nombres de nuestros pueblos, aunque en aquella época a Saratxo se le llamaba Derendano, y se le daba más importancia a Areta que a Llodio, aunque hoy se haya convertido en un barrio del segundo, por su localización estratégica entre dos ríos”, matiza.
No en vano, los vascos hemos sido estudiados y observados la mayoría de las veces por académicos foráneos al servicio de las más importantes monarquías europeas, que eran quienes encargaban los estudios de cartografía como muestra de poder, casi siempre estratégico militar. “Prueba de ello es que la cartoteca más completa de esta zona es, con mucha diferencia, la del Centro Geográfico del Ejército en Madrid, que ya he visitado tres veces porque, a diferencia de Simancas y Valladolid, no han colgado en Internet sus fondos para consulta, aunque puedes ir allí y te dejan acceder a su base micro-filmada”, informa Aspuru. Fue en uno de estos viajes donde encontró un plano curioso de Amurrio de 1839 titulado Campamento de Isabel II, y “en el que aparecen 300 soldados, que también proyectaré en la charla, como reflejo de la revolución cartográfica que trajeron consigo las necesidades militares en las guerras carlistas del siglo XIX”, adelanta.
En este viaje por la historia de la cartografía vasca, Aspuru tampoco pasará por alto dos mapas de Salvatierra y Salinas de Añana, de 1628 y 1629, hechos a acuarela; los primeros mapas académicos de Bizkaia, Álava, Gipuzkoa y Navarra, publicados por el geógrafo Tomás López entre 1769 y 1772; así como varios ejemplos de los informes de los que se nutrió, tales como unos manuscritos de Agurain custodiados por la Biblioteca Nacional de España. “Era habitual que los cartógrafos contaran con informadores nativos que les enviaban sus apuntes, como fue el caso del pintor ayalés Francisco de Mendieta, que recibió el encargo de enviar a Amberes un plano de Bizkaia para el Theatrum de Orthelius”, informa.
La conferencia, en la que se proyectarán 67 diapositivas, se complementará con dibujos y grabados de la comarca ayalesa aparecidos en diversas publicaciones ilustradas hasta la llegada de la fotografía, “a través de los que explicaré cómo eran antaño nuestros pueblos, la historia de edificios emblemáticos y similar”, avanza Aspuru. Entre ellos no faltará un grabado de 1860 del Campo de Zaraobe antes de su rehabilitación; otro de 1870, atribuido a Becerro de Bengoa, del Conjunto artístico monumental de Quejana, y un plano del primer Ayuntamiento de Llodio de 1780 “en el que se aprecia la planta baja dedicada a toriles”. También el ya famoso grabado del Palacio Urrutia de Amurrio “cuando aún lucía la arcada del piso superior que desapareció a consecuencia de un incendio”. O una curiosa litografía del Llodio de 1846 en la que se ve a unas mujeres lavando la ropa en el río Nervión, así como “una casa torre y un puente de tres ojos hoy inexistentes, en la zona que se asienta en la actualidad Zubiko Etxea”, sentencia Aspuru, no sin antes explicar que los dos últimos pertenecen a los fondos de la Diputación Foral de Gipuzkoa.
Los fondos. A falta de una cartoteca digital vasca, no hay más remedio que tener ganas y armarse de paciencia si se quiere dar con este tipo de estampas del pasado. Los fondos cartográficos vascos públicos más importantes se encuentran en el Euskal Herria Museoa de Gernika y el Museo Naval de Donostia. Entre los de titularidad privada destacan los de la Sociedad Bilbaína, que dispone, sin lugar a dudas, de la cartoteca más valiosa y completa que existe en Euskal Herria, con documentos cartográficos desde el siglo XV, según el profesor Javier Aspuru, que hoy ofrecerá una clase magistral en la Casa de Cultura de Amurrio.
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Diapositivas son las que el profesor va a proyectar en la conferencia. Las complementará con dibujos y grabados de la comarca ayalesa aparecidos en diversas publicaciones ilustradas hasta la llegada de la fotografía.