vitoria - La escena tantas veces observada a través de la pantalla del televisor golpeaba ayer con la dureza de la proximidad a los vecinos del barrio gasteiztarra de Lakua-Arriaga. Las expresiones escuchadas en los informativos cada vez que se produce un asesinato machista, se reproducían de forma inconsciente en su propia realidad. “Nunca hubiera pensado que algo así les pudiera suceder. Era un matrimonio normal, de la zona de toda la vida. Se estaban separando, pero no puedo creer que nada de esto esté pasando de verdad”, explicaba una de las vecinas del bloque en el que se produjo la tragedia.

Al principio, cuando los primeros residentes se acercaban al inmueble y observaban las cintas policiales, los vehículos de emergencia y los destellos de las sirenas, no sospecharon el alcance de lo ocurrido. “Pensábamos que se había caído algún elemento de la mampostería”, explicaba uno de ellos. Muy poco después, los detalles de la tragedia trascendían desconcertándoles. “Tienen dos niños, de unos 10 u 11 años. Estaban en trámites de separación y él andaba tomando pastillas. Había amenazado unas cuantas veces con suicidarse, pero nadie podía pensar que fuera a ser capaz de esto”, explicaban conmocionados.

Junto al perímetro de seguridad, una vecina detallaba que el ataque se había producido en el portal. “Es que tengo el coche justo aparcado en la puerta y lo he visto prácticamente todo. Cuando se ha asomado a la ventana y ha aparecido ensangrentado, con la camiseta rota, la cara hinchada y amoratada... No me lo podía creer. Es que no parecía él”.

Inevitablemente, los residentes establecían cálculos sobre el alcance de la tragedia. “¿Y ahora qué van a hacer esos dos niños, sin madre, sin abuela y con el padre en la cárcel? ¿Qué sentido tiene todo esto?”, se preguntaban abatidos.

Sin soltar los teléfonos móviles, contactando con familiares y allegados para dar a conocer en directo lo que estaba ocurriendo, explicaban que María José, de 43 años, trabajaba en la recepción de una clínica dental especializada en ortodoncia, ubicada en la Avenida Gasteiz. Llevaba en el local desde su apertura, ya que anteriormente había desempeñado la misma labor cuando el centro médico se encontraba en la calle Fueros. Como suele suceder en estos casos, hablaban de ella en presente, incapaces de digerir la magnitud de los hechos.

Una de las vecinas se cruzó con el presunto asesino el miércoles y le vio “tranquilo, como siempre”. Cruzó unas palabras con él y la conversación discurrió con total normalidad. Nada le llevó a pensar que algo pudiera ir mal. Ayer, con el móvil en la mano y la mirada clavada en la ventana del octavo piso, era incapaz de contener las lágrimas.

Cuando el humo manchó de negro la fachada del edificio, la tensión se desbordó entre los residentes y algunos de ellos tuvieron que ser atendidos en los parterres por los equipos sanitarios desplazados al lugar, ya que presentaban cuadros de ansiedad. Poco después se produjo la terrible escena en la que el varón salió al exterior, miró hacia abajo y acabó cayendo sobre el colchón de los bomberos. “Si hubiera querido suicidarse tenía las ventanas del balcón para tirarse. Ahí debajo no había colchoneta. Pero ha salido por la que sabía que no iba a morir. Ni siquiera ha tenido cojones para eso”, lamentó una vecina.

Sin antecedentes. Fuentes del Departamento vasco de Seguridad confirmaron ayer que no existían antecedentes, denuncias u órdenes de alejamiento en torno a este caso.

Separación. Los vecinos sabían que el matrimonio, que tenía dos hijos menores de edad, se encontraba en trámites de separación desde hacía varios meses. En el momento de los hechos, los niños se encontraban en el colegio.

Mediador. Un experto en mediación de la Ertzaintza acudió al lugar y trató de negociar con el agresor, pero éste finalmente prendió fuego a la casa y se lanzó por la ventana.

Peligro. El equipo de Intervención de la Policía autonómica que había tomado posiciones en el edificio, se vio atrapado cuando el hombre provocó el fuego. La rápida actuación de los bomberos neutralizó el peligro.

Bomberos. Los testigos explicaron que el hombre se asomó a la ventana alrededor de las 12.00 horas, media hora después de cometer el ataque, y amenazó con suicidarse. Ello hizo que los bomberos desplegaran el colchón de seguridad sobre el que finalmente se lanzó.Abuelos. La abuela de los niños, fallecida en el ataque, y su marido, fueron para su desgracia testigos en primera persona de los hechos ocurridos durante la mañana de ayer.

Amenazas. Vecinos aseguraron que el hombre había amenazado con suicidarse en varias ocasiones e indicaron que se hallaba en tratamiento médico.

Ansiedad. Los equipos sanitarios atendieron a varios vecinos que presentaban cuadros de ansiedad. Más tarde, se ocuparían de evacuar al presunto asesino, ya en calidad de detenido.

Machista. Desde el punto de vista legal, sólo el asesinato de la exmujer se considera producto de la violencia machista. La ley únicamente considera violencia machista la que afecta al ámbito de la pareja o expareja.