De Álava a Marrakech a lo ‘old school’
CUATRO VECINOS DE AMURRIO INICIARÁN MAÑANA UNA AVENTURA DE 5.000 KILÓMETROS CON SU REGRESO AL PANDA RAID
Los vecinos de Amurrio Pepe Pinedo y Fernando Egurbide están a punto de arrancar el motor, meter primera y pisar el acelerador rumbo a una nueva aventura. Y es que mañana viernes partirán hacia Madrid a bordo de un viejo Seat Marbella y de un Fiat Panda 4x4 adquiridos para la ocasión, para -junto a otros 700 locos del volante llegados desde todos los puntos de España, e incluso Francia, Italia y Andorra- tomar parte por segundo año consecutivo en el Panda Raid.
Una carrera en perfecta simbiosis entre competición, espíritu aventurero y solidaridad que, en esta décima edición, volverá a recorrer Marruecos de punta a punta pero sin perder de vista el entorno en el que se disputa y su compromiso con su huella ecológica. De hecho, la organización, junto a la Fundación Good Planet, estimará las emisiones de CO2 producidas en la carrera teniendo en cuenta los 350 equipos participantes, la cilindrada de los coches y los kilómetros a recorrer. El dinero equivalente se destinará a fomentar el desarrollo y profesionalización del sector apícola sostenible del sur de Marruecos, concretamente, beneficiando a los pueblos de Azrarag y Ait Baha Oubaha. Un proyecto que preservará la biodiversidad del bosque de Mesguina (cerca de Agadir) y el mantenimiento de sus ecosistemas, al mismo tiempo que fortalecerá los beneficios económicos y sociales de la población local.
“Otros años se pedía a cada equipo que llevara 25 kilos de material escolar que luego se entregaban en ruta a una ONG que lleva a cabo labores de educación y mejoras en la calidad de vida de los niños de las poblaciones más rurales de Marruecos. También se destinaba parte de la inscripción a colaborar en la construcción de escuelas bioclimáticas, pero este año han optado por este otro proyecto medioambiental, aunque nosotros también llevamos productos de higiene básica, bolígrafos y cuadernos que entregaremos por el camino. El caso es ayudar, ya que sin el componente solidario este rally amateur de larga distancia y resistencia perdería toda su esencia”, matiza Pinedo. Éste, a sus 65 años, se pondrá al volante de uno de los dos coches que partirán de Amurrio. Llevará de copiloto a su hijo Aitor, de 35. No en vano, él fue el que embaucó a su padre el año pasado. “Me empezó con que si lo iban a hacer unos amigos suyos y que a ver si nos animábamos, y allá que fuimos. Nos gustó tanto la experiencia que repetimos. Eso sí, como trabaja en Andorra y yo estoy jubilado, me he vuelto a cargar yo con todo el mochuelo de preparar el coche”, matiza sin perder la sonrisa que revela la ilusión que subyace bajo la simpática reprimenda.
Mecánicos de afición Y como el síndrome de aventura es contagioso, junto a ellos dos también repetirá la experiencia el matrimonio formado por Fernando Egurbide y Elena Ruiz. “Fernando, que lleva toda la vida chapuceando conmigo en motores de motos y coches, y que en su juventud hizo unos cuantos rallies, conducirá el segundo vehículo, y Elena hará las veces de copiloto”, apunta Pepe. Por este motivo, tampoco tienen miedo a las averías que se les puedan presentar en ruta. “Estamos hablando de motores muy sencillos a los que se les puede meter mano con cuatro pijadillas básicas que controles de mecánica. ¡No como los de ahora! Además, la asistencia allí es bastante buena”, apuntan con la seguridad de conocer el terreno tras la experiencia del año pasado, aunque ahora falta saber si responderán los vehículos.
“Fernando y Elena van con el mismo Seat Marbella con el que compitieron el año pasado, comprado a un participante anterior de la zona de Santa Cruz de Campezo, pero mi hijo y yo, esta vez, hemos optado por un Fiat Panda 4x4 que hemos adquirido por poco dinero en Andorra. Como allí nieva mucho los usan bastante porque son pequeños y pesan muy poco”, explica Pinedo, que no esconde que los alrededor de 5.000 euros que suele costar a cada equipo preparar esta aventura, entre inscripción, compra de coche, seguro, repuestos o carburante, él los ha conseguido rebajar “bastante, porque lo he hecho casi todo yo”.
Ambos llevan poniendo a prueba sus adquisiciones desde mayo del año pasado para poder afrontar cualquier obstáculo que se encuentren en los 3.000 kilómetros en siete duras etapas que les esperan por delante hasta alcanzar Marrakech el 10 de marzo, sin contar los otros dos mil kilómetros de ida y vuelta que tendrán desde casa a la parrilla de salida y viceversa.
“Hablamos de desierto, arena y dunas gigantescas como las de El Erg Chebbi o Merzouga. De rutas que no aparecen en los mapas para llegar a poblados abandonados. De hitos como los estudios de cine de Ouarzazate, de oasis como el de Zguilma, de vergeles a las puertas del Sahara como el Valle del Draa, de puertos de alta montaña como el Col de Tichka, a 2.260 metros, con sus innumerables curvas, y de lagos y ríos, supuestamente secos (oueds), pero que sí llueve hay que ingeniárselas para cruzar. Y todo con la única ayuda del road book con indicaciones básicas que te dan al inicio de cada etapa y que hay que seguir con la brújula, para llegar a cada punto de control”, subrayan.
Antes, mañana tendrán que pasar en Madrid las verificaciones técnicas y afrontar los primeros 480 kilómetros que, tras dar una vuelta de honor al circuito del Jarama, les separan del puerto de Motril donde, junto a los equipos del sur, embarcarán al día siguiente en el ferry que les transportará al puerto de Nador. Una vez en Marruecos, un enlace por carretera llevará a los equipos al primer campamento en el Lago Mohammed V, pero la panorámica solo se podrá ver por la mañana, momentos antes de arrancar la considerada primera etapa del Panda Raid 2018, por un laberinto de pistas con numerosos cruces y cambios de dirección que, tras 400 kilómetros contrarreloj para que no caiga la noche, culminarán en Bni Tadjite a 1.250 metros de altura, donde sentirán en carnes propias que en Marruecos también hace frío.
“Cada etapa será de entre ocho y 10 horas en base a la dificultad. Nuestro objetivo es llegar a Marrakech, pero sobre todo disfrutar del viaje”, explica Pepe, que echará de menos a los jóvenes Pandemia, de Llodio, con quienes coincidieron en la pasada edición. “Fue una gozada porque entrenamos juntos y luego, a lo largo del camino, como nos correspondieron dorsales consecutivos, pudimos ayudarnos de forma mutua, pero este año no vienen, aunque sí estamos en contacto con dos coches que salen de Vitoria-Gasteiz”, apostilla. ¿Lograrán completar la prueba? A su vuelta se lo contamos.
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