La precariedad ha tocado la puerta de miles de familias del territorio, atrapadas en un círculo vicioso que afecta tanto “a las raíces del árbol”, la metáfora que emplea Guillermo para referirse a las personas mayores, como a sus ramas, los jóvenes. Las historias tienen distintos protagonistas, pero un elemento compartido de sufrimiento: Pensionistas recortados que deben ayudar a sus hijas o nietos en paro, viudas con pensiones exiguas para llegar a fin de mes... Unas y otros se dieron la mano en esta última manifestación, un elemento “clave” a juicio de Guillermo para “lograr algo”. La reivindicación fundamental de los colectivos que han canalizado el malestar de los pensionistas alaveses son, cuando menos, que la pensión mínima nunca baje de los 1.080 euros al mes y que los incrementos anuales se fijen en función del IPC. “Si los políticos se subieran lo mismo que nos están subiendo a nosotros estaría bien, pero nada más lejos de la realidad. Tienen que reajustar todo porque el coste de la vida está cada vez más alto. Y nosotros tenemos que estar unidos”, reflexiona Guillermo.
La preocupación por el presente y el futuro del sistema público de pensiones ha cundido, por suerte a juicio de este pensionista, tanto entre sus semejantes como entre muchas personas jóvenes, a quienes la maniobra del ejecutivo Rajoy también ha echado a la calle en más de una ocasión. Es el caso de Inemoha González, quien cree que “las pensiones públicas dignas deben estar garantizadas” en todo caso. “Soy de las que defiende que las pensiones estén blindadas por la Constitución. En teoría lo están, pero no es cierto, porque hay que recordar que han cambiado el artículo 135 para blindar el pago de la deuda por encima de cualquier cosa. Esto no es justo. Porque además ahora van a por el sector más débil”, expone Inemoha, que está implicada también en distintos movimientos sociales.
Ella, como tantas, conoce muy de cerca la situación de precariedad a la que deben enfrentarse no pocos pensionistas, y tampoco esconde su “indignación” cuando toca hablar de los casos más graves que ha traído de la mano esta situación. “Hay muchos abuelos y abuelas que están en su casa con una vela y tapados con mantas porque no pueden pagar. Lo que no se puede permitir es que este tipo de cosas pasen. Defender ahora las pensiones públicas no es defender las pensiones de ahora, sino también las del futuro. Como lleguen a privatizar el sistema por activa o por pasiva, eso se va a quedar ya de forma estructural y va a afectar a todas las próximas jubilaciones”, reflexiona esta joven.
El amplio colectivo de personas prejubiladas también ha comenzado a ver las orejas al lobo a cuenta de las últimas decisiones tomadas en Madrid. Es el caso de Isabel Ruiz, que tampoco dudó a la hora de acercarse a la movilización de este pasado jueves. Isabel, ahora, echa una mano a sus hijos trabajadores en el cuidado de los nietos. “Nos movilizamos por una cosa muy digna y que además no es para mí sola, sino para todos. Hay que hacerlo bien ahora para que, cuando llegue el momento, la cosa haya cambiado y no nos veamos en esta situación tan precaria o en algo peor”, expone Isabel, quien también tilda de “miserable” el incremento del 0,25% de las prestaciones para este 2018. Un grito de indignación al que también suma una llamada de atención a los jóvenes, que a su juicio “tienen que concienciarse”. “Nosotros intentaremos parar esto, pero ellos tienen que colaborar detrás o con nosotros. Si no hacemos nada, habrá más recortes. Pero si todos nos unimos y pensamos que la unión hace la fuerza, posiblemente, aunque no logremos todo para nosotros, lo haremos para las generaciones venideras. Y eso es muy importante”, expone esta vecina de Gasteiz.
una pensión “normalita” Vicente de Bustos es uno de los miles de jubilados alaveses a los que, tras años de vida laboral, les ha quedado una pensión “normalita”. Y también uno más de los que piensa que “la movilización es necesaria” estos días, “en la medida en que el Gobierno intenta cargarse el sistema público de pensiones”. A su juicio, los últimos movimientos están “ligados” a la reforma laboral ejecutada en su día por el gabinete Rajoy, “que implica que haya menos trabajadores, más precariedad y menos cotizaciones”. A su juicio, el problema más grave “no es tener una pensión más o menos alta”, sino los miles de pensionistas “que están viviendo en la pobreza”, una realidad a la que debe buscarse “solución”. ¿Y qué hay del 0,25%? “La famosa carta es un pitorreo al pensionista, aunque va dentro de la lógica de ellos, la de cargarse el sistema público de pensiones”, censura Vicente, indignado también por las declaraciones realizadas recientemente por la diputada del PP Celia Villalobos. “Que digan que hay gente cobrando la pensión más años que trabajando es totalmente absurdo. Ningún jubilado llega a los 110 años, y menos con una pensión mínima. Aunque quizá ellos sí lo podrían hacer...”, critica.
Ramón Vázquez y Pilar Fernández, ambos pensionistas, comparten la indignación. “Hay que empezar a salir a la calle, no queda otra”, arenga el primero, extrabajador de Sidenor. “Es de vergüenza lo que nos han dado. De vergüenza”, apostilla su compañera, que desarrolló su labor profesional durante años en la Diputación alavesa. “Rajoy, que se vaya. Que son unos gamberros y unos ladrones, que nos robaron el dinero”, añade en tono combativo. Aunque ambos pueden vivir sin aprietos con “una pensión media”, la pérdida de poder adquisitivo sí que se nota año tras año en los bolsillos. “La vida sigue subiendo y todo va a peor”, apunta Ramón, que certifica que “muchos conocidos” pensionistas “lo están pasando mal”.
“Que no digan que todo va bien y todo el mundo está muy contento. Más que no me suban la pensión, a mí me duele más que se rían de mí”, critica también en alto Luisa Pérez de Heredia, otra pensionista vecina de Gasteiz, para quien el último incremento del 0,25% “no ha sido ninguna sorpresa”. “Nosotros con la pensión nos defendemos, aunque nos ha quedado muy poco porque él era autónomo”, afirma señalando a su marido. “Necesidades no tenemos, pero hemos trabajado para esto. Hay situaciones y situaciones, muchos lo están pasando mal, pero que conste que los jóvenes lo tienen crudo. La que se avecina es gorda”, advierte”.