Maturana/Santurde - En el medio rural alavés ya se habla de “plaga” cuando se trata el tema de los jabalíes. Con la siembra reciente, los agricultores ven cómo en cuestión de pocos días sus cultivos se ven arruinados por las incursiones nocturnas de estos animales. Los ganaderos, por su parte, viven con el temor constante de que sus vacas se contagien de tuberculosis o de brucelosis cuando abrevan en pozas frecuentadas por esta especie. La Diputación alavesa organiza batidas constantes para tratar de mantener a raya el crecimiento de la población de jabalíes en el territorio, pero a juzgar por los estragos que están causando en las fincas y la sorpresa que despierta su número cuando los cazadores se enfrentan a ellos, esta medida no es suficiente.

Desde el medio rural se solicitan ampliaciones de las vedas o que se permita a los perros poder entrar con mayor frecuencia en las áreas protegidas para hacer posible que salgan de sus refugios, e incluso se demandan soluciones más drásticas, como que se alimente a los machos con productos que los esterilizan. En cualquier caso, aseguran que las pérdidas que están causando este año en el territorio son millonarias.

El año pasado, de acuerdo con las cifras oficiales, en Álava se cazaron 3.300 jabalíes. Teniendo en cuenta que se estima que la población total ascendía a unos 5.000 ejemplares, a los agricultores y ganaderos del territorio no les salen las cuentas. Vista la huella que han dejado desde hace unos meses en las fincas, consideran que tiene que haber muchos más. “Han aumentado de forma exponencial desde hace unos tres años. Cuando se autoriza una batida y los cazadores van a por ellos, se sorprenden de los muchos que encuentran. En los últimos meses han matado tantos que en algunos casos han parado ya las batidas”, explica Fernando Santamaría, inspector agrícola. Por su trabajo, recorre los sembrados de toda Álava y observa cómo centenares de hectáreas quedan inservibles para la cosecha poco después de ser plantadas. Explica que en cuestión de “dos noches”, arrasan varias fincas.

Les encanta meter el hocico en las parcelas en las que ase siembra trigo, girasol, colza... Si no encuentran otra cosa, van a por los cultivos de remolacha o lo que encuentren. Las fincas que permanecen en barbecho ni las visitan. La tierra esponjosa, recién removida y repleta de material orgánico, larvas y gusanos, les resulta irresistible. Es una respuesta natural, pero en el extremo opuesto se encuentran miles de familias alavesas cuyos ingresos dependen de las cosechas.

vector de enfermedades O del ganado. En Maturana, Ismael Ruiz de Azua gestiona una explotación de carne ecológica. Aunque también se ocupa de algunas fincas -que ya muestran señales inconfundibles del paso nocturno de los jabalíes-, su mayor preocupación es que las vacas beban de las pozas en las que estos animales salvajes se revuelcan. “Es vector de enfermedades que a él no le afectan pero que transmite, como la tuberculosis o la brucelosis. Se revuelca en el suelo o se mete en el agua y las bacterias pasan rápidamente a las vacas. Es nuestra mayor preocupación”, señala.

El comportamiento de las jabalinas también sorprende. En los últimos años, ha descendido drásticamente la edad en la que se hacen fértiles y en lugar de una, tienen dos camadas por año con muchas más crías. Como consecuencia de ello, su número se ha multiplicado y, con ello, sus necesidades. Más territorio y más comida.

Ruiz de Azua señala al parque de Garaio y explica que durante el día los jabalíes se refugian allí. Al tratarse de una zona protegida, los cazadores no pueden acceder y sólo de forma muy puntual y breve se permite que los perros de caza entren para empujar a los animales a salir de la zona. Se pregunta si cabría la posibilidad de que la administración ampliara este tipo de actuaciones para reducir su número. “No hablamos de erradicar, ni mucho menos, pero sí de controlar la población porque están causando muchos problemas”, puntualiza.

Lejos de allí, en Tobera, Javier Briñas, agricultor, echa cuentas de las hectáreas de cultivo que ha perdido a causa de la acción de los jabalíes. “Cada año que pasa el problema es mayor. Hacemos muchas más batidas, pero su número no para de aumentar según nos confirman los que nos tienen alquilado el coto”, señala. Explica que en los cultivos en los que se emplean aperos más superficiales, como sucede con la colza, los jabalíes encuentran una buena fuente de proteínas, con larvas y los gusanos, de manera que acuden con asiduidad a esas fincas.

pérdidas económicas La merma de cosecha derivada del paso de los jabalíes es “importante”. Aunque las pérdidas económicas se palian parcialmente con los seguros agrícolas, que cubre los daños de fauna silvestre a partir del 20% -el primero 20% de las pérdidas las asumen el agricultor-, después de un par de temporadas dando partes las compañías ya no quieren renovar las pólizas. “Va a llegar el momento en el que no nos quieran asegurar nada”, lamenta.

Además, cuando una parcela se ve muy afectada por el efecto del jabalí y queda, por ejemplo, en barbecho, deja de percibir las ayudas de la Política Agrícola Común, PAC. Se cobran otras subvenciones, mucho menores, con lo que la sangría económica, teniendo en cuenta las semillas y las horas de trabajo perdidas, se incrementa.

“Pedimos a la Diputación más batidas, más presencia de cazadores. Va a llegar un momento en el que la situación sea incontrolable, no sólo para los agricultores y ganaderos, también para los conductores porque el número de jabalíes no para de crecer en Álava. También hemos oído que existe un producto que, mezclado con la comida, es capaz de esterilizar a los jabalíes machos y tal vez sería una solución para controlar la natalidad”, indica Briñas.

En referencia a los incidentes con vehículos, el agricultor señala que en los días en los que cae mucha lluvia y el bosque se llena de agua los jabalíes tienen una mayor tendencia a abandonar sus cobijos naturales y a aventurarse por las carreteras huyendo del exceso de humedad. “Ahora mismo en el monte hay muchísima agua y el jabalí baja a donde no hay árboles, así que es peligroso andar en coche”, aclara.

Batidas. La Diputación Foral de Álava autoriza continuas batidas para cazar jabalíes, pero parece que la medida no es suficiente.

Química. Los agricultores y ganaderos piden que se prueben productos químicos que, mezclados con la comida, esterilizan a los jabalíes machos y ayudan a establecer un control de natalidad más efectivo.

El ganadero de Maturana, productor de carne ecológica, siente preocupación porque los jabalíes contagien, a través de los lugares donde abrevan, a sus vacas.

El inspector agrícola asegura que el número real de ejemplares ha de ser mayor que el que indican las estimaciones a la vista de los daños y del número de animales que se ve en las batidas.

Este agricultor de Tobera explica que los jabalíes acuden a los cultivos de colza, trigo o girasol en busca de larvas y causan destrozos que acarrean graves perjuicios económicos.

3.300

En 2017 los cazadores abatieron un total de 3.300 jabalíes en suelo alavés. Teniendo en cuenta que la población estimada ronda los 5.000 ejemplares, deberían quedar menos de 2.000, pero los habitantes en el medio rural aseguran que hay muchísimos más.