oion - La localidad de Oion vivió ayer el día grande de sus fiestas más entrañables, las de San Vicente y San Anastasio, las que abren el calendario festivo anual en Rioja Alavesa. Éstas se han podido disfrutar sin lluvia y con temperaturas que invitaban a participar en los actos de calle previstos en el programa.
La tercera y última de las tres jornadas festivas comenzó muy temprano, a las cuatro de la madrugada, justo cuando los cohetes anunciadores de los auroros avisaban de cada una de las paradas que realizaron durante la noche para entonar sus ripios, acto que se prolongó hasta las ocho de la mañana honrando a los patrones y poniendo en valor una de las tradiciones que sirven de seña de identidad a Oion.
Tras una pequeña pausa, a las once de la mañana tomaron el relevo de los paseos por las calles los gigantes y cabezudos que, acompañados por la txaranga, fueron arrastrando a unos niños entusiasmados con la fiesta y a unos padres que se fueron desperezando y terminaron incorporándose a los bailes que se improvisaban en las paradas, ya que el cortejo recorrió prácticamente toda la localidad.
A las doce en punto, ya con todas las autoridades en la Casa Consistorial, se formó un gran corrillo en la plaza Mayor para el aurresku de bienvenida y desde allí se marchó en comitiva hasta la parroquia de la localidad. Allí, ante la puerta de la iglesia, se formó un impresionante círculo de personas para presenciar los primeros revolcones de la jornada. El concejal de Cultura, José Antonio Tarragona, como responsable de festejos y síndico, fue el encargado de dar los banderazos sobre el Katxi, el popular Juan José Andoyo. A muchas personas les pareció “escaso” porque “estábamos esperando con ganas este momento y se ha pasado en un plisplás”, como apuntaba una señora que presenciaba esta tradición. Lo cierto es que en Oion hay una gran pasión por este acto, al que acuden gentes de todas las edades porque lo sienten como uno de los patrimonios más importante de la villa.
Tras el tremolar de la bandera la iglesia se abarrotó de gente para escuchar la misa y besar a los santos. Después, se volvió a formar la comitiva, pero en esta ocasión para llevar a cabo la procesión por las calles de la villa, portando las imágenes de San Vicente y San Anastasio, precedidos por los dantzaris. Se trata de un recorrido que se detiene en varios lugares para que los bailarines honren a los patronos con sus bailes acompañados por la música de los gaiteros.
Tras rodear los bloques de viviendas particulares que conforman la ruta, la comitiva regresó a la parroquia tras dos paradas más, una en la plaza y otra en la puerta de la iglesia, donde dejaron a buen recaudo los bustos de los patronos, momento en el que se prendió fuego a la mecha de fuegos artificiales colocados en un mástil sobre el que estaba el torito. Tras unos fuertes petardazos, éste salió despedido.
Una vez disipado el humo, la comitiva se dirigió hasta la puerta del Ayuntamiento, donde el Katxi realizó sus últimos revolcones de este año bajo los banderazos dados por el síndico, José Antonio Tarragona, aunque en agosto volverá a descender desde la torre de la parroquia para abrir las fiestas de Acción de Gracias.
Como cierre de fiestas, y mientras se iniciaba el recorrido por los bares, en el quiosco de la música se sucedieron las canciones del Trío Miru. Ya por la tarde los más pequeños pudieron disfrutar de un espectáculo infantil, Pepa y Kutxo, un disco móvil con Moraval y el consabido toro de fuego.