laguardia - Lejos del protagonismo mediático que podrían tener, el afán de las cooperativas vitivinícolas de Rioja Alavesa pasa por colaborar en la mejora de la enseña Rioja, Denominación de Origen Calificada a la que no renuncian, y por lograr rentabilidad para sus socios. Así lo relata el presidente de Dolare (federación de cooperativas de la comarca) y de la cooperativa de Lapuebla de Labarca, Ramón Muro.
¿Cuál es la estructura del cooperativismo en Rioja Alavesa?
-Hay una asociación, que es Dolare, que agrupa a seis cooperativas: las de Oion, Kripan, Yécora, Elvillar, Lantziego y Lapuebla de Labarca. En Rioja Alavesa hay otra cooperativa, pero no está integrada en el grupo, aunque lo estuvo en su día.
¿Y su poder en el conjunto del Rioja?
-En el conjunto de la comarca y como peso dentro del Consejo Regulador, Dolare tiene tres votos en el sector productor y un vocal. Y en el conjunto de la producción comarcal tenemos entre un 15% y un 20%, en cuanto a superficie de viñedo y en cuanto a elaboración.
El cooperativismo tiene una larga tradición en La Rioja, pero no lo es tanto en Rioja Alavesa.
-Y, sin embargo, de las seis, cinco tienen más de 50 años. Nosotros, la de Lapuebla, somos los más jóvenes, porque apenas llegamos a los 30. De todas formas, yo no hablaría de tradición, porque la gran mayoría de las riojanas proceden de los años 50, Su tradición la tienen ahí.
¿Qué importancia tiene esa tradición?
-La importancia relativa para mí es más por la tradición que hay en ciertos pueblos de Rioja Alavesa de elaborar las cosechas individualmente y que había muchas bodegas pequeñas. Para mí ésa es la clave: donde ha habido muchas bodegas pequeñas, bodegueros individuales pequeños, las cooperativas no han salido para adelante. Y otros pueblos que parecen ser tradicionalmente menos vitícolas, como pueden ser Kripan o Yécora o incluso Oion crearon las cooperativas porque no existía esa figura del pequeño elaborador.
En los últimos años el sector ha vivido momentos convulsos en la Denominación. ¿Cómo lo ha contemplado el sector cooperativo?
-Desde lejos. Nosotros estamos a gusto en la DOC Rioja y por eso no nos preocupan las inquietudes que puedan tener los demás. Al final hay que tratarlas como inquietudes de ciertos bodegueros. Tampoco más allá? No hay que darle más importancia. Suena mucho, pero si lo vas a analizar el volumen de negocio no lo es tanto.
En estos procesos que se han vivido en la Denominación se han escuchado mucho las propuestas de ABRA y de UAGA, pero apenas se ha oído a las cooperativas, ¿por qué?
-Todos hemos participado en las negociaciones. Todos hemos aportado lo que teníamos que aportar. Pero igual no somos tan mediáticos. Igual trabajamos donde tenemos que trabajar: en el Consejo. Nosotros siempre tratamos, espero que igual que todos los demás, de hacer una aportación constructiva pero sí vemos el valor de la marca Rioja y pensamos que esa marca nos pertenece en un porcentaje. Por eso, cuando hablan de hacer otras cosas, nosotros no estamos dispuestos a perder esa marca, en primer lugar. Y, segundo, en las propuestas la clave mediática es importante y hay gente que prefiere negociar por altavoz para hacer un planteamiento más de fuerza y nosotros somos más realistas y nos decimos que vamos a llegar a acuerdos en los que puedan estar todas las partes a gusto. No tratar de forzar al máximo y quedarte sin nada porque llega un momento que te has pasado de rosca negociando.
¿Cómo contemplan las nuevas indicaciones (de zona, viñedos singulares o espumosos, entre otros) desde el cooperativismo?
-Nos parece bueno que haya nuevas indicaciones. El caso de la zona ya estaba y, aunque sí existía la de municipio, estaba aparcado, no tenía movimiento. Creemos que todo lo que puede diferenciar es bueno, que cada uno muestre sus singularidades nos parece bueno. Lo que pasa es que al final son cuatro nuevas indicaciones.
¿Y cómo las valoran?
-Vemos muy bien las nuevas indicaciones, porque buena parte de ellas van relacionadas con la viña y nosotros nos sentimos más identificados con la parte productora, ya que somos los propietarios de los viñedos. Que pueda diferenciarse la viña por su singularidad o su ubicación lo vemos bien.
Pero?
-Con respecto al vino de pueblo no estamos del todo de acuerdo en que tenga que estar en el mismo pueblo ubicada la bodega y el viñedo. Entendemos que debería haber una cierta flexibilidad para municipios colindantes? Pero, bueno, la norma está como está y de momento no hemos entrado en el vino de pueblo, aunque lo estamos valorando porque el término municipal de Lapuebla de Labarca es en realidad muy pequeña. En el resto de cooperativas de Rioja Alavesa creo que no ha entrado ninguna. Estamos todas en zona de Rioja Alavesa, pero en municipio no hemos entrado ninguna. Para nosotros, parte del problema es que tenemos un porcentaje grande de viñedo en Laguardia por cuestiones de término municipal. Si no podemos hacer vino de Lapuebla o vino de Laguardia, porque es donde tiene que estar la bodega, para nosotros es una limitación. Pero el hecho de que se valorice el lugar donde está el viñedo es muy interesante, y para los productores es muy importante.
¿Y con respecto a los vinos espumosos?
-Es otra opción. Para quien quiera apostar por ellos, es una opción. Nosotros como cooperativa, y las demás, no estamos interesados en ello, aunque siempre se puede estudiar. Pero ahora mismo no. Sin embargo, no por eso vamos a ir en contra de que se haga. Son distintas opciones y ahí están.
En su condición de vocal del Consejo Regulador se le ha encomendado que lleve la tramitación de estas modificaciones.
-Así es. Soy el presidente de la comisión de los vinos de zona y de municipio y la verdad es que solo hemos tenido una reunión para ponerla en marcha. Aunque siempre habrá algo que hacer, aun no hemos empezado a gestionarla al completo. Una vez que están ya las cartas sobre la mesa, que ya se sabe lo que se puede hacer, es decir el cambio de tipografía, ahora lo importante es que se consiga por parte de Madrid que venga autorizado el uso del 15% del viñedo del pueblo limítrofe para cumplir los requisitos y luego ya iremos viendo en qué se puede ir avanzando. La verdad es que hay que dejar un tiempo funcionando a las bodegas para que sean ellas quienes nos digan si hace falta algo más, alguna propuesta o alguna realidad que se deba transformar.
Las cooperativas en La Rioja tienen un potente tutelaje por parte del gobierno de esa región. ¿Sucede lo mismo en Álava?
-Como asociación, Dolare no. Sí, como cooperativas individuales, porque todas estamos integradas en la Federación de Cooperativas de Euskadi. Sí que tenemos participación en la Mesa del Vino y en las reuniones sectoriales, pero tutelaje no. A nivel de ayudas financieras existen para la Federación de Cooperativas y existen otras ayudas para inversiones y demás al igual que en La Rioja y las condiciones son muy similares. Puede que ellos tengan parte de ventaja en ciertas gestiones y nosotros lo tenemos en apoyo a la comercialización. Pero a nivel global es parecido. Aquí, en Álava, no existe tutelaje ni del Gobierno Vasco ni de la Diputación Foral.
Sin embargo, hasta no hace muchos años se miraba con cierto recelo la abundancia de inversiones en infraestructuras que se hacían en Rioja Alavesa. ¿Beneficiaron a las cooperativas?
-Más que a las cooperativas como tal fue a los agricultores que estaban asociados a ellas, lo mismo que al que no estaba asociado. Las cooperativas están en el plan de desarrollo rural de Rioja Alavesa como una parte más, pero indudablemente las cooperativas no hemos querido o sabido tener la representatividad que nos corresponde en cuanto a porcentaje de hectáreas o familias de agricultores o incluso de explotaciones. Hay otras organizaciones que eso lo tienen mucho más claro y siempre hablan en su nombre y nosotros no hemos sabido o querido meternos en esos berenjenales, porque al final, si vas a agricultores, nuestros socios, un porcentaje alto, siempre han sido socios de UAGA. Sin embargo, nosotros no hemos hecho valer el que 800 explotaciones sean socios de las cooperativas.
Pero la voz de las cooperativas está ahí?
-Nosotros nos hemos centrado más en la parte de participar en el Consejo Regulador, en elaborar las normas que es lo que más nos afecta y donde tenemos algo de peso a nivel específico y en la parte de asesoramiento con cualquier aspecto relacionado con la viticultura. Se nos tiene en cuenta algo en Desarrollo Rural, pero ahí los municipios son mucho más potentes. Y luego es muy complicado que nosotros manifestemos opiniones similares, sobre todo, porque cada cooperativa es distinta y cada parte, dentro incluso de Rioja Alavesa, tiene distintas aspiraciones. Al final, no dejamos de ser muchos socios con ideas distintas, por eso tampoco nos interesa meternos en demasiados berenjenales.
¿De qué manera se podría potenciar el cooperativismo en la comarca?
-Dentro del cooperativismo, la viticultura no es especialmente fuerte en Álava. Las aspiraciones en nuestra comarca van ligadas a que se valorice el producto que hacemos, a que las trabas administrativas sean las mínimas, a que la legislación proteja el medio ambiente y permita actividades sostenibles pero que no se base en que el que tenga que hacer todo sea el agricultor, para que el funcionario simplemente firme, sino que se tengan en cuenta las peculiaridades de las explotaciones que hay aquí y que eso se contemple a la hora de legislar. Aquí nadie quiere convertirse en una gran cooperativa que invierta en otras zonas, sino más bien mantener la sostenibilidad de las explotaciones, que sean rentables y que pueda ser un negocio apetecible para los hijos en el futuro. Creo que eso es a lo que aspiramos.
Y de cara a ese futuro, ¿no hubieran preferido que hubiera más reparto de viñedo en 2018?
-Por nuestra parte estamos de acuerdo en que se paralice el reparto y se distribuya mejor de lo que se ha estado haciendo hasta ahora. En estos momentos no queremos que se amplíe la superficie. Es más importante que se revalorice el vino que las plantaciones. Si después hacen falta más plantaciones ya irán viniendo. De hecho, van llegando poco a poco y creemos que esa es la idea.
Alguna cooperativa ha entrado en el mercado internacional con fuerza, como Covila?
-Así es. De las seis nosotros somos la que se dedica al embotellado y somos la más comercializadora, porque las demás están más enfocadas al granel y menos al embotellado. La cooperativa de Labastida también está volcada en el embotellado. Y en el aspecto internacional, nosotros destinamos más del 70% al mercado exterior.
Se dice que las cooperativas no son generadoras de empleo, ya que el trabajo lo realizan los socios. ¿Es así?
-En el caso de Covila solo hay un socio que sea trabajador. La mayor parte de las cooperativas de Álava se han dedicado a la parte de la producción de vino. Entonces no entran en el resto de la cadena, como puede ser crianza o comercialización y por eso necesitan menos personal. Pero eso no quiere decir que no sean generadoras de empleo. Y, si es cierto que hay alguna cooperativa en la que parte del trabajo lo realizan los socios, ésa es la opción minoritaria. Creo que es al revés, que las cooperativas son generadoras de empleo y en caso de malas situaciones sufren más los socios que el trabajador. Se mantendrá a los trabajadores y tendrán problemas los socios para recibir un pago adecuado por sus uvas, pero primero sufrirán los socios antes que los trabajadores. Eso es común en todas las cooperativas de Rioja Alavesa y en las del resto del territorio seguro que también.