A Pedro Pablo González de Mecolay (Vitoria, 1960) continúan brillándole los ojos como a un niño cuando en el calendario se asoma la página del mes de diciembre, un tiempo mágico donde asoma la Navidad y donde este vitoriano da rienda suelta a su detallada imaginación en el universo de los belenes, una pasión artística que primero heredó de su abuelo José Daniel y después perfeccionó junto a su tío Miguel Ángel y su padre Carlos, consumados “chaladuras” todos en el arte de construir paisajes y escenas bíblicas de increíble realismo a partir de barro, escayola, corcho o porexpán. En esta galaxia belenística lleva González de Mecolay la friolera de 50 años. Efeméride más que suficiente para que este año, aprovechando que Vitoria acogió el pasado mes de octubre el Congreso Nacional Belenista con más de 350 artistas procedentes de todo el país e incluso de Sudamérica, decidiera organizar una retrospectiva con algunas de las mejores creaciones de toda su trayectoria en el claustro de la iglesia del Carmen. Una muestra más que recomendable que permanecerá abierta al público hasta el próximo 7 de enero y en la que es posible contemplar la evolución de uno de los belenistas más notables de todo el Estado en el último medio siglo. Un perfeccionista de bandera empeñado en “hacer bien las cosas” cuya única recompensa, acostumbra a decir, son las caras de admiración de quienes estos días se acercan en peregrina comandita hasta el claustro carmelita para quedar embelesados ante alguno de sus nacimientos, especialmente el más grande, el que instala en una de las naves de la iglesia. Un monstruo de dimensiones de vértigo -ocupa una superficie de 25 m2, despliega 250 metros de cable, cuenta con más de 200 lámparas de las antiguas y otras 150 en formato LED, cuenta con motores, bombas de agua y ventiladores y cobra vida a través de más de 200 figuras, entre otros- que su autor renueva cada dos años y por el que cada Navidad suelen desfilar del orden de 25.000 personas.

La relación de González de Mecolay con el mundo del belenismo comienza en los años 70, con aquellas primeras incursiones en los concursos organizados por la antigua Caja de Ahorros Municipal con creaciones de escayola “que pesaban lo que no estaba escrito”, recuerda hoy frente a una de ellas, expuesta precisamente en uno de los pasillos del claustro carmelita. De aquel trabajo con las manos, el yeso y el agua fue evolucionando este vitoriano hasta alcanzar la finura y el detalle insultantemente real que presentan hoy día sus construcciones, elaboradas con porexpán, ese material liviano y fácilmente manejable con un pequeño soldador o un simple cutter que revolucionó el mundo del belenismo y que este alavés implantó en España en 1984. También el corcho natural mezclado con musgo forma parte de un ideario belenista donde sobresale por encima de todo una magistral técnica que siempre ha aplicado con sobrada maestría. “Es el más destacado y punto. Tiene un don que le permite dominar como nadie cualquier técnica o material que se le presente, lo que sirve para explicar las maravillas que lleva décadas construyendo”, reconoce un compañero de la Asociación Belenista de Álava, agrupación que en 1987 ayudó a fundar junto a otro buen número de aficionados al mundo de los nacimientos como el padre carmelita Juan Cruz Apodaca, Ricardo Rodríguez, Luis María Sánchez Iñigo o Luis Bastida, padre del actual presidente. Si cuando era un crío y convivía con los recuerdos de su padre y su tío durmiendo debajo de la cama porque el belén que montaba el abuelo ocupaba una dimensión extraordinaria para la época, décadas después su capacidad de sacrificio en favor de un buen nacimiento continúa sin encontrar límites. Porque al margen de quitarle al día todas las horas que sea necesario en época de faena -cabe recordar que el belén del Carmen comienza a construirse en el mes de marzo- y compatibilizar su pasión con su trabajo y la familia, tampoco renuncia este vitoriano a invertir lo que haga falta en dar con una bombilla específica, una bomba de agua fabricada exprofeso para cumplir un ciclo determinado o un misterio elaborado a palillo en un pueblo recóndito del pirineo catalán. Si ha de desplazarse hasta allí o incluso más lejos porque existe un Misterio abandonado que le podría interesar, acude sin problema, acompañado, eso sí, de Marisa, su fiel escudera y con la que comparte esta misma pasión por el belenismo.

belenes de referencia Hasta aquí un pequeño esbozo del otro rey del belén, un chaval quizá predestinado que con siete años ya apuntaba maneras, que con 14 ganó su primer concurso y que décadas después es ya una figura consagrada en el mundo del belenismo que ha contribuido a situar a este sector alavés en un nivel extraordinario. Sin ir más lejos, tres de las creaciones que ofrece actualmente la ruta belenística de Álava (Laguardia, el Monumental de La Florida y el del Carmen) se encuentran entre las diez más recomendadas de España.