Lo traigo del pueblo es otra de esas iniciativas que tratan de poner en valor los productos agroalimentarios de calidad y artesanos, vinculándolos a proyectos locales de turismo enogastronómico, en este caso, en la localidad de Elciego.

La autora es Ione Berastegi Zuazo, una joven emprendedora, nacida en Elciego, que hace dos años abrió una tienda con ese nombre, aunque su recorrido en esta actividad comenzó hace algún tiempo, “cuando vendíamos por Internet, ya que entonces vivía en la zona norte de Burgos, cerca del territorio de Cantabria. Vendía productos de aquella zona, pero como procedo de Elciego y esta casa es familiar y las cuestiones de la venta de alimentación por Internet son complicadas, decidí poner esta tienda sobre todo teniendo este edificio y el lugar tan bonito”. Se trata de una antigua casa de piedra, con un coqueto patio a la entrada, donde la propietaria ha tenido el detalle de instalar una barandilla de forja a la salida, ya en la calle, porque ésta es estrecha y es una de las salidas de vehículos del casco histórico de Elciego.

Tras regresar de Burgos, ya en su pueblo de nacimiento, Ione decidió poner en marcha su carácter emprendedor y lo comenzó a desarrollar organizando, durante dos o tres años, una feria de productos pasiegos, que se celebrara durante el ‘puente’ de diciembre. También lo llevó a cabo en Lanciego durante un par de años. Y en Elciego “participamos todos los años en el Mercado de la flor y de la huerta (organizado por el Ayuntamiento), que es uno de los más bonitos que he visto”, reconoce. Considera que los productos de la tierra, el producto local, tiene un valor añadido y por eso decidió dedicarse a ellos: “por diferenciarme un poco de los supermercados, de las grandes tiendas. Buscando un poco más lo artesano, lo hecho con cariño, con muy buena materia prima”. Por ello, “siempre intentamos acercarnos a ellos, y de hecho el 80 o 90% de los productos los compramos directamente a los productores o elaboradores”. Y la razón la explica contando que “eso quiere decir que tu conoces a quien lo produce, su modo de hacer y al final a nosotros eso nos da confianza y queremos trasladar esa confianza al cliente. Eso es lo que buscamos: diferenciarnos un poco y dar tanto a la gente de Elciego, como a todos los que nos visitan, la oportunidad de consumir otro tipo de productos más especiales”.

En ese sentido, la abundancia certificados, sellos de calidad, denominaciones, labeles, etc. beneficia a quien se dedica a comercializarlos porque supone una tranquilidad para el consumidor. “Al final, una marca de calidad que engloba unos productos es una forma de garantizarte que lo que estás adquiriendo es bueno. Lo que pasa es que también hay que educar al cliente en todas estas cosas, a consumir, porque es él quien debe saber qué come y por qué lo come. Afortunadamente, tenemos muchas cosas con marcas de calidad y denominaciones de origen. Y está bien”.

Junto a la calidad y lo artesanal, la joven emprendedora añade la cercanía. De ahí el nombre de su proyecto: Lo traigo del pueblo. Por ello, buena parte de sus productos proceden de la propia localidad de Elciego, entre ellos “vinos, que no hace falta ni hablar de ellos porque aquí hay muy buenos vinos igual que en todo Rioja Alavesa. Además del vino se elabora el paté trufado, artesano, que es algo de toda la vida de este pueblo, aunque ahora alguien lo hace para vivir de ello, pero es el que se hacía en cualquier casa en la que se criase un cerdo `para sacrificar”. Asimismo, “de Álava también tenemos la sal de Añana, una cerveza artesana que está hecha a los pies del Gorbea, aceite de Rioja Alavesa, que es un producto excelente. Y de nuestro entorno tenemos embutido riojano, conservas de Navarra, quesos asturianos?, sin alejarnos mucho de lo que es nuestro alrededor, pero buscando lo mejor de cada zona”. Su proyecto gustó en la Cuadrilla de Rioja Alavesa y por esa razón entró en “un programa de ayuda a emprendedores. Para ello hubo que presentar un proyecto y un programa de las inversiones que iba a hacer y al final nos han dado una ayudita, que no es gran cosa, pero siempre ayuda y anima a tirar para adelante”.

Los comienzos fueron duros y casi no daba para vivir. Ahora reconoce que, al no tener hijos, fue “más fácil para mí, porque tengo menos gastos. Al principio se sobrevive muy a duras penas, pero espero que acabe dando beneficios y me encantaría hasta crear algún puesto de trabajo. Ahora estoy sola al frente de la tienda, pero espero que siga creciendo porque tiene mucho potencial”. Pero llegar a ese nivel requiere de un gran esfuerzo personal porque “aquí no hay fiestas. Si tú estás de fiesta los demás trabajan y, viceversa. Pero es que si entras en un negocio de estos lo sabes. Cuando llega un puente todo el mundo se pone contento y tú te dices, ¡ay, madre mía! Pero es de lo que se trata. Al final, tienes que dar ese servicio cuando la gente está disfrutando de su ocio, que además es cuando compra más contento”.

Uno de los aspectos de lo que se siente más orgullosa es que al establecimiento acuden tanto visitantes como vecinos, “afortunadamente, porque al final el visitante viene cuando viene. Cada vez más? es cierto, pero viene cuando viene y aquí hay que vivir todo el año”. Lo positivo es que “hay mucha gente del pueblo que viene aquí a comprar, porque tenemos cosas muy exquisitas, como las anchoas del Cantábrico, pero también otras de diario, como yogures ecológicos, un queso fresco, una mantequilla? todo con ese plus de calidad, sin tener que ser mucho más caro que un producto convencional. La gente del pueblo se va animando, porque al principio, creo, daba como miedo porque algunos pensaban que sería como productos de delicatessen. Pero no, aquí, al final, hay un poco de todo para todos. Eso sí, el punto fuerte es cuando vienen los turistas y te compran vinos caros. Pero de lo que se trata es de abrir la tienda y de vender todos los días”.

Proyectos como éste son los que insuflan vida a los cascos históricos, porque no es suficiente con que exista una trama urbana de palacios u otros elementos patrimoniales. “El pueblo siempre ha sido bonito. Ahora, gracias al enoturismo estamos más colocados en el mapa. Viene mucha gente, cada vez viene más y quien nos visita queda, cada vez, más satisfecha, porque te lo dicen: ¡pero qué pueblo tan bonito tenéis!, ¡no teníamos ni idea! Y es que mucha gente se cree que Elciego es el cruce de abajo, de la carretera. No saben que aquí arriba tenemos la plaza, la iglesia, los palacios, los bares, los restaurantes. Y ahora, con el parking de autocaravanas, que está atrayendo a mucha gente, muy buen turismo, gente con mucho poder adquisitivo que viene al pueblo, come en el pueblo, compra en el pueblo, duerme en el pueblo y todos los que pasan por aquí me felicitan a mí, que no tengo nada que ver, por el servicio que se da en el área de autocaravanas, porque está muy bien valorado por los usuarios”.