Si una nevera puede conectarse a Internet, calcular el número de veces que se abren sus puertas y adaptar el trabajo de su compresor a los horarios del usuario para afinar su rendimiento, alargar su vida útil y ahorrar energía, ¿por qué no aplicar este mismo principio a las máquinas que emplean las empresas para producir? Con este planteamiento en mente, los responsables de la empresa alavesa Zayer y la corporación tecnológica Tecnalia han desarrollado una plataforma de servicios que, bajo la denominación Horus, asombra a todos sus competidores. En ocasiones, uno no es consciente de que se ha colocado a la vanguardia tecnológica mundial hasta que acude a un foro internacional y deja a los profesionales del ramo con la boca abierta. La alianza estratégica de Zayer y Tecnalia es un ejemplo de simbiosis de éxito que les ha propulsado a la cabeza del sector de la máquina herramienta. Hace siete años iniciaron juntos un camino en pos de la industria 4.0 y cuando el pasado septiembre mostraron sus logros en la feria EMO de Hannover vieron que habían dejado a todo el mundo rezagado. La idea que les llevó a esta posición consiste, simplemente en hacer “magia”, o como explican los responsables de Horus, en “conseguir que la plataforma haga un montón de cosas por ti sin que tú tengas que hacer nada”.
En 2010, Ángel Múgica y Mikel Beitia, responsables de Zayer, se plantearon la necesidad de optimizar el rendimiento de sus máquinas. Querían que los clientes que las compran pudieran exprimir sus rendimientos, adaptarlas a todas y cada una de sus necesidades, que controlaran cada uno de sus parámetros y dispusieran de la posibilidad de adelantarse a las necesidades de mantenimiento. Para ello, tenían que conectar sus creaciones a Internet, recopilar todos los datos que pudieran generar y cotejar pautas de comportamiento en busca de patrones y tendencias. Big Data aplicado a sofisticados ingenios que constituyen la base de la producción de muchísimas empresas.
Contactaron con Tecnalia, donde Íñigo Lazkanotegi aceptó el reto con entusiasmo. Durante los primeros compases del proyecto, cuando aún recibía el nombre de Beltzbox, se encontraron con más de una mirada reticente al proponer a los titulares de los talleres que conectaran sus máquinas a la Red. La confidencialidad y la desconfianza con respecto a la seguridad hacía que en muchas ocasiones se encontraran con un “no” por respuesta, pero poco a poco fueron sorteando los recelos y consiguieron que los aparatos, una vez vinculados a la nube, comenzaran a arrojar millones de datos sobre su funcionamiento. Instalaron multitud de sensores y, como sucede con las cajas negras, accedieron a todo tipo de información. Pudieron “comparar máquinas con máquinas”.
A partir de ese momento, centraron sus esfuerzos en mejorar la conectividad y en crear un sistema sencillo e intuitivo que permitiera al cliente acceder a los datos sin apenas esfuerzo o, si lo deseaba, sumergirse en ajustes más avanzados que le dieran acceso a una trazabilidad absoluta de todos los procesos. Algo situado en las antípodas del galimatías que existía en ese momento y que saturaba las pantallas de las máquinas de CNC con espartanas hileras de cifras de estilo constructivista.
Al tiempo que perfilaban la interfaz de Horus hasta darle un aspecto de app móvil, se esforzaban en dar con la mejor manera de gestionar la información. Lazkanotegi recuerda cómo Múgica había monitorizado una máquina que registraba muchas incidencias en sus ejes y que, a pesar de analizar sus datos constantemente no daban con el motivo que le llevaba a tener este comportamiento. De repente, un día el responsable de Zayer tuvo una inspiración. Un “momento eureka” que le llevó a llamar por teléfono al experto de Tecnalia y proponerle un cambio de perspectiva en el análisis. Aunque no pueden revelar en qué consistió este nuevo punto de vista, ya que forma parte del know how de la empresa, lo importante es que funcionó. Desarrollaron una fórmula que les permitió adelantarse a los incidentes y predecirlos con exactitud.
La revelación desencadenó un efecto dominó que acabó desbloqueando una larga cadena de pensamientos, con lo que las propuestas manaron a borbotones. “Ahora nos faltan manos para llegar a todas las ideas que se nos van ocurriendo”, reconoce Lazkanotegi. Las analíticas pusieron de manifiesto una serie de tendencias que permitieron a los impulsores del proyecto avanzara grandes zancadas dentro de la senda del Big Data aplicado a la máquina herramienta.
Horus no sólo permite incrementar los rendimientos. Hace posible adelantarse a los inconvenientes. El desgaste no previsto de una pieza o un mantenimiento inadecuado acaban dando lugar a parones imprevistos que pueden arruinar jornadas enteras de trabajo. Todo ello se ha vuelto ahora mesurable y previsible, con lo que es posible anticiparse a las incidencias, programarlas dentro de un calendario y solventarlas antes de que afecten a la producción.
Ya no es necesario que los operarios conozcan al dedillo los intríngulis de los aparatos, que se han vuelto totalmente transparentes. A través de la plataforma, cuyo manejo sólo requiere de unas horas de aprendizaje, la máquina habla directamente con el cliente a través de la Red y es capaz de explicarle, segundo a segundo, los detalles exhaustivos de su funcionamiento y de las piezas que se están mecanizando. No sólo se ahorra en mantenimiento, también se abaratan los procesos de calidad.
Como si de un teléfono móvil se tratara, las máquinas de Zayer ofrecen, gracias a Tecnalia, un menú de apps independientes y adaptables a cada tipo de mecanizado que permiten ejecutar todo tipo de ajustes y operaciones. “No podemos tener a una persona constantemente mirando que les pasa en cada momento a las máquinas que tenemos conectadas. El sistema es autónomo y avisa cuando tiene que avisar para que le prestemos atención. No requiere de nadie que supervise los datos, aunque si hay clientes que quieren indagar tienen la posibilidad de hacerlo”, concluye Múgica.