santa cruz de campezo - En Campezo han dado carpetazo a la bollería industrial en los hamaiketakos. Ikastolas, colegios y familias han decidido apostar por unos almuerzos más sanos y más igualitarios y han logrado romper dinámicas de bollerías industriales, de envidias por los bocatas o por las socorridas palmeras de chocolate que llevaban unos y no otros, y todo eso con el aliciente de que son los propios niños los que están encantados con el cambio, Así, al menos, lo aseguran en el centro y las madres.
La hora del recreo en cualquier colegio arroja la misma imagen: niñas y niños saliendo de las aulas, armados de sus almuerzos envueltos en papel metálico o en plástico, que, al sonar la campana de regreso a las clases, deja el patio o papelera y sus alrededores convertidos en un reguero de envoltorios inútiles.
Por esa razón, ya hace algún tiempo que desde la asociación de madres y padres de Campezo, la AMPA, se daba vueltas a la cabeza sobre cómo acometer un cambio radical que lograra cuatro objetivos básicos: una alimentación más natural, un hamaiketako igual para todos, una forma de apoyar a los productores y comercios locales y la supresión de la suciedad de los envoltorios vacíos.
La responsable de la AMPA, Maite Fernández Melero, cuenta que llevaban “varios años con el tema de pedirle al Gobierno Vasco que se cambie el modelo de hamaiketako, lo mismo que tienen planteado otros centros escolares”. Pero no llegaba una solución satisfactoria para todos. Por eso, como el tema se convertía “en un proceso largo nos dimos cuenta que, en este tema, somos autosuficientes como para gestionarlo”.
Pensado y hecho, “el curso pasado, en enero, hablamos con el centro, coincidimos en que era una buena idea el poder dar a todos los alumnos y alumnas del centro un almuerzo saludable y además con la opción de poderlo coger en las tiendas y locales, y los productores, de la zona”. La idea caló muy bien entre todos y “empezamos con pan con aceite un día a la semana y poco a poco fuimos ampliando el hamaiketako hasta los cinco días de la semana”.
El curso pasado la iniciativa fue acometida por la AMPA y respaldada con entusiasmo por la dirección y profesores, y éste “el proyecto en su conjunto es del centro en su totalidad, tanto de la dirección, como del claustro y la AMPA”, comenta Maite Fernández.
La iniciativa es abrumadora por su sencillez y sus reducidos costes, ya que el almuerzo para cada niño durante un mes solo supone tres euros. Por eso, desde el AMPA, “nos ha parecido una apuesta súper importante, porque aparte de favorecer al comercio y productores locales porque los productos son suyos, creamos una igualdad entre todos los alumnos para que no se hagan comentarios como que este trae unas galletas con chocolates como las que trae otro niño. Todos y todas almuerzan lo mismo, hay igualdad y los propios niños y niñas con el tema de la envidia prueban cosas diferentes que lo mismo ellos solos no probarían. Y esta es una apuesta que queríamos llevar a cabo”.
Lógicamente la diversidad cultural se ha tenido en cuenta, ya que hay “varias familias musulmanas que cuando comentamos de meter algo de embutido hablamos con ellas y hemos logrado embutidos halal para que no haya ningún tipo de discriminación para ellos. Al resto de niños les da igual el tipo de embutido y para todo centro se les dará de este tipo, sin diferencias”.
Asimismo, desde el inicio de este programa, “el grupo que lleva el tema de la Agenda 21 del centro se había dado cuenta de la cantidad de residuos que se generan en el patio, durante el rato del recreo: de papel metálico que trae cada niño para llevar el hamaiketako, de plásticos de los bollos o pequeños almuerzos todos esos residuos se han evitado, han desaparecido. Además, también en el mismo campo de la Agenda 21, contribuimos al compostaje con los residuos de la fruta”.
En la ikastola-escuela, Susana Díaz, jefa de estudios, contaba que desde el centro “vemos muy bien esta iniciativa porque el claustro lo ha cogido con ilusión y entre los chavales más mayores de la Secundaria también se organizan ellos mismos, con autonomía. Nosotros estamos muy ilusionados con estas propuestas que nos hacen padres y madres”.
Sobre cómo ha caído esta decisión entre los escolares la Jefa de Estudios confirmaba que, “en general los niños han aceptado muy bien la propuesta”, y añadía que “comen mogollón de fruta, es una gozada verles pasar con sus melocotones, los plátanos o lo que sea. La verdad es que están encantados y se les ve muy bien”.
Tras la experiencia del curso anterior y lo que llevamos de este año, el hamaiketako saludable ya está consolidado en los hábitos de los pequeños. “No reclaman los bollos, aunque a veces recuerdan que hoy tocaba queso y, si ha ocurrido algún problema y hemos cambiado de día el queso, lo reclaman, porque saben perfectamente lo que les toca cada día y lo esperan con ilusión. A veces, incluso, nos meten sorpresas, como un pan artesano que lleva algo de chocolate derretido, que viene de vez en cuando, y les hace mucha ilusión. Pero la misma que la de la fruta”.
La medida está extendida entre toda la comunidad escolar. “Los cincuenta y tantos alumnos de Infantil, que también comen fruta todos los días prácticamente, con tortitas a veces; otros 84 alumnos de Primaria y los de Secundaria que son unos cincuenta y tantos”. Y bueno de este proyecto es que “cada uno solo paga tres euros al mes. Lo calculamos así”.
Para el comercio local, el de cercanía, la iniciativa ha gustado mucho y también se han implicado mucho en la realización. Josune Sáez Iriarte, propietaria de un comercio, considera que es una “iniciativa súper buena por los niños”. Reconoce la realidad de lo que sucedía hasta no hace mucho tiempo. “La verdad es que cuando abrimos la tienda la gente tiraba mucho de palmeras o en los recreos subían muchos niños a comprar y comían mucha bollería de la mala. Por eso me parece una iniciativa buenísima para los niños. Y como tienda nos alegra que se den cuenta que estamos aquí porque somos comercios pequeños y es una ayuda, pues ahora en invierno no tenemos tanta gente y nos viene bien esta venta”.
Para esta mujer, “este tipo de ideas hacen que la gente acuda a las tiendas, al comercio cercano, para adquirir sus productos, un poco siguiendo lo que hace el colegio. Estas iniciativas vienen bien y como aquí estamos dos comercios nos turnamos, una vez viene uno y la otra el otro. Sin problema ninguno. También vienen productores locales con cosas de la zona”.
Lo cierto es que a los pequeños se les ve felices con sus piezas de fruta. A las once de la mañana profesoras y profesores reparte las frutas o cortan las rebanadas de pan y las untan de aceite o lo que toque ese día, mientras que los más mayores se organizan solos el reparto, Y, a continuación, a disfrutar del rato del recreo, porque como se ve en las imágenes, el estar almorzando, aunque sea una pieza de fruta, no les impide jugar, incluso, al fútbol.