VITORIA - El extenso calendario de actividades que salpican la capital alavesa a lo largo del año ya tiene otra cita ineludible que, en solo tres ediciones, ha calado en la agenda de los vitorianos. Surgida en el año 2015, con la organización de la Asociación Española Contra el Cáncer en Álava (AECC) y la Fundación Vital, ayer fueron cerca de 2.500 participantes los que marcaron un nuevo hito. Tampoco faltó a su cita DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA como colaborador del evento. Todos los participantes afrontaron, enfundados en sus verdes camisetas, una sencilla marcha, de seis kilómetros, exenta de cualquier atisbo de competitividad para culminar un paseo hasta Armentia y regresar del nuevo al punto de partida junto al Caminante. La competitividad se ha sustituido por la solidaridad y así, los seis euros que costaba la inscripción, se van a destinar íntegramente a la asociación en su lucha para paliar los efectos de la enfermedad a los afectados y a lograr mejorar las condiciones y cualidad de vida de sus familiares y cuidadores.
La niebla que ocultó Gasteiz en las horas del amanecer fue despejando a medida que se acercaba el inicio de la marcha. Para las 11.15 horas, cuando se acercaron las autoridades a la línea de salida, en el céntrico cruce entre Dato y San Prudencio, el sol comenzaba a templar una fría mañana en la que el mercurio se acercó al cero. El presidente de la asociación, Patxi Ormazabal, no ocultaba su satisfacción con una sonrisa que delataba la alegría por el desbordante éxito. Recogió también los parabienes de la teniente de diputado general, Pilar García de Salazar, y del responsable municipal de Asuntos Sociales, Peio López de Munain, teñidos todos ellos con el verde de la marcha.
Las chaquetas y forros polares de los participantes impidieron lucir en un primer momento la potencia y fuerza de esta marea verde que afrontó su caminar por una de los paseos más populares de la ciudad. Según fueron entrado en calor en la suave subida hasta la imagen de San Prudencio, las chaquetas empezaron a anudarse a la cintura o desaparecer en las mochilas .
Poco más de una hora tardó la cabeza de la marcha en retornar al punto de inicio y fue el inicio a saborear después un suculento pintxo-pote con productos locales para reponer fuerzas o quemar las últimas fuerzas en una sesión de zumba y Gbox. Hubo incluso camisetas verdes por el centro, hasta bien entrada la agradable tarde.