superada, o no tanto, la tempestad que han generado los malos resultados de los centros educativos vascos en el informe PISA, los agentes del sector afrontan estos días una reflexión profunda sobre qué ha fallado para que esta evaluación internacional haya colocado a Euskadi por debajo de la media de la OCDE y del Estado en el cómputo global de las competencias que analiza, concretamente las ciencias, las matemáticas y la compresión lectora. Las reacciones se han movido entre la sorpresa, pese a que las evaluaciones bianuales que realiza el propio Departamento de Educación ya apuntaban al batacazo, la preocupación y, también, la relativización de los resultados que arroja una fotografía tan puntual, tomada en 2015, y en definitiva cerrada, que no tiene en cuenta muchos otros factores clave para la formación y el buen desarrollo de los chavales.

Con todo, el área que dirige Cristina Uriarte ha encargado ya al Consejo Escolar y el Instituto Vasco de Evaluación e Investigación Educativa que adelante su habitual análisis de los datos de PISA para conocer con rapidez las causas del retroceso en las calificaciones y poner sobre la mesa propuestas de mejora. La intención del departamento es que el estudio pueda estar acabado para principios de 2017, aunque por el momento ya ha avanzado su apuesta por aumentar el número de alumnos excelentes en las aulas vascas sin abandonar el principio de equidad educativa. Tomaron parte en la evaluación 3.612 estudiantes vascos de 15 años de un total de 119 centros educativos y Euskadi obtuvo 483 puntos sobre los 600 posibles, diez por debajo de la media estatal y doce de la europea. Según los datos a los que ha tenido acceso DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA, participaron un total de 51 centros públicos vascos y 68 concertados, 31 del modelo A, 33 del B y 55 del D, un reparto que ha generado suspicacias entre distintos agentes educativos por no corresponderse con la realidad del sistema autonómico, donde el A es ya muy minoritario.

La polvareda generada por PISA ha tenido también su reflejo en el debate político, con críticas a la gestión del ejecutivo autonómico, que deberá lidiar con su minoría mayoritaria en el Parlamento Vasco para sacar adelante sus planes. Un claro ejemplo es la nueva Ley de Educación, que sigue sobre la mesa desde la pasada legislatura. Por otra parte, los trabajos de la mesa interinstitucional que pretende acabar con la guetización en determinados centros educativos alaveses sigue adelante y muchos de sus integrantes confían en que las soluciones que de ahí salgan puedan ayudar en buena medida a mejorar futuras evaluaciones.

Aitor Idigoras, profesor y representante del sindicato mayoritario en la educación Stee-Eilas, considera que PISA “no debe ser un referente para analizar la salud del sistema”, no sólo por esa “desigual” muestra de centros elegidos para realizar las pruebas -la lista concreta y las calificaciones obtenidas por cada uno aún no se han hecho públicas- como por las competencias que analiza la evaluación. “Relativizamos mucho tanto la importancia de este informe como sus resultados. Hay un montón de evaluaciones externas, mucho más participativas, y que ofrecen un diagnóstico más real de lo que hay. Los resultados hay sido malos, sí, ¿pero cómo se ha hecho este estudio?”, se pregunta Idigoras.

Aun defendiendo la idea de que esa salud “se ha sobredimensionado mucho” a lo largo de los últimos años, el docente considera también que PISA está caracterizado por una “visión mercantilista” de las competencias del alumnado, ya que “margina todo lo humanístico, lo artístico o la educación física”, sólo por citar tres ejemplos. En cualquier caso, y pese a mostrar sus cautelas con el resultado que pueda ofrecer la mesa interinstitucional conformada en el territorio para construir un sistema más inclusivo, Idigoras sentencia que “la mejora del sistema va a venir de la mano de una escuela interclasista”. “La equidad es lo primero para llegar a la excelencia del sistema de la que esta evaluación habla”, insiste el profesor.

Urkide, uno de los colegios concertados de referencia en Gasteiz, y la ikastola Olabide -también concertada- fueron dos de los centros que tomaron parte en la última evaluación internacional. Desde el primero, su subdirectora pedagógica y profesora de lengua castellana, Arantxa Urdániz, sí que considera que la fotografía ofrecida por PISA es “importante”, y reconoce también que esperaba unos resultados “notablemente mejores”. No obstante, también considera que no se trata de “una fotografía justa”, teniendo en cuenta el trabajo del día a día con el que está familiarizada. “No sabemos qué factores han podido influir en el resultado, pero esto requiere un análisis de los datos y ver sus causas”, advierte la profesional.

Una reflexión para llegar a la raíz y tras la que, a su juicio, deberían establecerse medidas concretas. En Urkide, Urdániz apuesta por profundizar en “el camino hacia la innovación”, con el objetivo de preparar a sus alumnos para vivir “en un mundo cada vez más globalizado”. La profesora, a quien la prueba de PISA sí gusta “personalmente”, avanza que en este centro vitoriano están modulando ciertas dinámicas de aprendizaje para “adecuarlas” a los ejercicios que suele plantear PISA, que según asegura es “una prueba un poco imprevisible”.

Entretanto, la directora de Olabide, Ziortza Gil, censura que los resultados de PISA se han convertido estos días en una “herramienta política”, y cuestiona también su validez para evaluar las capacidades reales del alumnado alavés en general y de su centro en particular. “Es una herramienta cerrada, porque no tiene en cuenta muchos factores que influyen en la educación de los alumnos, como la actitud. Se basa estrictamente en el conocimiento”, analiza la docente.

Gil pone también el foco en el momento “muy concreto” en el que han salido a la luz los resultados del último informe, cuando el Congreso de los Diputados ha exigido al gobierno español la derogación de la polémica Lomce. Y apuesta por dejar de evaluar “de una manera obsoleta” como, en cierta medida, hace PISA. “Deberíamos aprovechar estos resultados para evaluar la necesidad de que se introduzcan cambios, pero con los resultados en la mano se habla del qué, no del cómo o del por qué”, advierte la máxima responsable de Olabide. A su juicio, la publicación de los resultados constituye “una excusa perfecta” para que el Gobierno Vasco “tome las riendas”.

Por de pronto, Olabide seguirá apostando por un modelo que pone al alumnado “en el centro”, otorgándole un papel decisivo en su propia educación. “El alumno debe ser el protagonista y debemos dejar de hablar tanto de conocimientos. Su opinión puede ser utópica, pero hay que preguntársela siempre”, recomienda la directora de la ikastola.