vitoria - García Gutiérrez, jefe de servicio de Cirugía Plástica y Grandes Quemados y coordinador de la unidad de Reconstrucción Mamaria de Cruces, hablará de “cosas que todos los días se explican a las pacientes en la consulta, aunque de una forma más extendida”. Organizada por la delegación alavesa de la Asociación contra el Cáncer (AECC), la conferencia arrancará a las 19.30 horas en la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa, con entrada libre hasta completar aforo.

Tomando como base el título de su conferencia, en el que incide que es “una opción segura, ¿cree que la reconstrucción mamaria inspira todavía cierta inseguridad?

-En los últimos años esta técnica se ha generalizado bastante, y aquellos tabús que la convertían en algo banal o innecesario se han ido cayendo poco a poco. Tabús como el desconocimiento de ciertas técnicas, pensar que la mujer no iba a tener ningún tipo de beneficio tras la reconstrucción... Y tabús incluso entre los propios profesionales sanitarios, que pensaban que podía interferir en los tratamientos complementarios o incluso enmascarar ciertas recidivas -la reaparición de tumores malignos-. Hoy en día se ha demostrado que eso no es cierto.

De todos los beneficios que se pueden derivar de esta intervención, ¿cuáles destacaría?

-Al reconstruir una mama intentamos restituir la imagen corporal de la mujer, pero asociar a ello también un bienestar psicológico, que es algo muy importante, porque esto ayuda a que tengan mayor autoestima, a que la calidad de vida sea mejor y a que de cara a las relaciones de pareja mejoren mucho su propia autoimagen.

¿Del orden de cuántas operaciones realizan a día de hoy en Cruces?

-Solemos hacer unas 90 reconstrucciones inmediatas al año, que son las que se hacen en el mismo momento de la mastectomía. En cuanto a las diferidas, que son las que se hacen un tiempo después de todo el tratamiento, incluso años después, realizaremos el doble. Cuando yo empecé en el hospital en 1999, prácticamente no se hacían reconstrucciones inmediatas, pero desde el año 2005 se ha convertido en una rutina, y las hacemos casi semanalmente. Ha ido aumentando mucho el número por la información que tienen las pacientes, que son exigentes y están muy bien informadas. El tratamiento del cáncer no es sólo tratar y curar la enfermedad, sino también tratar las secuelas que produce, que al final son un estigma.

Se trata, entonces, de una parte más de un tratamiento integral.

-Sí. El tratamiento del cáncer de mama incluye la reconstrucción. Hay pacientes que hasta que no están reconstruidas, no consideran que han pasado la enfermedad.

De todas formas, según algunas fuentes, sólo el 15-30% de las mujeres tratadas con mastectomía optan por un procedimiento reconstructivo. ¿Esto concuerda con sus datos?

-Sí, más o menos estamos en esos porcentajes, aunque hay que decir que en los últimos años está aumentando el número de pacientes que desea la reconstrucción. Aquí en el País Vasco reconstruimos bastante. Hay países como Estados Unidos donde el límite de reconstrucción es mucho más bajo, porque está relacionado con un factor económico, con la cobertura y los seguros, que no cubren estas intervenciones. Y aquí sí forman parte de la cartera pública de servicios.

¿Y qué es lo que frena a tantas pacientes a someterse a esta intervención, teniendo en cuenta los beneficios que acarrea?

-Cada paciente tiene motivos muy diferentes, de la misma forma que cada paciente decide cuándo ha terminado su proceso de reconstrucción. Hay pacientes que con tener sólo un bulto que simule la mama, no necesitan ningún tipo de reconstrucción secundaria. Pero hay otras que demandan incluso que parezca una mama de verdad, que tenga areola, que tenga pezón... La paciente es la que decide en qué momento está satisfecha con la reconstrucción o cuándo quiere parar el proceso. Nosotros tenemos que abrirles las puertas para que elijan dentro de las posibilidades que tienen. Es una decisión muy personal, en la que nosotros tenemos que orientar sobre las posibilidades que tienen, pero no invitarlas a hacerlo porque sí.

¿Qué ventajas tiene la reconstrucción inmediata sobre la diferida?

-El factor más importante es el psicológico. Entrar al quirófano y salir sin un pecho hace que el postoperatorio sea traumático, porque hablamos de la amputación de un órgano sexual. Cuando se hace la reconstrucción inmediata, la paciente no pasa por esa fase en la que siente que le falta algo, que se toca y se mira al espejo o tiene que usar una prótesis externa. Es una situación bastante traumática.

¿En qué medida han mejorado las técnicas en los últimos años?

-En principio, las reconstrucciones se hacían básicamente con prótesis, con una cirugía que dejaba secuelas. Pero en los últimos 15 años se han comenzado a hacer reconstrucciones mucho más refinadas y elaboradas. Ahora podemos reconstruir una mama utilizando el michelín de la tripa, sin necesidad de prótesis. Antes, esto no estaba desarrollado y podía haber complicaciones. Y aparte, tenemos muchas más alternativas que antes. Ahora, por ejemplo, podemos combinar la prótesis con tejido propio y el abanico crece, porque cada paciente necesita una cosa distinta.

Como en todo, no existirá el riesgo cero, esa la posibilidad de que los resultados no sean los deseados.

-Claro. Hay pacientes muy exigentes y otras menos, y eso hace que a veces, ante un resultado que nosotros vemos mejorable, estén contentas, que al final es lo importante. Aparte, existen las complicaciones propias de la cirugía, que pueden hacer que la reconstrucción fracase. Pero al tener tantas posibilidades, siempre manejamos alternativas para cuando sale mal.