poesía cotidiana. Ir de cañas o tomar un café son dos de las actividades más placenteras que puede llevar a cabo un ser humano. El aroma que se desprende de los grifos de cerveza o de los cazos con el grano ya molido es inconfundible y permite al parroquiano evadirse de los quehaceres más onerosos del día a día y centrarse en disquisiciones tan importantes como la que se puede leer en la servilleta que aparece sobre estas líneas. Foto: Josu Chavarri
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