Vitoria - Hay muros que se construyen para defenderse de peligros, otros que se levantan para provocar miedo y algunos que, como el que se proyecta en paralelo al río Zaia, parecen contener en la virtud el defecto. Los pueblos de la zona están absolutamente convencidos de que el dique de contención que la Agencia Vasca del Agua ha diseñado desde la localidad de Foronda hasta cerca de la desembocadura en el Zadorra para proteger de las inundaciones tan típicas del entorno al polígono industrial planificado junto al aeropuerto va a acabar siendo su maldición. Primero, por un hecho tan objetivo como será la expropiación de más de 27 hectáreas del mejor suelo de regadío de la Llanada. Segundo, por la convicción de que los desbordamientos se trasladarán por completo al otro margen del cauce, ahogando más que ahora los campos y casas que se ubican por debajo del nivel del afluente, y se multiplicarán las afecciones en las zonas no protegidas aguas abajo.
Por eso, las juntas administrativas de Gereña, Uribarri-Viña, Estarrona, Mendoza y Legarda han decidido quemar el último cartucho. Un recurso de alzada que presentaron esta misma semana, a cuatro días de que se acabara el plazo. Es la única oportunidad que les queda para tratar de frenar la construcción del muro y conseguir que se estudien otras opciones que, según técnicos consultados por los vecinos, podrían evitar esas afecciones. Sin embargo, se trata de un intento muy débil. Desde que se enteraron por el Boletín Oficial de Álava de la existencia del proyecto, los afectados han presentado ocho alegaciones que o nunca recibieron contestación o fueron rechazadas de plano. Tampoco las reuniones que posteriormente consiguieron mantener con las instituciones llegaron a buen puerto.
Su sensación es que las administraciones prefieren proteger los intereses de unos empresarios antes que a la población y los agricultores que allí habitan y trabajan, “olvidándose por completo de las afecciones a los pueblos, caminos o fincas de labor”. Sprilur, sociedad pública dependiente del Departamento vasco de Industria, es la encargada de construir los pabellones y elevar seis metros la superficie sobre la que se asentarán, mientras que la obra del dique, de 3,5 kilómetros de longitud, corresponde a la Agencia Vasca del Agua, organismo que también pertenece a Lakua. Ambos, en los encuentros mantenidos con los vecinos y a través de los medios de comunicación, han dejado bien claro que se trata de un proyecto adecuado, aunque vayan a perderse 27 hectáreas de regadío por los 80 metros que separan la orilla del río del muro, y de que los miedos de los pueblos a mayores inundaciones al otro lado no están justificados.
Esa defensa férrea del dique cuenta, además, con el apoyo del gabinete de Gorka Urtaran y de la Diputación, que a su vez llevará a cabo la única obra que los pueblos sí ven con buenos ojos. Consiste en la ampliación del ojo del puente de la A-3302 -de cinco a treinta metros-, la creación de vías de servicio a las fincas del entorno y mejoras en la propia carretera. Lo que los afectados piden, no obstante, es que el proyecto con sello foral se desvincule del que afecta al muro de contención y que se materialice con independencia de lo que suceda a lo largo de esos polémicos 3,5 kilómetros.
Las juntas conservan las ganas de luchar, aun cuando la batalla huele a derrota. Por eso, han vuelto a demandar la realización de un estudio de impacto ambiental aunque el muro no supere los cinco kilómetros exigidos para realizar este tipo de informes. Su argumento, hasta ahora rechazado, es que la zona inundable es mayor que la que protegerá el malecón en el lado del aeropuerto. También piden que se limpie el río, tras “más de veinte años”, dicen, sin una sola labor de acondicionamiento. E igualmente insisten en que se analicen otras alternativas para proteger los futuros pabellones que no pasen por la expropiación de los terrenos ni la inundación cada vez que llueva con ganas de Gereña y alrededores. Están convencidos de que existen alternativas y de que encontrarlas, darles forma, elegir la más adecuada para todos los intereses y ejecutarla es tan sólo cuestión de eso que alguien vino a llamar una vez voluntad política. - DNA